Redacción
El departamento invita a propios y visitantes a disfrutar de las bellezas naturales.
Cientos de vallecaucanos y turistas de otros lados no cambian ese sol que abraza cuando se acuestan en la arena de matices oscuros y grises en las playas de Buenaventura. Hay más aventura que en otras costas y también revolotean más aves playeras.
“En el Valle tenemos donde hacer ecoturismo en grande”, dice Jhon Jairo Arciniegas, de la cabaña Costa Real, en Juanchaco y Ladrilleros, playas a las que se arriba después de una hora de viaje en lancha. Desde allí se puede llegar hasta La Barra, con los cambios de la marea.
La crisis que ha golpeado a esta ciudad, que tiene a su lado al mar Pacífico, ha derivado no solo en respuestas para frenar la violencia, sino que está dando el zarpe a un proceso que le conduzca a un turismo con más dimensiones. Es uno de anclajes en los que Buenaventura define su vocación turística, apoyado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
La meta es posicionarse como el primer destino ecoturístico del país y propuestas concretas para desarrollar productos diferenciados que aseguren la permanencia de visitantes en su territorio.
La viceministra de Turismo, Sandra Howard Taylor, se reunió con empresarios del sector turismo, autoridades locales y gremios para estructurar propuestas del futuro. Así se instaló el llamado Comité Local para la Organización de Playas.
La funcionaria destacó la construcción de cerca de siete hoteles de más de cuatro estrellas en los últimos siete años; la remodelación de otros tantos que han aprovechado los incentivos tributarios; el incremento en las llegadas de viajeros en segmentos como el avistamiento de ballenas; y la articulación entre las autoridades locales y el sector privado.
“Hay un compromiso en una ciudad que históricamente ha girado alrededor de actividades portuarias”, indicó la Viceministra.
Llegar por tierra de Cali a Buenaventura cuesta unos 23.000 pesos; en lancha son 52.000 y los alojamientos van desde 40.000.
Una de las ventajas está en los costos de viajes, alojamientos y alimentación que resultan inferiores en más del 50 por ciento frente a otros destinos. Y, como dice el hotelero Arciniegas, playas para sentir un mar poderoso.
Fuente: Eltiempo