Redacción
El histórico resultado de los comicios permitió a los conservadores volver al poder tras 20 años.
Invocando a la unidad nacional, y flanqueado por su rival, el ex presidente oficialista Eduard Frei Ruiz-Tagle, el exitoso empresario Piñera empezó a trazar las primeras líneas de lo que será su mandato tras unas apretadas elecciones en las que logró ponerle fin a 20 años de gobiernos de la Concertación por la democracia en Chile.
«Quiero acoger y revivir lo que fue la democracia de los acuerdos que nos tocó vivir e interpretar juntos cuando fuimos senadores», dijo Piñera al recordar el período en que coincidieron con Frei en el Congreso, a principios de los años noventa, tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
El momento fue especialmente emotivo, no solo porque Frei y su familia se acercaron hasta la sede de la celebración de Piñera a reconocer su victoria, sino porque se recordó que el padre de Piñera, José, estuvo entre los fundadores de la Democracia Cristiana, junto con el padre de Frei, y fueron muy cercanos.
Piñera alcanzó el 51,61 por ciento de los votos y su adversario, Frei Ruiz-Tagle, apenas el 48,38. En cifras absolutas, esto significa que Piñera consiguió 3,5 millones de votos y Frei 3,3.
«Nuestro país necesita, hoy más que nunca, unidad. Los problemas que enfrentamos hoy día son muy grandes y desafiantes, y necesitamos unidad», le pidió Piñera a Frei. También le demandó una «buena oposición»: «Para tener un buen país necesitamos no sólo un buen gobierno sino una buena oposición. Estoy seguro de que vamos a tener una oposición leal, constructiva, que va a fiscalizar con rigor, como corresponde, pero que va a tener un espíritu constructivo (…) No habrá excluidos».
Mientras Piñera decía esto, las calles principales de Santiago y de todas las ciudades importantes del país se abarrotaron en instantes con miles de personas que a pie y en automóvil celebraban la victoria, con banderas chilenas y de la Coalición por el Cambio.
País en vilo
Ante lo apretado que se preveía la confrontación, los chilenos vivieron horas angustiosas a partir de las 4 de la tarde, cuando se inició el recuento en las mesas receptoras de sufragios. A las seis de la tarde, antes de lo previsto, el Gobierno anunció el primer cómputo sobre un total del 60 por ciento de los votos emitidos. Poco después, a las 19:45 (17:45 en Colombia) el subsecretario del Interior dio a conocer el resultado con el 99,2 por ciento de los votos.
Después del ánimo encendido de los comicios, viene la reflexión. Chile está viviendo un acontecimiento histórico, porque es la primera vez que la derecha gana una elección presidencial tras cuatro intentos fallidos desde el fin de la dictadura de Pinochet, en 1990. Antes, ese sector había ganado los comicios en 1958, con el empresario Jorge Alessandri.
En 1973, el Ejército, encabezado por Augusto Pinochet, le arrebató el poder a la izquierda. Pinochet gobernó hasta 1990 con los militares y el apoyo de la derecha.
Por eso, lo que sucedió este domingo es clave en la historia chilena, pues según la mayoría de los analistas, el triunfo de Piñera completa la transición democrática, al llevarse a la práctica el principio de la alternancia en el poder.
La presidenta Michelle Bachelet telefoneó al ganador tres horas después del cierre de las mesas y, tras felicitarlo, anunció que hoy irá a desayunar con él. Piñera aprovechó para pedirle ayuda y consejo a la mandataria que, paradógicamente, deja el cargo con un 81 por ciento de popularidad, pero tuvo que entregarle el poder a un opositor.
Apenas hecho el primer anuncio, Frei reconoció la victoria de Piñera, y le deseó éxito en su gestión.
Tras las palabras de Frei, tomó el micrófono el ex presidente Ricardo Lagos, quien fue directo al grano al anunciar la jubilación de su propia generación y anunció nuevas caras.
Lagos dijo que al preferir a Piñera, los chilenos han expresado un reclamo a las prácticas políticas de los últimos años.
En un primer análisis, el experto Alfredo Joignant advirtió que Piñera ganó casi con la misma votación alcanzada por su antecesor, el derechista Joaquín Lavín, en 1999. Lo que pasó fue que cerca de 200 mil chilenos no participaron en las elecciones de ayer, lo que deja al descubierto el agotamiento y la crisis de la alianza que gobernó al país en los últimos veinte años. Nuevos vientos en Chile.