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Paz y confusión en el Vaticano

El papa Benedicto lo pidió y el papa Francisco lo aprobó: en la misa católica hay que ofrecer un signo de paz calladito y tranquilo, sin moverse. Desde el mayo 2008 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, empezó estudio y consultaciones para solucionar al problema. Al final, el 7 de junio de 2014, el papa Francisco aprobó la carta circular con las disposiciones oficiales. 

 

Pero ¿cual es el problema que generó tanto trabajo a los funcionarios de la Congregación? 

Al papa Benedicto le pareció que a veces el signo de paz puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. 

Dejamos a lado la consideración si de verdad un tal “problema” merecería 6 años de gastos en estipendio a funcionarios vaticanos y miramos al sentido que la misma carta circular reconoce al signo de la paz. 

 

El gesto «significa la paz, la comunión y la caridad» y justamente se hace antes de comulgar, recibiendo la vida misma del Cristo resucitado, en el signo del pan y del vino. Se reconoce que la realidad de la paz es tan importante que la gente expresa este signo con mucha participación. 

Muy bien. Pero, que pena, con el moverse para ofrecer esta paz más allá del vecino, con el decir unas palabras o con el ofrecer un abrazo avivado, se genera confusión, precisamente ante de la Comunión eucarística. Que pena. 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que este momento a veces es precioso para expresar un pésame a la familia cuando hay un entierro o una felicitación a personas que están de fiesta. Sobretodo para el sacerdote, el signo del paz facilita mucho el encuentro con los fieles, exactamente en el expresar una comunión, un compartir, una cercanía. 

 

Estas oportunidades preciosas son consideradas “abusos” en la carta de la Congregación. Si el sacerdote deja el presbiterio (lugar donde se encuentra el altar) estaría alterando la celebración. Pero si Jesus mismo se hizo pan para ofrecer comunión y cercanía, ¿que alteración genera el pobre sacerdote con la misma intención? o ¿los niños que ce acercan al mismo cura para ofrecerle la mejor paz, limpia y sencilla, con sus tiernas manos? ¿Es tan molesto en el Vaticano el ruido de la paz?

 

Es bien llegar a la comunión eucarística con silencio y adoración: si se deja terminar la “confusión” amistosa del signo de la paz, se puede seguir sin problema en el encuentro con el Cuerpo de Cristo Señor: antes mediante los cuerpos de los fieles y después en la realidad sacramental del pan y del vino. 

 

Al final: ¿Que pasará en nuestras comunidades católicas latino americanas, donde tanto nos gusta movernos y abrazarnos para el signo de la paz? 

Como siempre en estos documentos se dice, se exhorta, se pide, se hacen citaciones de otros documentos…, así que hay un buen margen para interpretar. Ejemplo: el sacerdote por una causa razonable, puede dar la paz a algunos fieles pero permaneciendo cerca del altar. Afortunadamente muchas capillas son tan chiquitas y pobres que no se ve donde pueda terminar el circulo sacro que enredaría el cura (presbiterio). Así que razonablemente se podría seguir haciendo todo como somos acostumbrados. Los obispos tendrían que recibir y expresar en sus contextos culturales estas indicaciones y no sabemos cuanto tiempo les servirá (si siguen el ejemplo vaticano podríamos llegar al junio 2020). 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que los problemas verdaderos son otros y no se harán ni un pequeñito escrúpulo para estas preocupaciones vaticanas. Seguirán celebrando la eucaristía mezclando la vida de Dios y las vidas propias, abrazando a Jesus resucitado y a sus queridos hermanas y hermanos. 

 

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Un nuevo impulso a las obras del Bulevar del Centro de Buenaventura

Cerrados acuerdos de la Construcción de la Doble Calzada Buenaventura-Loboguerrero

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El papa Benedicto lo pidió y el papa Francisco lo aprobó: en la misa católica hay que ofrecer un signo de paz calladito y tranquilo, sin moverse. Desde el mayo 2008 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, empezó estudio y consultaciones para solucionar al problema. Al final, el 7 de junio de 2014, el papa Francisco aprobó la carta circular con las disposiciones oficiales. 

 

Pero ¿cual es el problema que generó tanto trabajo a los funcionarios de la Congregación? 

Al papa Benedicto le pareció que a veces el signo de paz puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. 

Dejamos a lado la consideración si de verdad un tal “problema” merecería 6 años de gastos en estipendio a funcionarios vaticanos y miramos al sentido que la misma carta circular reconoce al signo de la paz. 

 

El gesto «significa la paz, la comunión y la caridad» y justamente se hace antes de comulgar, recibiendo la vida misma del Cristo resucitado, en el signo del pan y del vino. Se reconoce que la realidad de la paz es tan importante que la gente expresa este signo con mucha participación. 

Muy bien. Pero, que pena, con el moverse para ofrecer esta paz más allá del vecino, con el decir unas palabras o con el ofrecer un abrazo avivado, se genera confusión, precisamente ante de la Comunión eucarística. Que pena. 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que este momento a veces es precioso para expresar un pésame a la familia cuando hay un entierro o una felicitación a personas que están de fiesta. Sobretodo para el sacerdote, el signo del paz facilita mucho el encuentro con los fieles, exactamente en el expresar una comunión, un compartir, una cercanía. 

 

Estas oportunidades preciosas son consideradas “abusos” en la carta de la Congregación. Si el sacerdote deja el presbiterio (lugar donde se encuentra el altar) estaría alterando la celebración. Pero si Jesus mismo se hizo pan para ofrecer comunión y cercanía, ¿que alteración genera el pobre sacerdote con la misma intención? o ¿los niños que ce acercan al mismo cura para ofrecerle la mejor paz, limpia y sencilla, con sus tiernas manos? ¿Es tan molesto en el Vaticano el ruido de la paz?

 

Es bien llegar a la comunión eucarística con silencio y adoración: si se deja terminar la “confusión” amistosa del signo de la paz, se puede seguir sin problema en el encuentro con el Cuerpo de Cristo Señor: antes mediante los cuerpos de los fieles y después en la realidad sacramental del pan y del vino. 

 

Al final: ¿Que pasará en nuestras comunidades católicas latino americanas, donde tanto nos gusta movernos y abrazarnos para el signo de la paz? 

Como siempre en estos documentos se dice, se exhorta, se pide, se hacen citaciones de otros documentos…, así que hay un buen margen para interpretar. Ejemplo: el sacerdote por una causa razonable, puede dar la paz a algunos fieles pero permaneciendo cerca del altar. Afortunadamente muchas capillas son tan chiquitas y pobres que no se ve donde pueda terminar el circulo sacro que enredaría el cura (presbiterio). Así que razonablemente se podría seguir haciendo todo como somos acostumbrados. Los obispos tendrían que recibir y expresar en sus contextos culturales estas indicaciones y no sabemos cuanto tiempo les servirá (si siguen el ejemplo vaticano podríamos llegar al junio 2020). 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que los problemas verdaderos son otros y no se harán ni un pequeñito escrúpulo para estas preocupaciones vaticanas. Seguirán celebrando la eucaristía mezclando la vida de Dios y las vidas propias, abrazando a Jesus resucitado y a sus queridos hermanas y hermanos. 

 

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Pero ¿cual es el problema que generó tanto trabajo a los funcionarios de la Congregación? 

Al papa Benedicto le pareció que a veces el signo de paz puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. 

Dejamos a lado la consideración si de verdad un tal “problema” merecería 6 años de gastos en estipendio a funcionarios vaticanos y miramos al sentido que la misma carta circular reconoce al signo de la paz. 

 

El gesto «significa la paz, la comunión y la caridad» y justamente se hace antes de comulgar, recibiendo la vida misma del Cristo resucitado, en el signo del pan y del vino. Se reconoce que la realidad de la paz es tan importante que la gente expresa este signo con mucha participación. 

Muy bien. Pero, que pena, con el moverse para ofrecer esta paz más allá del vecino, con el decir unas palabras o con el ofrecer un abrazo avivado, se genera confusión, precisamente ante de la Comunión eucarística. Que pena. 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que este momento a veces es precioso para expresar un pésame a la familia cuando hay un entierro o una felicitación a personas que están de fiesta. Sobretodo para el sacerdote, el signo del paz facilita mucho el encuentro con los fieles, exactamente en el expresar una comunión, un compartir, una cercanía. 

 

Estas oportunidades preciosas son consideradas “abusos” en la carta de la Congregación. Si el sacerdote deja el presbiterio (lugar donde se encuentra el altar) estaría alterando la celebración. Pero si Jesus mismo se hizo pan para ofrecer comunión y cercanía, ¿que alteración genera el pobre sacerdote con la misma intención? o ¿los niños que ce acercan al mismo cura para ofrecerle la mejor paz, limpia y sencilla, con sus tiernas manos? ¿Es tan molesto en el Vaticano el ruido de la paz?

 

Es bien llegar a la comunión eucarística con silencio y adoración: si se deja terminar la “confusión” amistosa del signo de la paz, se puede seguir sin problema en el encuentro con el Cuerpo de Cristo Señor: antes mediante los cuerpos de los fieles y después en la realidad sacramental del pan y del vino. 

 

Al final: ¿Que pasará en nuestras comunidades católicas latino americanas, donde tanto nos gusta movernos y abrazarnos para el signo de la paz? 

Como siempre en estos documentos se dice, se exhorta, se pide, se hacen citaciones de otros documentos…, así que hay un buen margen para interpretar. Ejemplo: el sacerdote por una causa razonable, puede dar la paz a algunos fieles pero permaneciendo cerca del altar. Afortunadamente muchas capillas son tan chiquitas y pobres que no se ve donde pueda terminar el circulo sacro que enredaría el cura (presbiterio). Así que razonablemente se podría seguir haciendo todo como somos acostumbrados. Los obispos tendrían que recibir y expresar en sus contextos culturales estas indicaciones y no sabemos cuanto tiempo les servirá (si siguen el ejemplo vaticano podríamos llegar al junio 2020). 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que los problemas verdaderos son otros y no se harán ni un pequeñito escrúpulo para estas preocupaciones vaticanas. Seguirán celebrando la eucaristía mezclando la vida de Dios y las vidas propias, abrazando a Jesus resucitado y a sus queridos hermanas y hermanos. 

 

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El papa Benedicto lo pidió y el papa Francisco lo aprobó: en la misa católica hay que ofrecer un signo de paz calladito y tranquilo, sin moverse. Desde el mayo 2008 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, empezó estudio y consultaciones para solucionar al problema. Al final, el 7 de junio de 2014, el papa Francisco aprobó la carta circular con las disposiciones oficiales. 

 

Pero ¿cual es el problema que generó tanto trabajo a los funcionarios de la Congregación? 

Al papa Benedicto le pareció que a veces el signo de paz puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. 

Dejamos a lado la consideración si de verdad un tal “problema” merecería 6 años de gastos en estipendio a funcionarios vaticanos y miramos al sentido que la misma carta circular reconoce al signo de la paz. 

 

El gesto «significa la paz, la comunión y la caridad» y justamente se hace antes de comulgar, recibiendo la vida misma del Cristo resucitado, en el signo del pan y del vino. Se reconoce que la realidad de la paz es tan importante que la gente expresa este signo con mucha participación. 

Muy bien. Pero, que pena, con el moverse para ofrecer esta paz más allá del vecino, con el decir unas palabras o con el ofrecer un abrazo avivado, se genera confusión, precisamente ante de la Comunión eucarística. Que pena. 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que este momento a veces es precioso para expresar un pésame a la familia cuando hay un entierro o una felicitación a personas que están de fiesta. Sobretodo para el sacerdote, el signo del paz facilita mucho el encuentro con los fieles, exactamente en el expresar una comunión, un compartir, una cercanía. 

 

Estas oportunidades preciosas son consideradas “abusos” en la carta de la Congregación. Si el sacerdote deja el presbiterio (lugar donde se encuentra el altar) estaría alterando la celebración. Pero si Jesus mismo se hizo pan para ofrecer comunión y cercanía, ¿que alteración genera el pobre sacerdote con la misma intención? o ¿los niños que ce acercan al mismo cura para ofrecerle la mejor paz, limpia y sencilla, con sus tiernas manos? ¿Es tan molesto en el Vaticano el ruido de la paz?

 

Es bien llegar a la comunión eucarística con silencio y adoración: si se deja terminar la “confusión” amistosa del signo de la paz, se puede seguir sin problema en el encuentro con el Cuerpo de Cristo Señor: antes mediante los cuerpos de los fieles y después en la realidad sacramental del pan y del vino. 

 

Al final: ¿Que pasará en nuestras comunidades católicas latino americanas, donde tanto nos gusta movernos y abrazarnos para el signo de la paz? 

Como siempre en estos documentos se dice, se exhorta, se pide, se hacen citaciones de otros documentos…, así que hay un buen margen para interpretar. Ejemplo: el sacerdote por una causa razonable, puede dar la paz a algunos fieles pero permaneciendo cerca del altar. Afortunadamente muchas capillas son tan chiquitas y pobres que no se ve donde pueda terminar el circulo sacro que enredaría el cura (presbiterio). Así que razonablemente se podría seguir haciendo todo como somos acostumbrados. Los obispos tendrían que recibir y expresar en sus contextos culturales estas indicaciones y no sabemos cuanto tiempo les servirá (si siguen el ejemplo vaticano podríamos llegar al junio 2020). 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que los problemas verdaderos son otros y no se harán ni un pequeñito escrúpulo para estas preocupaciones vaticanas. Seguirán celebrando la eucaristía mezclando la vida de Dios y las vidas propias, abrazando a Jesus resucitado y a sus queridos hermanas y hermanos. 

 

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Pero ¿cual es el problema que generó tanto trabajo a los funcionarios de la Congregación? 

Al papa Benedicto le pareció que a veces el signo de paz puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. 

Dejamos a lado la consideración si de verdad un tal “problema” merecería 6 años de gastos en estipendio a funcionarios vaticanos y miramos al sentido que la misma carta circular reconoce al signo de la paz. 

 

El gesto «significa la paz, la comunión y la caridad» y justamente se hace antes de comulgar, recibiendo la vida misma del Cristo resucitado, en el signo del pan y del vino. Se reconoce que la realidad de la paz es tan importante que la gente expresa este signo con mucha participación. 

Muy bien. Pero, que pena, con el moverse para ofrecer esta paz más allá del vecino, con el decir unas palabras o con el ofrecer un abrazo avivado, se genera confusión, precisamente ante de la Comunión eucarística. Que pena. 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que este momento a veces es precioso para expresar un pésame a la familia cuando hay un entierro o una felicitación a personas que están de fiesta. Sobretodo para el sacerdote, el signo del paz facilita mucho el encuentro con los fieles, exactamente en el expresar una comunión, un compartir, una cercanía. 

 

Estas oportunidades preciosas son consideradas “abusos” en la carta de la Congregación. Si el sacerdote deja el presbiterio (lugar donde se encuentra el altar) estaría alterando la celebración. Pero si Jesus mismo se hizo pan para ofrecer comunión y cercanía, ¿que alteración genera el pobre sacerdote con la misma intención? o ¿los niños que ce acercan al mismo cura para ofrecerle la mejor paz, limpia y sencilla, con sus tiernas manos? ¿Es tan molesto en el Vaticano el ruido de la paz?

 

Es bien llegar a la comunión eucarística con silencio y adoración: si se deja terminar la “confusión” amistosa del signo de la paz, se puede seguir sin problema en el encuentro con el Cuerpo de Cristo Señor: antes mediante los cuerpos de los fieles y después en la realidad sacramental del pan y del vino. 

 

Al final: ¿Que pasará en nuestras comunidades católicas latino americanas, donde tanto nos gusta movernos y abrazarnos para el signo de la paz? 

Como siempre en estos documentos se dice, se exhorta, se pide, se hacen citaciones de otros documentos…, así que hay un buen margen para interpretar. Ejemplo: el sacerdote por una causa razonable, puede dar la paz a algunos fieles pero permaneciendo cerca del altar. Afortunadamente muchas capillas son tan chiquitas y pobres que no se ve donde pueda terminar el circulo sacro que enredaría el cura (presbiterio). Así que razonablemente se podría seguir haciendo todo como somos acostumbrados. Los obispos tendrían que recibir y expresar en sus contextos culturales estas indicaciones y no sabemos cuanto tiempo les servirá (si siguen el ejemplo vaticano podríamos llegar al junio 2020). 

 

Los que participan a la celebración católica de la eucaristía saben que los problemas verdaderos son otros y no se harán ni un pequeñito escrúpulo para estas preocupaciones vaticanas. Seguirán celebrando la eucaristía mezclando la vida de Dios y las vidas propias, abrazando a Jesus resucitado y a sus queridos hermanas y hermanos. 

 

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