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Sugieren a Padres de familia que sus niños utilicen dispositivos, después del Año y medio de Edad

El psiquiatra francés Serge Tisseron publicó la regla «3-6-9-12», una guía para saber cómo dosificar, según las edades, la introducción de las pantallas en la vida de los chicos. El primero de los pasos advertía: antes de los 3 años, nada. En 2011, la Academia Americana de Pediatría (AAP) corrió la edad de inicio y fijó ese límite en los 2 años. La semana pasada, es decir, cinco años después y cuando la ONU estima que para fines de este año la mitad de la población mundial estará conectada a Internet, la AAP publicó un nuevo documento con consejos para el uso de tabletas, celulares y otras pantallas a las que pueden acceder los chicos.

En el escrito, los expertos recomiendan evitar la exposición a las pantallas «todo lo que se pueda» hasta los 18 meses de edad. Sin embargo, aceptan o más bien consideran que puede haber excepciones, como el contacto que puede generarse a través de videochats para comunicarse con familiares o amigos.

De estrictos a realistas. Ésa podría ser una de las primeras lecturas del informe elaborado por la AAP -que será publicado en forma completa este mes en la revista Pediatrics- ante la constante inquietud de los padres para hacer frente a la relación de sus hijos con la tecnología. Pero el debate sigue abierto y se instala en los hogares como una fuente de tensión en la crianza.

«Es muy difícil para los pediatras establecer ciertas recomendaciones, y la flexibilización en la edad de inicio que hace la AAP está relacionada con la necesidad de no demonizar al objeto, ya que un videochat con algún familiar que vive lejos puede ser algo muy positivo para el contacto de ese chico con el abuelo o la tía, por ejemplo -opina el doctor Mario Elmo, miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría-. Lo que sucede es que en términos médicos los dos primeros años de vida son un período sensible para el desarrollo del sistema nervioso y la construcción del psiquismo. A esa edad, el chico comienza a construir la percepción del mundo exterior, lo que requiere del vínculo directo con el adulto y su interacción. Nada se aprende de las pantallas.»

Nicolás Barberis es dueño de una empresa de seguridad informática y padre de tres hijos de 8, 5 y 2 años. Con el mayor, confiesa, si bien fueron «más reticentes» para habilitar ese primer contacto con la pantalla, a los cuatro años los Reyes Magos llegaron con una tableta de regalo. «Cada paso que dábamos lo cuestionábamos más. La más chiquita hace un tiempo que sabe cómo desbloquear el celular de la madre y cada vez que se me acerca y me dice «Libre soy» significa que quiere ver el video de la canción de la película Frozen. Cada vez que tiene un dispositivo en la mano está acompañada por nosotros y nunca la dejamos sola. Pero no nos parece mal que tenga acceso. Es más: creemos que negárselo sería algo antinatural, hasta hipócrita», señala Barberis.

Para Elmo, la clave está en la atención compartida, en la relación que se establece entre el adulto y el chico con ese objeto, ya sea una tableta o un juguete. «Si el contenido es de calidad y se trata de un momento compartido, no hay ningún riesgo. Si en cambio el dispositivo se usa para resolver un conflicto, un berrinche o se transforma en una herramienta para salir de los problemas cotidianos, su uso es totalmente perjudicial.»

Tensión entre generaciones

Una investigación que hizo la fundación Chicos.net -junto con Fibertel y Disney- sobre las formas en que usan la tecnología los padres de la generación X y sus hijos, miembros de la Z, reflexiona sobre el lugar que ocupa la tecnología en los hogares, que suele instalarse como una fuente de tensión en la crianza entre las dos generaciones. A los adultos, las nuevas formas de comunicarse, de entretenerse y de socializar mediante la tecnología les generan tanto entusiasmo como recelo, y ésa es la razón por la que las idealizan y condenan en igual medida. Hay registro de haber vivido sin ellas, y aprender a usarlas fue una conquista a la que no se quiere renunciar.

«Muchas veces siento que mis hijos están atrapados por esa red tecnológica, y es ahí cuando idealizo mi propia infancia offline -confiesa Leticia Márquez, de 39 años y madre de dos chicas de 2 y 6 años-. Somos contradictorios. Somos nosotros mismos los que les compramos los dispositivos y les habilitamos su uso desde la primera infancia. Que les damos el ejemplo de vivir conectados con nuestro celular, tanto cuando estamos trabajando como cuando estamos descansando. Pero nos asustamos de verlos tan enganchados con esas imágenes y de repente se las prohibimos.»

En tanto, Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil, adhiere a la corriente francesa del «3-6-9-12»; aunque reconoce que se trata de una regla muy fácil de recordar, es difícil de poner en práctica (ver aparte). «Las pantallas interfieren en el desarrollo motriz y el contacto con las tres dimensiones. Por eso, antes de los tres años, nada. Si los chicos están en etapa de jardín de infantes, yo recomiendo no equipar la habitación con tecnología, y a medida que van creciendo todo debe ser consensuado -dice-. Acompañarlos no es sólo restringir o poner filtros. Hay que dialogar, y así como es tan frecuente que un padre le pregunte a su hijo: «¿cómo te fue en la escuela?», también debemos preguntar: «¿Qué hiciste hoy en Internet?». Es tan importante como la prueba de matemática, y eso no debemos negarlo.»

Para la autora del libro Los chicos y las pantallas, cada nueva tecnología que apareció en la historia de la humanidad generó conflictos entre las distintas generaciones. «Cuando los niños de hoy sean los adultos del mañana, seguramente se enfrentarán con otros desafíos, y el choque entre culturas se debatirá por otras cuestiones. Lo importante es no ignorarlas. Las pantallas están entre nosotros y seguirán multiplicándose», señala la especialista.

La regla del «3-6-9-12»

Corriente francesa

Una guía para los padres sobre las edades adecuadas para el uso de cada una de las tecnologías fue divulgada por la Asociación Francesa de Pediatría Ambulatoria (AFPA).

Paso a paso

Antes de los 3 años, nada de pantallas. No usar consolas antes de los 6. Prohibido Internet antes de los 9, y a partir de allí la conexión debe ser siempre en compañía de un adulto. Luego de los 12 años, podrán ingresar solos a la Web, pero su uso debe ser con prudencia y se deberá consensuar reglas de uso, horarios y contenidos que se consumen.

Antes de los 18 meses

Nada de pantallas. La excepción está en la comunicación a través de videochats con familiares o amigos, que pueden llegar a favorecer el contacto a distancia

18 y 24 meses

Se recomienda que consuman contenido de alta calidad en Internet y, siempre, en compañía de un adulto

2 y 5 años

No deben consumir contenidos más de una hora diaria. Y siempre es aconsejable acompañar a los hijos para ayudarlos a entender lo que miran

A partir de los 6 años

Equilibrio y sentido común. Que haya límites entre el tiempo de consumo y el tipo de contenidos, sin que afecten el sueño, la actividad física y las relaciones interpersonales.

 

Fuente: La Nación

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