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¿TERRORISTA QUIÉN?

A diario escuchamos los dirigentes políticos y militares de Colombia calificar como “terroristas” a los mismos que, en la Habana, están presentes como interlocutores, para buscar un acuerdo de paz y así acabar con el conflicto que desde más de 50 años afecta al pueblo. Pero ¿que tal esto?
 
Una mesa de paz surge desde algo reconocido como un conflicto, como una guerra. De hecho la tenemos. A la violencia y a la injusticia que afectaron al pueblo en los años sesenta, reaccionó la insurgencia armada, en búsqueda de defensa y justicia social. Así que, en una guerra civil como la que tenemos en Colombia, calificar al “enemigo” como “terrorista”, como no más que un criminal, parece contradictorio y sospechoso. 
 
¿Será un caso de “esquizofrenia” politica? Vamos a ver. 
 
Según la Red Nacional de Información para la Atención y Reparación a las Víctimas (RNI), acto terrorista es el “uso sistemático del terror para coaccionar a sociedades o gobiernos, perpetuado por una organización como medio de promocionar sus objetivos, que se produce en ausencia de guerra”. 
 
Parece muy logica la consideración conclusiva: “en ausencia de guerra”. En realidad, cuando hay un conflicto, se produce dramáticamente una cantidad enorme de hechos violentos y destructivos que merecen toda condena y reproche y que todavía no se califican como terroristas.
 
También hay que considerar que siempre una guerra afecta sobretodo a la población civil. En cualquier epoca y latitud geografica, esto ocurre con bastante evidencia: todas las partes en conflicto afectan a los civiles con sus acciones violentas. El daño a la población es directamente proporcional al poder militar que las partes detienen. 
 
Con fecha 24 de junio 2015, fue publicado un informe de Human Rights Watch titulado: “El rol de los altos mandos en falsos positivos: Evidencias de responsabilidad de generales y coroneles del Ejército colombiano por ejecuciones de civiles”. 
Las consideraciones al margen del informe son pesadas y cierto no están hechas por un integrante de las FARC. “Los falsos positivos representan uno de los episodios más nefastos de atrocidades masivas en el hemisferio occidental de los últimos años, y hay cada vez más evidencias de que altos oficiales del Ejército serían responsables de estos hechos atroces. No obstante, los oficiales del Ejército que estaban al mando cuando sucedieron las ejecuciones han conseguido eludir la acción de la justicia e incluso han ascendido a los niveles más altos del mando militar, incluidos los actuales comandantes del Ejército Nacional y de las Fuerzas Militares” (José Miguel Vivanco, director ejecutivo de la división de las Américas de Human Rights Watch). 
 
¿Hay o no hay un conflicto armado en Colombia?” Si no hay, no se entiende que sería la mesa para un acuerdo de paz en la Habana; si hay, no se entiende porque los hechos violentos de una parte son terroristas y los hechos violentos de la otra no. 
 
Otro tema, sin sentido en una guerra, es el “cese del fuego unilateral”. Si estamos en un conflicto y una parte deja de disparar pero la ora no, es clara la ventaja de la que sigue disparando: va a matar y a destruir al enemigo con mayor facilidad. El cese del fuego unilateral declarado por las FARC solo habría podido fracasar y de hecho fracasó. 
 
En una guerra, el unico cese del fuego que tenga sentido es bilateral, como tregua o, mejor, a tiempo indeterminado. Si una de las partes en conflicto no quiere el cese del fuego bilateral, sencillamente no quiere el cese del fuego, quiere seguir en la guerra. 
 
Si alguien quiere seguir en la guerra, significa que tiene sus intereses económicos y los persigue por encima del bien común y de los demás derechos. 
 
A veces escuchamos a las autoridades civiles y militares de Colombia preguntar si la guerrilla quiere la paz. Queda una duda. Lo que parece cierto es que nuestros dirigentes no la quieren. 
 

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