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Tecnología, ciencia y burocracia para conseguir certificados alimentarios

por Redacción BL
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Madrid, 24 sep (EFEAGRO).- Conocer los procesos administrativos y cumplir con los rigurosos criterios científicos son la base para lograr desarrollar productos alimentarios que puedan incluir declaraciones de propiedades saludables o alegaciones de salud, según han apuntado expertos del centro tecnológico Ainia.

Durante su participación este jueves en el seminario virtual «Alegaciones de salud, health claims, sobre ingredientes y alimentos», los ponentes han explicado los procesos para conseguir los certificados que emite la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

En este sentido, ha aludido a un estudio (de 285 usuarios interesados en llevar hábitos de vida saludables) sobre la percepción de los consumidores acerca de estos certificados, que refleja a un usuario que compra estos productos pero que no siempre acaba de confiar o entender la fiabilidad relativa a ese sello.





«La frecuencia de consumo de alimentos y bebidas con declaraciones nutricionales es inferior a la importancia que los consumidores les dan», ha explicado la responsable de Investigación de Mercados del centro tecnológico, Cristina Jodar.

Para la especialista en I+D de Ainia Maite Navarro, ahora el consumidor ya es consciente de «la relación directa que existe entre la dieta y la salud», por lo que busca alimentos «más saludables, más naturales, pero también con elevadas propiedades sensoriales».

Un elemento que asimismo está en la base de la innovación en los productos alimentarios, ya que las empresas han pasado de crear necesidades a guiarse por las demandas del público.

En el encuentro se han subrayado que los alimentos funcionales han experimentado un crecimiento «exponencial» en los últimos años y, en el caso de Europa, se han enfocado a una demanda de productos relacionados con «energía» y «funcional», con los «snacks», los lácteos o las «bebidas deportivas» como las más demandadas.

Los expertos han situado dos cuestiones básicas a la hora de comenzar el desarrollo de un producto: el diseño y desarrollo del alimentos y la evaluación de la bioaccesibilidad y la funcionalidad, a través de ensayos clínicos o cultivos celulares.

Según ha explicado Navarro, habría que realizar una fase de investigación, seguida de una identificación de la tipología del producto y su funcionalidad, el análisis del diseño de experiencias, el desarrollo de productos funcionales y, por último, el escalado industrial.





La tecnología es vital e implica desde la inteligencia de datos y la transformación digital de procesos (como centralizar la información o el blockchain) hasta la monitorización del entorno digital, para saber «gestionar de forma más precisa todo el proceso de innovación».

El analista de datos de Ainia César Asensio ha recalcado que todas estas soluciones digitales pretenden afrontar algunos problemas que se suelen dar en la industria alimentaria como la baja tasa de éxito en nuevos productos, los elevados tiempos de gestión y decisión, o los elevados costes por encima de las previsiones.

En el caso de los procesos administrativos, el responsable del Departamento de Derecho Alimentario José María Ferrer ha recalcado que, en el caso de España, como Estado Miembro, depende de la EFSA, por lo que quien quiera solicitar un certificado tiene que preparar un dossier científico-técnico.

La EFSA tendrá que certificar que se ajusta a la regulación, guías y manuales comunitarias; después, comprobar la evaluación científica «de manera pormenorizada» y superar, finalmente, una opinión científica, «que puede ser positiva o negativa».

El fin de toda este proceso, sin embargo, no está ahí -«un error común», según Ferrer-, sino que finaliza cuando se publica en el Diario Oficial de la Unión Europea con su disposición legal.





En cuanto a los aspectos sanitarios de esta cuestión, la experta del instituto de investigación Idipaz Carmen Gómez ha recalcado que el desarrollo de esta clase de productos es clave frente a las perspectivas poblacionales a futuro para mejorar la calidad de vida, ya que se espera que para el año 2050 habrá 10.000 millones de habitantes en el mundo.

A su juicio, la alimentación ha pasado de jugar únicamente un rol de «suficiencia» para suplir «carencias nutricionales» a otro que va con objetivos de salud específicos, como complementos alimenticios o dietéticos, todo esto «luchando por la sostenibilidad del planeta».EFEAGRO





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