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La pandemia que les movió el piso a los bailarines y músicos en Cali – Cali – Colombia

por Redacción BL
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La pandemia que les movió el piso a los bailarines y músicos en Cali - Cali - Colombia


Marcela Grisales Murcia y Jhon Jaíder Escobar, campeones mundiales de salsa, vivían del baile y en la pista nació el amor cuando dieron sus primeros pasos en la academia del barrio El Poblado, en el Distrito de Aguablanca, oriente de Cali. Ahora ambos trabajan en otras tareas.

Jeffeson Minotta, otro mundialista, subsiste de la chatarra. Dejar el arte para vivir de oficios varios les ha tocado al menos a 5.000 bailarines de salsa, ballet, tango, reguetón, salsa choke y ritmos tropicales. Fue este año cuando se daban pasos para convertir el movimiento dancístico en patrimonio cultural.

El covid-19 marcó una parálisis que hiere ese horizonte. La celebración de la misma Feria de Cali está en un debate, en el que algunos apuntan que es botar una millonada cuando mucha gente soporta necesidades.

En las escuelas de salsa, tango, ballet y otros rtimos en Cali no solo se enseña a bailar. Son los espacios donde se ha cambiado el rumbo de historias de vida de quienes han brillado en escenarios y espectáculos del mundo, dicen los gestores de la cultura.

Los maestros y directores de las más de 200 academias locales se precian de alejar de peligros como las pandillas en las calles o las ‘oficinas de cobro’ con sicariatos y redes de narcotráfico. Se genera empleo entre artistas, gestores, diseñadores de vestidos y calzado, y otros que hacen parte de una industria cultural. 

Un registro dice que son más de 300 coreógrafos, 250 instructores, 90 orquestas, 97 salsotecas y más de 6.500 estudiantes.No están contados modistas, sastres ni zapateros.

Más allá, se anida una cultura, de esencia musical, con su melomanía, sus producciones artísticas y literarias, con sus estilos y componentes de industria en vestuario, calzado y escenografía, anota el escritor Umberto Valverde, biógrafo de Celia Cruz. Es la rumba que se mete en las casas de los barrios o sale de pinta alegre a los rumbeaderos, ahora en días de ocaso.

En las escuelas, en casas o garajes o casetas, desde hace más de ocho meses no suena una sola nota en sus paredes. Esa fue una paradoja  en este julio cuando el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC) aceptó la postulación del ‘Complejo Musical Dancístico de la salsa caleña’, como un primer paso para que sea reconocida como Patrimonio Cultural.

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Antes de la crisis sanitaria se venía de febrero cuando los bailarines de Mulato y Swing Latino, al lado de Shakira y Jennifer López, se lucieron en el Super Bowl de Estados Unidos.

Jefferson Minotta, bailarín mundialista

Jefferson, de la salsa a la chatarra

Para Jefferson Minotta, ganador en múltiples ocasiones del Mundial de Salsa, el virus le mostró una habilidad distinta a la de sus pasos electrizantes y revolucionados para: ser “el mejor conductor de Cali”, tal como lo asegura, con su sonrisa y energía salsera.

“Estoy trabajando en la chatarra ahora, que es lo que me da para ser ‘sabrosón’. Yo voy en un camioncito y recorremos Cali. Es una lotería, porque uno va desde las 7:30 de la mañana, incluso, hasta Buenaventura, y así como hoy te puede ir bien, mañana no sabemos”, comenta. 

El artista, de 32 años, a quien Luis ‘Mulato’ Hernández lo bautizó como ‘Chamán’, indica que toda la chatarra adquirida va al barrio El Sucre, donde un amigo. “Hay días buenos pero ojo, hay que sacar el plante, la comida, el desayuno…todo es relativo. Solo camello con el dueño del carro”, dice.

Con la pandemia,  Minotta se vio sumergido en deudas y necesidades, atender a de sus dos hijas, así que no dudó en trabajar con el esposo de su tía quien tiene habilidades de ser “buen pregonero y el mejor comprando chatarra”.

Al baile entró desde la niñez en el barrio Ricardo Balcázar. “Son más de 20 años. Estuve en la escuela Euforia Latina y de ahí a Swing Latino, para luego ir a Tropical Swing”, explica.

Fue campeón Mundial de Salsa en dos ocasiones, con Swing Latino. Uno en Cali y otro en Estados Unidos. También ganó en dos ocasiones en pareja.

A pesar de la difícil situación, Jefferson no pierde la sonrisa y mantiene su vínculo con la salsa, a través de clases y talleres que dicta en Tropical Swing, tras largas jornadas con la chatarra.

Marcela Grisales Murcia y Jhon Jaider Escobar

Marcela Grisales Murcia y Jhon Jaider Escobar debieron dejar el baile. Ella ahora es auxiliar de enfermería y el conductor pero anhelan volver.

Pareja mundialista en otros trabajos

Marcela Grisales Murcia y Jhon Jaíder Escobar se conocieron en la escuela de Afrosalsa Latina, dirigida por Carlos Estacio, en el barrio El Poblado I.

Durante 11 años se ganaron campeonatos en mundiales de salsa y vivían felices en su profesión como bailarines pero llegó la pandemia cuando estaban en Ensálsate, un espectáculo donde se combinan la salsa, el tango y ritmos colombianos..

Al principio, mercados y el ánimo de los padres ayudaban, pero poco a poco ya debieron mirar otros caminos porque tienen un hijo. Marcela, gracias a estudios como auxiliar de enfermería, se acaba de ubicar mientras que Jhon Jaíder, como estaban pagando un carro, trabaja con una plataforma para cumplir con las cuotas.

Ellos no dejan de soñar en regresar a los espectáculos y al arte que les ha dado la posibilidad de ser campeones.

La Feria de Cali se convirtió en un debate cuando el alcalde Jorge Iván Ospina anunció que se realizará y dijo que no se puede ver como un gasto, sino una inversión en los artistas y  gestores culturales,  así como en hacer marketing de ciudad.

Los  $11.000 millones para el evento serán para  bailarines, músicos, cantantes, logística y transmisiones de los desfiles y conciertos durante los seis días del evento.

El concejal Fernando Tamayo pide aplicar una lupa a la inversión pero admite que  7 cada 10 empleos en el sector cultural se perdieron a causa del confinamiento y las restricciones que aún siguen por el Covid-19.  La concejala Diana Rojas considera que se debe estar al tanto de la invesión y que la misma llegue al sector cultural.

Mientras que el concejal Roberto Ortiz opina que es un exceso en medio de los aprietos e inseguridad. Propone que con ese dinero se compren 1.100 motos de $10 millones para quitarle al miedo a la ciudad ante la delincuencia.

El secretario de Cultura, Jose Darwin Lenis, sostiene que la Feria es una gran plataforma de visibilidad de la ciudad y los bailarines que han creado una forma de bailar para llegar  ser Capital Mundial de la Salsa. Es más que un evento, es una tradición».

No ha faltado la creatividad para recobrar ritmo como el Récord Guinnes de la Fundación Delirio, al congregar el mayor número de videos de personas bailando la misma canción, en redes, durante una hora, como primera marca de este formato en América Latina.

La Compañía Artística El Mulato y Swing Latino ofrece clases en busca de conquistar los mercados europeo y asiático, de la mano de Procolombia. La inversión en lo virtual no es baja. Se requiere contratar un teatro, pagar cámaras y pagarles a los artistas, pagar unos contenidos y eso requiere recursos.

«Como a toda la humanidad esto nos tomó por sorpresa y no estábamos preparados para la virtualidad. Para mí, las artes escénicas tienen su esencia en el encuentro de sus artistas y el público, en los viajes y giras a lugares a veces inimaginables. Sin embargo, en nuestro caso teníamos el registro de obras grabadas y que hemos tratado de circular con algunas empresas de manera privada», anota Edwin Chica, director de Tango Vivo y Salsa Viva, campeón Mundial de Tango al lado de su esposa Lina Valencia, y como gestores del espectáculo internacional Ensálsate.

Para Chica, es aceptable la veeduría de los recursos, pero frenar la Feria «es desconocer la identidad de una ciudad entera, golpeada economia y emocionalmente».

Nhora Alejandra Tovar, comunicadora, bailarina y emprendedora, busca un giro en este crisis. Se pone nostálgica al recordar esos días de su academia Arrebato Caleño., donde europeos y hasta chinos han aprendido a bailar.

Ella, que bautizó ese sitio con el nombre de la legendaria bailadora Amparo Ramos, a quien los portorriqueños Richie Ray y Bobby Cruz popularizaron con su canción ‘Amparo Arrebato’, ha buscado caminos, en la tradicional loma de San Antonio, que empieza en la calle quinta, a la que le han sonado canciones de Grupo Niche y Guayacán.

La lista de academias en aprietos es larga. «Magia Latina, Aguanilé Club Deportivo, Sabor Latino, Alma Latin Show, Jacaranda, Sabor y Swing tuvieron que entregar sus locales, perder lo que habían invertido y tener la incertidumbre de no volver a salir a la pista. Hoy nuestras escuelas están agonizando», escribe Nhora y apunta: «No es sencillo decir, porque es parte de mi vida, mi alma, mi amor».

Panorama en días de pandemia

Panorama en días de pandemia.

La crisis sanitaria tiene cavilando a tres asociaciones de baile: Asosalcali, Asobasalsa y Fedesalsa. En el registro oficial se reseñan 127 escuelas, la mayoría de barrios. Pero antes de esta parálisis eran más porque no falta la escuelita anónima. Todas llevan el sueño de clasificar al Salsódromo, el evento que inaugura la Feria de Cali todos los 25 de diciembre, donde brota la magia, el colorido y los inimitables movimientos del llamado bailao caleño.

Los dos metros de distancia tocaron hasta las viejotecas de viernes a domingos, en horario zanahorio de 2:00 de la tarde a las 10:00 de la noche. «Era nuestro fin de semana. Nos poníamos la camisa brillante y los zapatos de punta blanca, en una rumba sin peleas», cuenta Aldemar Cortés, bailarín de la Vieja Guardia.

Carlos Alberto Estacio, doble campeón mundial de salsa, coordinador de Danza de la Secretaría de Cultura y expresidente de la Asociación Colombiana de Bailarines de Salsa (Asobasalsa), habla del remezón. «Las escuelas de salsa son las más azotadas, porque el sustento deriva de clases, espectáculos y competiciones…y todo se vino a pique. A varios directores les ha tocado buscar en las ventas, la construcción y otros en los domiciliarios».

clases de salsa a lo virtual

Viviana Vargas, ganadora de múltiples campeonatos y directora de la fundación artística Stilo y Sabor, dicta clases de manera virtual.

En mayo se hizo la ‘Bailatón’, por Telepacífico, con ocho directores, para recoger fondos».

El panorama tiene sus contrastes. Al propio gobierno de Jorge Iván Ospina le ha tocado desactivar más de 1.000 fiestas en los operativos de caza-covid, con apoyo de la Policía y funcionarios de Salud Pública. También cerrar discotecas porque no cumplen los protocolos de bioseguridad.

Este ‘guayabo’, como lo llaman algunos salseros, ocurre cuando están adelantadas las etapas 1 y 2 del Centro de Danza y Coreografía ‘La Licorera’, que hoy tiene cinco salas de ensayo para los bailarines y bailadores. Es un proyecto que supera los 15.000 millones de pesos.

La gobernadora Clara Luz Roldán tiene la convicción de abrirlo pronto porque “es un espacio que el Valle del Cauca estaba necesitando, somos cultura, somos danza. Aquí vamos a poder hacer grandes presentaciones y eventos”.

La secretaria de Cultura del Valle, Neira Gisell Ramírez, cuenta que el Centro avanza en el acondicionamiento e implementación de medidas. “La idea es que se generen aquí los diferentes festivales y actividades artísticas”.

El gremio constituyó la Mesa del Arte, la Cultura y el Entretenimiento, en la que confluyen sectores del teatro, baile, música, circo y empresarios. Así se presentaron diferentes propuestas desde el inicio de la crisis a Gobernación, Alcaldía y Ministerio.

Los salseros sienten que en esta etapa de reactivación de sectores, todavía no hay una salida. Pero no están dispuestos a dejar que se borre el lugar conquistado en la cultura colombiana.

«Aquí se aprende a bailar antes que a leer y escribir”, ha escrito el investigador Alejandro Ulloa, considerado el más dedicado de los académicos a describir ese proceso cultural de la salsa.

Y se puede acudir al académico cuando se le preguntó sobre si la salsa se sostendrá: «No se puede vaticinar en el campo de la cultura, pero sí se pueden observar tendencias, transformaciones, porque la dinámica social y cultural es así. Uno puede constatar que la salsa tiene gran importancia en los sectores populares de la ciudad, hay sitios llenos los fines de semana además, hay nuevas generaciones de bailarines, permite pensar que esto no se acaba tan rápido».

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