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En Pereira hay oportunidad de salvarse

por Redacción BL
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Noticias de Colombia

Liliana Cardona Marín

Los colombianos son conocidos mundialmente por su don de gentes, internamente hay una solidaridad implícita para los tiempos difíciles que en varias ocasiones ha desbordado las expectativas. Donar los órganos de los seres queridos es un acto noble, meritorio, voluntario, solidario y altruista, porque es aceptar que en medio del inmenso dolor de la pérdida, se hagan los procedimientos. Un solo donante logra darle una segunda oportunidad de vida a 55 personas receptoras de órganos y tejidos.

Ley 1805 de 2016 expresa que la donación de órganos ahora es obligatoria. Una vez que todo colombiano que fallece se convierte en donante, excepto si manifestó su negativa en vida, de no ser así, ningún familiar puede oponerse a que se haga el trámite.

La Perla del Otún es sinónimo de desarrollo en la región y es precisamente esa cualidad la que posiciona a la Clínica Los Rosales, como la única en el Eje Cafetero que ha realizado cuatro exitosos procesos de trasplante renal, gracias al trabajo de un equipo compuesto por alrededor de 30 profesionales, bajo la coordinación de la doctora Sandra Vanessa Gómez, quien también trabaja para la Secretaría de Salud del Municipio en el tema de la cultura de la donación de órganos. Esta entidad también se encarga de la dispensación de los medicamentos necesarios y obligatorios para que el trasplante tenga éxito, lo que le evita a los pacientes tener dificultades con el tratamiento.

Rafael, el porfiado de la vida

El primer trasplante lo esperó durante 20 meses, después de empezar la diálisis a causa de una poliquistosis renal. Él se encontraba de cuarto en la lista de espera y definitivamente la vida lo andaba buscando, porque llamaron al primer paciente y no contestó, el segundo estaba enfermo y el tercero había fallecido. Esa segunda oportunidad la tuvo hace 14 años, el riñón procedía de un paciente fallecido y el riñón trabajó bien durante 12 años, pero  hace dos empezó a fallar,  entonces comenzó de nuevo el protocolo para otro trasplante, por ello ahora está nuevamente en hemodiálisis y debe mandar suero a la Clínica para calificar. Hace muchos años antes de vivir la situación en carne propia, era socorrista de la Cruz Roja Nacional y cuando se le pregunta si en vez de ser receptor  habría donado, no titubea: “Si uno no vive para servir, no sirve para vivir, es una premisa que traigo desde muy joven”.

Rafaél deja como mensaje a los colombianos que se resisten a la idea de la donación que “Es una falta de conocimiento real del beneficio tan grande que puede hacer una persona después de muerta, pienso que hay que educar y difundir que hay que donar, darle la oportunidad a otra persona”. Este superviviente tiene una anécdota con la doctora Gómez, durante las correrías de concientización que han hecho por Risaralda: “Alguna vez una persona nos dijo que no estaba de acuerdo con la donación de córneas, porque con qué iba a ver en el otro mundo”, concluye en que es muy difícil cambiarle las ideas a los colombianos pero hay que insistir, educar e insistir con la vida, porque el cine y la televisión han desinformado.

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