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Disputas del partido oficilista en Bolivia genera divisiones

por Redacción BL
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Fuertes disputas y declaraciones al interior del partido oficialista en Bolivia, Movimiento Al Socialismo, han evidenciado divisiones y una confrontación entre el presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Moralesy ponen bajo la lupa la gestión del gobierno central.

La tensión subió luego de que Morales denunciara que existe un “plan negro” en su contra, gestado por algunos funcionarios de gobierno y las Fuerzas Armadas.

El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo reaccionó de manera contundente y dijo en un acto público: “Nuestro líder Evo Morales tiene un cáncer que si no se lo trata va a ser terminal y ese cáncer es su exgabinete”.

En reiteradas oportunidades, Morales arremetió contra Del Castillo y pidió su cambio, pero el presidente Luis Arce lo ratificó en el cargo.

Sin embargo, en declaraciones recientes el también jefe nacional del Movimiento Al Socialismo, Evo Morales, dijo que tiene más pruebas sobre el supuesto “plan negro”.

“Cuando se comunica (estos hechos) a algún ministro o ministros, si no aclaran, entonces obligado hay que quejarnos públicamente. Hay otros documentos más todavía que tengo en reserva, esperamos que el gobierno pueda parar estos aviones negros”, dijo el expresidente.

En medio de estas cruces de sospecha, el vocero presidencial Jorge Richter, dijo que el presidente Arce no se referirá públicamente al presunto “plan negro”: “Los bolivianos y las bolivianas no merecen tener a un presidente que esté discutiendo y debatiendo temas menores de forma pública”.

El tercero en disputa es el vicepresidente David Choquehuanca, de origen aymara como Morales, que le está restando influencia al expresidente en los sectores indígenas de occidente, por lo que varios analistas creen que el partido se encamina a la fractura.

Arce fue el cerebro del éxito económico del gobierno de Morales como ministro del área por más de una década, lo que le valio que Morales lo designara candidato para recuperar el poder en los comicios de 2020.

Pero las discrepancias entre ambos fueron creciendo hasta llegar a una suerte de guerra declarada.

“La ruptura está latente entre el presidente del país y el presidente del partido gobernante. Arce tiene la iniciativa estando en funciones, Morales tiene poco que ofrecer”, dijo a The Associated Press el profesor de la Universidad Privada Domingo Savio, Paul Coca.

No obstante, Arce no ha logrado lidiar con las presiones de organizaciones sociales y sindicatos que lidera Morales y que pugnan por espacios de poder, lo que suma conflictividad social en medio de una fragilidad económica, sostuvo la profesora universitaria de Ciencia Política, María Teresa Zegada .

Por su parte, el denominado Pacto de Unidad, conformado por organizaciones sociales afines al partido de gobierno, se convocó a ambos a una reunión para “resolver las diferencias internas”.

Mientras el dirigente de la Seis federaciones del trópico de Cochabamba, Vicente Choque apuntó a dos ministros del gabinete por estas fracturas políticas: “No estamos generalizando, algunos ministros y estamos aclarando que son el ministro de gobierno (Eduardo Del Castillo) y el ministro de justicia (Iván Lima), pero estamos esperando la respuesta del presidente Luis Arce Catacora”.

Por otro lado, los legisladores de oposición criticaron que estas pugnas en el partido oficialista están distrayendo la verdadera gestión pública con temas urgentes que se están postergando. “El MAS está viviendo su propia destrucción interna”, aseguró el diputado de Comunidad Ciudadana, Gustavo Aliaga.

El MAS pierde fuerza

El MAS, la organización política más grande de Bolivia desde el derrumbe de los partidos tradicionales en 2003, dejó de ser una fuerza monolítica tras la crisis de 2019 cuando Morales intentó obtener un cuarto mandato consecutivo en elecciones consideradas fraudulentas por la Organización de los Estados Americanos (OEA).

En medio de la depresión social, que dejó más de una treintena de muertos, Morales renunció a la presidencia y se refugió primero en México y luego en Argentina. Regresó a Bolivia recién tras el triunfo de Arce en 2020 en las elecciones convocadas por la presidenta interina Jeanine Áñez, quien hasta entonces era la titular del Senado.

Áñez fue condenada en junio a 10 años de prisión por incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la constitución por la sesión del Congreso en la que se proclamó presidenta, una sentencia que ha ido cuestionada por organismos internacionales y organizaciones de derechos humanos.

Dividida y debilitada, la oposición no ha levantado la cabeza desde la victoria de Arce en las urnas y el país sigue articulado por el discurso del MAS y su proyecto político.

La crisis no es sólo por el liderazgo del partido sino por el agotamiento del “modelo rentista”, explicó el investigador social Roberto Laserna. El éxito de los gobiernos de Morales y de Arce está basado en una fuerte intervención del Estado en la economía y la exportación de materias primas, cuya bonanza de buenos precios acabó hace mucho. “El gobierno no logra satisfacer las crecientes demandas, pero se niega a cambiar de modelo”.

Arce “está raspando la olla” de las arcadas públicas en medio de una coyuntura internacional de crisis, agregó el economista Gonzalo Chávez.

Bolivia ha tenido una larga estabilidad económica y una de las tasas más bajas de inflación en Sudamérica gracias a las subvenciones a los carburantes, el tipo de cambio fijo con el dólar y el control de precios de algunos alimentos. Pero los expertos sostienen que esa política -que se sostiene con un creciente endeudamiento y la reducción de las reservas internacionales- está agotada.

La mayor oposición al MAS proviene de los poderosos grupos cívicos de la región oriental de Santa Cruz, bastión opositor y motor de la economía de Bolivia, cuyo gobernador Luis Fernando Camacho lideró las protestas que forzaron la renuncia de Morales y está abiertamente enfrentado a Arce.

Mientras tanto, la tensión política en el MAS agita las calles.

“El Evo tiene miedo de que Arce lo haga mejor, tiene miedo de que le quite su lugar”, dijo María Justina, una vendedora de empanadas en un puesto callejero. A lo que un cliente replicó: “Arce no tiene los cojones, es débil, puede hacer mucho pero no quiere”.

[Con información de The Associated Press]

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