En el marco del Día Internacional de la Enfermería, se celebra la labor de aquellos hombres y mujeres cuyo carisma y vocación de servicio son la base del sistema de sanidad del Ejército Nacional. Entre estos dedicados profesionales, destaca la sargento viceprimero Ángela Fernández Duarte, quien ha dedicado 18 años de su vida como auxiliar de enfermería. Actualmente, trabaja en el Dispensario Médico del Batallón de Apoyo y Servicios para el Combate No. 30 en Cúcuta.
Ángela se formó en la Escuela de Enfermería del Hospital Militar Central en Bogotá, donde cursó estudios y especializaciones en la Unidad de Cuidados Intensivos. Recuerda con orgullo su ingreso a la Escuela Militar de Suboficiales Inocencio Chincá, en el curso No. 75, un camino que la llevaría a laborar en diferentes establecimientos de sanidad militar.
El 5 de agosto de 2005, Ángela comenzó su formación militar en Tolemaida, un periodo de seis meses que marcaría el inicio de su trayectoria en el Ejército. Desde entonces, ha trabajado en diversas unidades militares en Manizales, Medellín, Montería y Popayán, reafirmando su compromiso con su labor: “Si desde mi profesión, yo puedo ayudarle a mi soldado que está allá en el teatro de operaciones exponiendo su vida para que todos nosotros estemos en nuestras casitas tranquilos, créeme que uno lo hace con mucho cariño”.
A lo largo de su carrera, Ángela ha atendido a personal militar herido, participado en evacuaciones y brindado apoyo en situaciones de emergencia. En un departamento como Norte de Santander, donde la situación de orden público puede ser compleja, se asegura de que los botiquines estén completos y listos para ofrecer primeros auxilios.
Después de 18 años y 9 meses al servicio médico del personal militar y sus beneficiarios, Ángela ha vivido innumerables experiencias. Cada caso es único y valioso, pero en esta fecha especial que celebra a los auxiliares de enfermería, destaca el recuerdo de un soldado llamado Fabián. Tras sufrir la amputación de una pierna, Fabián se convirtió en su ayudante durante su proceso de rehabilitación. “Lo tengo tan presente y lo recuerdo porque posterior a su recuperación se convirtió en mi ayudante en procesos de rehabilitación, se capacitó, aprendió y le echó ganas para vivir”, relata con emoción.
Con el lema “Salud, Primera Ley” como guía, Ángela expresa su mensaje a sus colegas: mantener la humanización en la atención del personal que requiere sus servicios. Actualmente, sigue recorriendo los pasillos del Dispensario Médico en el cantón militar San Jorge, donde continuará prestando sus servicios hasta que llegue su próximo destino, siempre con la misma dedicación y amor por su vocación.
