Mientras pueda crear como quiera, Oddisee se ha contentado con existir al margen del rap. El rapero y productor de Brooklyn vía Washington, DC, ha tratado su carrera musical independiente como un pequeño negocio mucho antes de que se convirtiera en la norma, con canciones pragmáticas, atléticamente rapeadas y una apretada agenda de giras. No lo encontrará obsesionado con la credibilidad de la industria: «Ser pasado por alto hizo maravillas para mi estima», dice en «Belong to the World» de 2015, uno de varios canciones sobre los beneficios del estrellato de nicho. Incluso en su etapa más joven y audaz, en álbumes como el de 2008 101 y 2009 Liberación Mental, sus alardes estaban atados a la realidad de su educación humilde y área DC alrededores. Pasó de simplemente hacer hip-hop fresco de nuevo a través del avivamiento boom-bap puro hasta reducirlo política, racismoy finalmente, la comodidades de la vida familiar a raps tan concisos y prácticos como la producción amorfa de una banda en vivo que poco a poco ha llegado a preferir.
Pero el vigor de sus primeros días de rap persiste, alimentando un deseo de respeto a regañadientes. En «The Start of Something», la introducción de su décimo álbum de estudio en solitario. A que final, Oddisee vuelve sobre sus pasos a lo largo de una carrera de casi 20 años y se da una charla de ánimo antes del próximo sprint. “Cómo me ven y cómo me escuchan no es la razón por la que estoy trabajando”, dice, redoblando: “Me voy, cómo hacer un millón sin ablandarse”. Por primera vez, suena como si estuviera tratando de convencerse tanto a sí mismo como al oyente. A que final va más allá de ser crudo y honesto sobre la vida, la sociedad o incluso el hip-hop; está demasiado ocupado diseccionando el disco para hacerlo en primer lugar.
Temáticamente, el álbum explora la naturaleza de la ambición y hasta dónde llegaremos para conseguir lo que queremos: una carrera, una relación, tranquilidad. A medida que su trabajo se vuelve más refinadoOddisee ha aceptado ser el juego de rap Sidney Poitierun hombre común que pliega sus propias experiencias de vida en flujos que recuerdan el pasión de viajar de Kendrick Lamar tanto como el reverencia de Hermanito. Su escritura nunca fue oculta, pero rara vez ha sido tan personal. En yuxtaposición con los ritmos limpios y llenos de vida, su nueva apertura hace que algunas de estas revelaciones sean incómodas, incluso discordantes. “People Watching” es el más explícito del grupo, quitando un hacha a la cortesía forzada y terminando con una de sus confesiones más contundentes: “Me convertí en un animador como para esconderme a plena vista… Las rimas no tienen filtro, en la vida real lo mantengo callado. /Siento que he dicho suficiente, es hora de dar un paso atrás en el micrófono”. Pero los momentos más suaves son los más profundos. “Many Hats”, que se inspiró en sus primeras sesiones de terapia, no rehuye hablar de agotamiento laboral y ataques de pánico; “Opciones” enfrenta la ardua batalla de evitar los errores de tus padres. No es particularmente teatral, pero es lo más cerca que estaremos de verlo contra las cuerdas.