Alcaldesa de Barrancominas, Guainía, le debe a medio pueblo – Gobierno – Política


Con una mesa y una silla de plástico, un computador prestado y un rincón en una pequeña habitación, comenzó la vida administrativa del municipio más joven de Colombia, Barrancominas, Guainía, el 1.º de diciembre del 2019, día en el que el presidente Iván Duque asistió a su nacimiento.

En ese cuarto reposa todo el mobiliario de la administración, esa es la sede de la alcaldía, a cargo de una joven de origen indígena, Norela Rodríguez, quien con las uñas y sola trata de enseñarle a su pueblo a dar los primeros pasos como municipio.

Hemos sabido resistir frente a las adversidades que la vida misma nos ha puesto en el camino

“Hemos sabido resistir frente a las adversidades que la vida misma nos ha puesto en el camino”. Eso dijo la joven alcaldesa de apenas 32 años en su discurso ese 1.º de diciembre delante del presidente Duque.

El discurso fue como una premonición de lo que iba a ocurrir. Han pasado casi diez meses y Barrancominas no ha podido despegar. Incluso, dice la alcaldesa, lanzando una voz de alerta, “el municipio acaba de nacer y ni siquiera va a caminar”.

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¿Por qué? El municipio está rodeado por el río Guaviare y la fuerza de sus aguas lo está destruyendo, amenazan un resguardo, el único internado para jóvenes del Vichada y Guainía, la carretera y la pista de aterrizaje, y las obras que se hicieron para contener la erosión no sirvieron.

“El problema es grave, enviamos una carta al Gobierno Nacional alertando sobre la erosión, el presidente Duque lo vio y lo sabe. Si no se le pone cuidado, habrá que pensar en una reubicación del casco urbano”, explica la alcaldesa.

Ese, ya de por sí, es un problema, pero Norela Rodríguez tiene muchos más. A pesar de que le dejaron un presupuesto de 200 millones de pesos, no le han desembolsado un peso, tampoco ha recibido el primer sueldo por su trabajo y está endeudada con casi todo el comercio de Barrancominas.

“Desde que se volvió municipio no he dejado de trabajar después de que asumí la responsabilidad, desde el 1.º de diciembre”, cuenta. Apenas empezó a ejercer tuvo que pedir prestada una silla y una mesa, una amiga le prestó una habitación y los profesores le prestaron un computador que tuvo que devolver porque empezaron las clases. Luego la Armada le prestó uno.

“Pero necesitaba papelería, no tenía ni una hoja ni un lapicero, sin internet, empecé a pedir fiado papel para la impresora, tinta, ya le debo a medio pueblo y a estas alturas ya no aguanto más, me da pena seguir fiando y sin poder pagar. También debo los viajes en avión, en lancha, la comida”, dice. Y luego vinieron problemas más grandes. Como Barrancominas ya no era un corregimiento sino un municipio empezaron a llegarle las peticiones y reclamos. “Los problemas del día a día de la gente, que dónde registro la propiedad, que el registro civil, que el muelle se está cayendo”.

«Aquí yo soy el Estado”, dice Norela, y con toda razón. No tiene sede ni gabinete, ella es la secretaria de Salud, de Educación, de Gobierno, la inspectora. “Yo soy desde la barrendera hasta la alcaldesa”, dice.

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Además, cuenta, la dejaron sola. Buscó acercamientos para un empalme con las antiguas autoridades del corregimiento y ni siquiera le prestaron atención. “Me dijeron usted es una persona ilegal, no sabemos nada, este municipio no tiene ni pies ni cabeza, nadie me ponía cuidado y muchos de los que trabajaron ahí me dijeron que me fuera, pero no me achicopalé por eso”.

Entonces, ¿qué hizo? “Me fui al hotel donde me quedaba y reflexioné, yo había aceptado y no podía abandonar porque yo me iba a arrepentir de eso en algún momento de mi vida”. Y así lo ha hecho, a pesar de que no ha encontrado apoyo ni siquiera en el departamento, en su propia gobernación. Pidió ayuda en principio a abogados y jurídicos de la administración departamental, pero como había que hacer tantas cosas le dijeron que ellos no trabajaban para el nuevo municipio.

En febrero de este año, junto con el Departamento Administrativo de la Función Pública, se logró hacer la hoja de ruta para darle vida administrativa al recién nacido municipio. “Primero había que sacar la personería jurídica, pero para eso me tocaba con la Dian, pero allá me pedían otro documento, el RUT, y así sucesivamente”.

Como muchos de esos requerimientos necesitan de conocimientos jurídicos, la alcaldesa tiene su propio gabinete. Son amigos o excompañeros de estudio o de trabajo, abogados, o familiares de algún miembro de la Armada o del Ejército, que la han apoyado con la redacción de peticiones y decretos. Esos amigos que viven en otras partes del país son su equipo jurídico ad honorem.

¿Cómo llegó a la alcaldía? “Mis autoridades tradicionales indígenas, los capitanes, me lo propusieron luego de que un compañero no aceptó. Me imagino porque sabía el chicharrón en que se iba a meter”, dice en medio de risas.

Pero ya han pasado diez meses y poco ha cambiado desde que Barrancominas era un corregimiento, de municipio solo tiene la foto del día que se oficializó su nacimiento como el número 1.103 del país.

“Yo estoy hasta acá de tantas deudas, de pedirle al uno y al otro prestado, no aguanto más. Yo estoy sosteniendo todo. La gente piensa que uno no le quiere pagar, si yo tuviera sueldo sacaría de ahí, con eso no tengo problema, pero no me han pagado”, dice ya en un tono de desespero.

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A pesar de la situación, Norela Rodríguez resiste. Son casi 9000 habitantes, la mayoría indígenas, que dice ella, no puede abandonar. Por eso trabaja todos los días sin descanso, hasta las 9 de la nocheporque a esa hora quitan la luz en el pueblo. Y con la pandemia se le duplicó el trabajo. Dice que Dios al verla en esa situación y sin un hospital se apiadó de ella y que rezó mucho para que no llegara el virus, pero por estos días de septiembre ya hay los primeros casos.

Barrancominas tiene un presupuesto asignado de 11.000 millones de pesos, pero para poder ejecutarlos hay que crear unas cuentas maestras para cada rubro que aprueben los ministerios y cumplir con un papeleo legal, lo cual es muy complicado para una persona que no sea un secretario de Hacienda y en Barrancominas no hay.

¿Se arrepiente de haber aceptado el cargo? “Yo no me arrepiento de nada porque sé que es un aprendizaje. Y hay que recordarle al Estado que si hay una responsabilidad hay que cumplirla, y hay que asumirla. Por lo menos yo estoy haciendo mi parte, porque si yo fuera una irresponsable, sencillamente hubiera dicho, venga, el Estado a mí no me ha colaborado ni siquiera para responder un verraco oficio, entonces apaguemos y vámonos, yo hubiera podido hacer eso”.

Y no lo va hacer, dice finalmente esta ingeniera forestal, que tiene raíces en las etnias piapocos, sikuanis, y curripacos. Solo pide que el presidente Duque no olvide las promesas que le hizo. “Le diría al presidente Duque que recuerde que Barrancominas es un municipio que él inauguro, de pronto ni siquiera es la culpa del pobre presidente, me imagino que son los subordinados los que no hacen caso, pero le recuerdo que le pedimos hace diez meses su acompañamiento permanente y eso hasta ahora no se ha materializado”.

CARLOS CAMACHO  MARÍN
REDACCIÓN POLÍTICA

Fuente de la Noticia

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