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América campeón: así vivieron los hinchas la final en Bogotá y Cali en plena pandmeia – Fútbol Colombiano – Deportes

América campeón: así vivieron los hinchas la final en Bogotá y Cali en plena pandmeia - Fútbol Colombiano - Deportes


Los gritos de campeones, fuertes como truenos, fueron esta vez a la distancia, lejos de la cancha, promulgados con algarabía por esos fanáticos desatados, alegres y endiablados. A la distancia se vivió la angustia, y el temor, y la ansiedad, y los nervios, y cayeron las lágrimas, y luego los besos y los abrazos, prohibidos pero inevitables, y el júbilo que fue todo escarlata, con su fiesta y su locura, la que atravesó de Bogotá a Cali, y que no para.

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Así fue la final sin hinchas en las tribunas. La final de la pandemia. La final que no pudo evadir el sentimiento, ni la pasión ni la indisciplina. La final del tapabocas puesto y mal puesto. La final descontrolada en las calles, y más con el pitazo final cuando el cielo bogotano y caleño se pintó con las luces prohibidas, las que rodearon la estrella 15 que ya brillaba bien arriba.

Aambas ciudades, las que llamaron a la mesura y al festejo cauto y en casa, estallaron. Los hinchas escarlatas no resistieron el control ni las medidas y salieron a las calles. En Cali podían hacerlo hasta las 9 p. m., cuando se iniciaba el toque de queda, pero no se guardaron, hubo caravanas, pitos, pólvora. En Bogotá había ley seca, se cerró TransMilenio desde las 6 p. m., y la policía despejó El Campín cuando empezó el partido. Pero, igual, los hinchas estuvieron reunidos. Los cardenales en el parque Lourdes. Los escarlatas en la plazoleta del centro comercial Gran Estación, donde el festejo anoche se mantenía, también en algunos barrios, donde los hinchas se hicieron sentir durante los 90 minutos.

Locura de los hinchas del América celebrando la estrella 15.

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Los escarlatas se tomaron la capital, no solo  con el festejo, sino durante la semana. El sábado invadieron las calles para recibir al equipo en el aeropuerto, lo escoltaron hasta el hotel donde los ídolos reposarían antes de la batalla final. Los hinchas no podían estar reunidos, pero en todo caso lo hicieron, con sus riesgos, como si fueran inmunes al virus, como si esos fanáticos solo contagiaran pasión. Su algarabía puso en alerta a la ciudadanía y las autoridades, y no era para menos, es que no es un juego, el único juego era el de 90 minutos.

Por eso todo festejo desbordado y público estaba prohibido. Pero lo que hubo desde por la mañana fue una masiva fanaticada. Cientos, miles de hinchas, los de Santa Fe que desde temprano aguardaron por la llegada del equipo al estadio para intentar transmitirle algo de buena energía; y luego los escarlatas, que no se contuvieron y se hicieron sentir para gritar victoria. 

Hinchas de Santa Fe
Foto:

Mauricio Moreno. EL TIEMPO

También hubo durante todo el día hinchas en los hoteles de concentración, en las calles, con caravanas de carros y motos, con camisetas rojas, rojas y blancas, y con banderas por miles, y los bombos con su estruendo y esos coros de unos y de otros que buscaban hacer supremacía. Bogotá estuvo sitiada todo el día por la pasión que no se pudo controlar ni con todas las recomendaciones y prohibiciones.

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Adentro del estadio también hubo pasión, más tranquila, pero no menos emotiva, con las banderas gigantes, como testigos presenciales de la lucha. Allí exhibidas desde muy temprano para decorar las tribunas con mensajes de batalla para el león. Banderas como si hablaran, como si gritaran, como si sufrieran. Incluso, hubo hinchas de cartón, de esos de tamaño real que fingen ser reales: todos sonrientes en la foto, todos esperanzados, todos cardenales.

Pero los que celebraron fueron los escarlatas, y prolongaron el festejo, por que llevaban una semana de sonrisas y de júbilo: es que el 3-0 de Cali los blindó contra el sufrimiento y eso que recibieron dos goles. Bogotá estuvo endemoniada. En la cancha, América perdió, pero defendió su ventaja y logró la estrella 15, la del año de la pandemia, la que fue sin público en las tribunas pero con miles en las calles.

PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET

Fuente de la Noticia

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