Análisis de Ricardo Ávila: ¿la economía colombiana está mejorando o solo está menos peor? | Finanzas | Economía

El pasado 30 de junio fue uno de esos días que pasaron sin pena ni gloria, al menos en el campo de la economía. Debido a que el cierre del primer semestre cayó en un domingo de puente festivo no hubo movimientos en los mercados ni anuncios que llamaran la atención.

Pero a pesar de los caprichos del calendario, los analistas tomaron nota de la terminación de una etapa que resultó algo menos compleja de lo previsto y empezaron a rehacer sus cálculos con respecto a la segunda parte de 2024. Además, ya comenzaron a surgir inquietudes con respecto al año que viene, el cual apunta a ser muy desafiante en áreas como la salud de las finanzas públicas.

(Vea: Con la inflación del país estancada, ¿es momento de hablar de estanflación?).

Antes de mirar más lejos vale la pena darle un repaso a la coyuntura actual. Lo primero que salta a la vista es que los escenarios más pesimistas que llegaron a preverse no se cumplieron, sobre todo en términos de crecimiento y comportamiento del empleo.

De manera lenta pero continua, el fantasma de una recesión que alcanzó a asomarse en cierto momento ahora se ve más lejano. Tras el tropezón del tercer trimestre de 2023, cuando el Dane reportó una contracción en la actividad productiva, viene teniendo lugar una recuperación.

Los números hablan por sí solos. Después de una caída del 0,7 por ciento anual en el Producto Interno Bruto (PIB) entre julio y septiembre pasados, el dato para el lapso octubre-diciembre se ubicó en 0,3 por ciento y para el lapso enero-marzo de 2024 fue de 0,7 por ciento.

Con respecto al periodo que viene de concluir, las apuestas han mejorado. Si antes las proyecciones eran moderadas, estas aumentaron tras conocerse el Indicador de Seguimiento de la Economía en abril, cuyo resultado superó con creces lo esperado.

(Vea: Efectos que está teniendo la actualidad económica del país en reciente caída del peso).

Faltan todavía los informes de mayo y junio para contar con una perspectiva más clara, pero los analistas señalan que una expansión superior al uno por ciento durante el segundo trimestre es muy factible. Cuando los números señalados se muestran en una gráfica, salta a la vista que la senda es ascendente.

Economía colombiana

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Una vez se examinan las causas de lo ocurrido, aparecen tres segmentos que han ayudado. El primero es la agricultura, que arrancó bien el año, por cuenta de los cultivos transitorios y permanentes. Incluso el café, que en una etapa inicial no tuvo las mejores cifras, terminó con un alza de 16 por ciento en la cosecha al hacer el balance del primer semestre.

Como segundo factor surge aquello que las estadísticas oficiales describen bajo el nombre de administración pública y defensa. Un mayor ritmo de gastos estatales, que incluye igualmente erogaciones más altas en educación y salud, ha tenido mucho que ver con que la economía ande un poco más rápido.

(Vea: En esto gastan los hogares colombianos por cada 100 pesos que tienen en el bolsillo).

Por su parte, y aunque su peso relativo es bajo, las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación también pasan por un buen momento. La sucesión de conciertos o festividades llevan a pensar que así haya restricciones de dinero, los colombianos siempre dejan una reserva para la diversión.

Hecha la anotación, el parte es inquietante en segmentos más tradicionales. Por ejemplo, en abril el comercio minorista completó 14 meses consecutivos de caídas. Y en cuanto a mayo, la encuesta mensual que hace Fenalco entre sus afiliados alcanzó su peor nivel de los últimos 24 años.

Para la industria el diagnóstico no es menos inquietante. Tanto la Encuesta Mensual Manufacturera del Dane como los sondeos que realizan la Andi y otros gremios con sus empresas vinculadas muestran cifras en rojo. Respecto a este último, una pregunta relacionada con el clima de negocios mostró que el 57,4 por ciento de los interrogados sostuvo que la situación de su situación era buena en abril, por debajo del 63,8 por ciento observado un año atrás.

Dentro de los principales problemas reportados, la falta de demanda ocupó el primer lugar, seguida por el costo y suministro de materias primas. A su vez, la percepción de seguridad se ha deteriorado, algo atribuible a los bloqueos de vías, las dificultades para llegar a ciertas zonas o los impedimentos para el transporte de bienes. 

Tampoco les ha ido bien a las edificaciones. De tal manera, la demanda de vivienda completó en mayo 22 meses de caídas, lo cual está relacionado con una muy baja disposición hacia la adquisición de una casa, según lo muestran las encuestas que realiza Fedesarrollo.

A pesar de esa circunstancia, el capítulo de construcción –que incluye obras civiles– ha logrado seguir en negro. Quizás el factor que más ha hecho la diferencia es el avance en las obras del metro de Bogotá, que es el proyecto de infraestructura más grande en la historia del país.

(Vea: Con la facturación electrónica, ¿la factura en papel desaparece totalmente?).

No deja de ser irónico que una iniciativa que regularmente es criticada por el Presidente de la República sea la que saque la cara por un renglón que es clave por sus encadenamientos industriales y la contratación de mano de obra. Ese mismo calificativo se extiende a la producción de petróleo, cuyo ritmo sigue al alza y está cada vez más cerca de los 800.000 barriles diarios de crudo, lo cual le ayuda a los recaudos públicos y a la marcha de las exportaciones dentro de un escenario positivo de precios internacionales.

Mención aparte merece el mercado laboral, que es tal vez la mayor sorpresa favorable. Otra vez en mayo la tasa de desempleo –corregida por factores estacionales– se ubicó por debajo de los pronósticos de los expertos y resultó inferior a los guarismos del año pasado: 10,3 por ciento a nivel nacional.

Frente a los datos del mismo mes de 2023, la población ocupada aumentó en 463.000 personas y ahora alcanza los 23 millones. La explicación del incremento recae en el área de servicios con un 58 por ciento, seguida por la contratación gubernamental con un 28 por ciento adicional.

(Vea: ¿Se contemplaría una tributaria para mitigar la crisis de caja por la que pasa el país?).

Visto de manera más particular, todo apunta que el desempeño del turismo es uno de los elementos que influyó en ese comportamiento. Debido a ello, y a pesar de que la evolución de la economía dista de entrar en el calificativo de estelar, el empleo ha probado ser más resiliente de lo que se creía.

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Con tales antecedentes, el segundo semestre comienza sobre un terreno algo más firme. Tanto que quienes se dedican a hacer proyecciones están revisando sus cálculos al alza, una vez que el Banco de la República elevó su pronóstico respecto a la expansión del producto interno bruto a 1,4 por ciento para todo el año. 

Dado que el Emisor usualmente opta por la línea de la cautela, es muy factible que los expertos apunten más arriba. «Las cifras recientes permiten adoptar un optimismo moderado, con un crecimiento estimado para 2024 más cercano al 2 por ciento, en lugar del 1 por ciento que se preveía al inicio del año«, afirma César Pabón, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana.

Para el analista, los factores que explicaron el resultado de la primera parte del calendario se diluirían en parte a lo largo de los meses que vienen. No obstante, agrega que «la reducción prevista en los intereses podría ayudar a compensar esta desaceleración y reactivar el consumo de los hogares, impulsando sectores clave como el comercio, la industria, los servicios y el entretenimiento, que son además fundamentales en la generación de empleo«.

No hay duda de que el costo del crédito es clave en las cuentas. Lo decidido recientemente por el Banco de la República, que recortó en medio punto adicional lo que les cobra a los bancos comerciales por darles liquidez temporal, va en esa dirección.

(Vea: Los efectos para la economía colombiana de suspender exportación de carbón a Israel).

Aquí la gran incógnita es la manera en que se desempeñe el índice de precio al consumidor, lo cual le daría al Emisor más o menos margen para las reducciones que vendrían. En el entretanto, situaciones como la ‘guerra de tasas’ entre bancos –que se intensificó en jornadas recientes– debería servir para reactivar el apetito por endeudarse y beneficiar a quienes renueven sus obligaciones.

Esa, por ejemplo, es la esperanza de dirigentes como Guillermo Herrera, de Camacol. «Sin duda que lo visto es una apuesta por el optimismo y la reactivación desde el sector privado«, opina el líder gremial.

Si se trata de que el camino esté más despejado y el país retorne a promedios de crecimiento que se acerquen a los históricos (al menos del 3,5 por ciento anual), el anhelo de diferentes voceros es que el Gobierno ponga de su parte. A pesar de las múltiples solicitudes, siguen sin aparecer los planes de choque que otras administraciones pusieron en marcha en épocas pasadas al apoyar aquellas actividades con mayor efecto multiplicador sobre la producción. 

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Según el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, la retórica oficial «se ha refugiado en la tasa de interés como si esta fuera la única razón de la desaceleración que hemos observado«. Debido a ello, sostiene que «la principal acción necesaria es la generación de confianza«, entre otras porque viene un apretón en los giros oficiales.

Y esta petición se encuentra directamente relacionada con el motivo de mayor inquietud entre los economistas: el pésimo comportamiento de los índices de inversión, que no solo influyen sobre una dinámica productiva que es todavía mediocre, sino sobre las posibilidades futuras de avanzar más rápido.

Problemas de marca mayor, como el de evitar que las cuentas públicas se salgan de control y los recortes presupuestales fuertes acaben siendo un imperativo, serían mucho más manejables si la economía anda por el canal rápido y no por el lento. Para citar un caso preciso, dentro de las explicaciones que surgen ante el mal desempeño reciente de los recaudos tributarios está el de una demanda interna que permanece en terreno negativo.

Cambiar esa dinámica obliga a sustituir las dudas por certidumbres. En el plano económico, el mensaje de respetar la regla fiscal fue bien recibido en su momento, pero sin duda se requiere mucho más para que las expectativas de empresas y consumidores sean positivas.

(Vea: Siete propuestas de expertos para darle un impulso a la economía colombiana).

Una actitud menos confrontacional, combinada con más ánimo de diálogo y actitudes pragmáticas, serviría mucho para que disminuyan las prevenciones en el sector privado. Los más técnicos esperan que el proyecto de presupuesto que se presentará después del 20 de julio sea razonable y que haya disposición a conciliar las reformas en el Congreso.

Otros frentes, como el de la seguridad, lamentablemente no ayudan. No menos inquietantes son los mensajes que provienen de la política y en particular el de insistir en la convocatoria de una constituyente que reescribiría las reglas del juego.

Aparte de que los observadores le dan pocas probabilidades de éxito al intento si, como dijo el recién designado ministro del Interior, este se tramita a través de los canales institucionales existentes, no faltará quien decida esperar al desenlace antes de tomar riesgos financieros ya sea empresariales o personales. Mientras el panorama no se aclare, será difícil que el crecimiento realmente despegue en el futuro cercano.

Lo anterior no desconoce que la economía colombiana es muy resiliente y que el semestre actual debería ser mejor que el que acaba de terminar. Pero incluso si en 2025 se cumplen los pronósticos sobre una aceleración adicional, todavía falta mucho para que vuelvan las vacas gordas. La razón, para decirlo en una frase, es que existe una gran diferencia entre sobreaguar y progresar.

RICARDO ÁVILA
Especial para EL TIEMPO
En X: @ravilapinto

Fuente de la Noticia

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