Redacción
Ingenio de mujeres emprendedoras y productivas hace presencia en los sectores productivos del país
Un salón repleto de mujeres emprendedoras hace soñar con una sociedad diferente, en la que el género femenino toma la delantera en la construcción del país.
Ellas han convertido sus actividades cotidianas en negocios productivos, con los que apoyan la economía familiar o afrontan con entereza su rol de madres cabeza de familia.
Así le ocurrió a Margarita Mesa, a quien su segundo embarazo le inspiró la empresa con la que ha recorrido medio mundo. Ahora es empresaria curtida en cotizaciones, negociaciones y despachos de pedidos, pero también sabe mucho de reuniones infructuosas y mercados infranqueables.
Desde el 2002, cuando fundó Amamanta Family, no ha perdido su entusiasmo y empeño para posicionar su empresa. Su revolucionaria idea nació de la inquietud que su hija Verónica manifestó cuando a su mamá le creció la barriga y luego nació su hermano David.
Para la niña el proceso de la maternidad fue una gran novedad y a Margarita se le ocurrió fabricar una línea de muñecos de trapo sexuados, para educar a los niños en todos los temas relacionados con educación sexual, pero también para prevenir abusos contra los menores.
Así, sus muñecos han alcanzado reconocimiento internacional que le ha permitido viajar con su producto a congresos y convenciones sobre sexualidad y pedagogía, a países tan lejanos como Australia.
Mujeres más capacitadas
Para Martha Lucía Vásquez, Consejera Presidencial para la Mujer, las empresarias colombianas se han fortalecido en los últimos años.
«El resultado de lo que fue el acceso de la mujer a la educación se está viendo hoy en día», asegura esta funcionaria, que ha recorrido el país acercando a las mujeres al emprendimiento, el microcrédito y la bancarización.
«La decisión de hacer empresa se ha feminizado», y recalca que el 50 por ciento de las microempresas del país son lideradas por mujeres. Si tenemos en cuenta que la micro-empresa representa el 90 por ciento de las compañías colombianas, entonces estamos ante una tendencia de grandes magnitudes.
Sobre todo porque la microempresa femenina brinda empleo de género. Mujeres que emplean a sus hermanas o hijas y construyen una cadena solidaria entre ellas.
Queda algo de discriminación
Aunque es creciente el ascenso de la mujer en la sociedad colombiana, y cada vez hay mayor participación del género en política, las altas magistraturas y la empresa privada, aún persiste en cierta discriminación según un estudio de la Consejería.
«Las mujeres acceden a la gerencia media de las empresas, pero en la alta gerencia solo hay un 16 por ciento de participación femenina», advierte Martha Lucía, sin ocultar su inquietud, ya que esta diferencia puede llegar a representar un 50 por ciento de desequilibrio salarial.
Sin embargo, el trabajo desarrollado por la Consejería ha logrado poner el tema de equidad de género en las agendas de responsabilidad social de las grandes empresas, mejorando sus condiciones laborales.
Ahora se trabaja para llegar con esta iniciativa a las regiones, y darle una mejor vida a la mujer en las grandes empresas. Para lograrlo se creó la mesa de género intergremial y una secretaría técnica que trabaja en temas de igualdad.
Al respecto, Luz María Jaramillo, directora de Ernst & Young, compañía de asesorías tributarias y transacciones corporativas, considera que es muy importante que las empresas, industrias y ámbitos laborales de todo tipo, consideren márgenes de flexibilización, en los que se reconozcan todos los roles que la mujer vive afuera, antes y después de su horario laboral, «para que se respeten y que sin duda se hagan valer, procurando que se fomenten las oportunidades de realización personal, no solo como exitosas profesionales, sino como madres y mujeres de progreso», concluye Jaramillo.
Empresa, campo de acción
La incorporación de la mujer al mundo laboral ha permitido, entre otros, que el nivel socioeconómico de los hogares se eleve y, por ende, las mujeres tengan más recursos, más formación y mayor influencia que nunca sobre las decisiones importantes de la familia, eje nuclear de la sociedad.
Para Ingrid Burgos, diseñadora industrial especializada en joyería y marroquinería, «las oportunidades están dadas ajenas del género al que se pertenezca. Lo que se necesitan son capacidades y el poder diferencial que se imprima a cada trabajo, eso hace la diferencia en calidad y elección de productos y por ende, en el éxito de las empresas. «Sin embargo, pienso que faltan más y mejores condiciones y oportunidades. Por ejemplo, crear concursos para nuevos talentos y que los premios se den en capacitación, dinero semilla, créditos y apertura para ser más competitivas en los mercados productivos, premiando el ingenio», concluye Burgos.
En el campo
En lo que a acciones en favor de la mujer se trata, sin duda, la mayor labor por hacer está en el sector rural, en el que las grandes distancias y el aislamiento hacen difícil una acción efectiva de la Consejería.
Ahora trabajan con la Federación de Cafeteros, y han convocado a mujeres campesinas de 17 departamentos, en los que han encontrado a un género emprendedor y comprometido, que lidera múltiples actividades entre sus comunidades.
Sin embargo, la violencia intrafamiliar y fenómenos tan aberrantes como el incesto, aún son más comunes que lo deseado en el campo colombiano.
«Es un tema cultural, que se agrava por la lejanía de las instituciones, las secretarías de familia, las casas de justicia y la fiscalía, esto hace desistir cualquier denuncio y convierte en impune el delito», reconoce la señora Vásquez.
Dulces recuerdos de infancia
Deliciosas comidas, pasabocas y bombones de chocolate eran comunes en el hogar de Consuelo García. Gracias a ellos se entretenía y solventaba algunos gastos del hogar, hasta que un día regresaron a su vida los recuerdos de infancia y con ellos el ‘gaucho’, una tira de dulce de vivos colores que encontró en un semáforo, de la mano de un joven que los vendía en forma artesanal.
La alegría y el buen momento que experimentó Consuelo con ese encuentro es el mismo que le ha generado a muchos de sus clientes, luego de que aquel joven compartiera con ella su receta y la acompañara en una iniciativa de emprendimiento que hoy emplea a cinco personas.
«Empezamos a trabajar y muy pronto nos aceptaron el producto en Almacenes Éxito. Desde ese momento no hemos parado», confiesa Consuelo.
Tras el ‘gaucho’ llegaron los ‘bombones’, las ‘velitas’, los ‘arrancamuelas’ y las ‘melcochas’, los dulces ligth y líneas más gourmet, como los dulces de cardamomo y de jengibre.
Esta mujer, que cuenta con el apoyo de su esposo Alberto y es madre de dos administradores de empresas y una ingeniera geóloga, aún recuerda cuando ellos, siendo niños, hacían fila en torno a los pasabocas para adornarlos con flores de comino crespo, y así le ayudaban en su trabajo. Ahora, son sus nietos los que se congregan en torno a la fábrica de dulces.
Ella reconoce que, aunque su caso no está motivado por una real necesidad económica, ahora sí está muy comprometida con el liderazgo de esta empresa, por ser el medio de sustento de tres madres cabeza de familia.
«Esto me da mucha satisfacción personal, porque a ellas no les falta su sueldo y sus prestaciones, como si trabajaran en una empresa grande». La empresa ha llevado a Consuelo a convertirse en ejemplo para las mujeres emprendedoras, reunidas en Col-empresarias, una red que promueve, desde la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, los proyectos de emprendimiento propuestos por ellas.
Es, precisamente, gracias al apoyo que ha recibido Dulces Conchita, que la empresa de Consuelo se ha convertido en la triunfadora de las ferias que se realizan en el país, cuando tienen que multiplicar su producción, porque nadie se queda sin disfrutar alguno de sus dulces.
El empleo que genera, pero sobre todo, el ejemplo que irradia entre su familia es el mayor aliciente para que esta mujer continúe con su trabajo. «Si ven a su mamá y a su abuela trabajando y liderando una empresa, a ellos algo se les tiene que quedar», concluye Consuelo, sin ocultar su orgullo.