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El Bonvaverense, Junior Jein, el precursor de la Salsa Choke

Este bonaverense puso a pegar el ritmo que los jugadores de la Selección Colombia internacionalizaron con su baile. Hace poco se lanzó a la política para hacer algo más por el puerto, pero se quemó
 
Muchos me preguntan ¿Buenaventura qué pasa?
 
Pasa lo de siempre y al final no pasa nada
 
Canta Junior Jein para explicar la situación de su natal Buenaventura, militarizada desde el 19 de marzo por orden del gobierno nacional, en un intento tardío por frenar la oleada de violencia que solo en los dos primeros meses del año sobrepasaba los 60 muertos.
 
Junior nació hace 32 años en la ciudad portuaria y fue criado por su ídolo, su abuela Inés, mientras sus padres estudiaban en Cali. Doña Inés sacó adelante a sus cinco herederos a punta de empuje y pescado. No sabía leer ni escribir pero se pasaba cada día en la galería, la plaza de mercado, vendiendo pescado. Era amante del currulao y la chirimía, siempre presentes en la celebración de sus cumpleaños, una mujer orgullosa de su cultura, arraigada a sus raíces y costumbres, y eso le enseñó a su nieto.
 
Durante su infancia, Junior, maravillado con  Freddy Rincón y Adolfo ‘El Tren’ Valencia, representantes de Buenaventura en dos mundiales de Fútbol, soñaba con ser futbolista. “Esos eran los ídolos de nosotros, todos queríamos ser Freddy, todos queríamos ser ‘El Tren’ y veíamos las canchas de fútbol en Monte Chino, La Independencia llenas de niños jugando, tratando de sobresalir”. La ciudad portuaria contaba además con un equipo en la segunda división del fútbol colombiano, que les daba más esperanza y motivación a los pequeños que anhelaban ser profesionales, “cosa que hoy en día no pasa, hoy no hay fútbol en Buenaventura, las canchas están vacías” asegura el cantante.
 
En lo que va corrido del año, Buenaventura ha sido un tema recurrente en los medios de comunicación del país y el mundo, pero no se ha destacado ni por sus tradiciones gastronómicas, ni por su riqueza cultural, sino por aquellos niños que dejaron de lado el sueño del fútbol y aceptaron las propuestas del tráfico de drogas.
 
Junior no se dejó tentar por la bandas, pero abandonó el fútbol porque su estado físico no era suficiente, entonces se decidió por la música. Había crecido entre las chirimías y los currulaos de su abuela y la salsa que no faltaba por herencia de sus tíos y su padre. Entonces los mezcló, el folclor con la salsa y le sumó el Rap, que llegaba a Buenaventura por los norteños, polizones que se iban en busca del sueño americano y a su regreso traían con ellos lo que estaba de moda en el país del norte; Run DMC y Mc Hammer, retumbaban junto al Grupo Niche y la Orquesta Guayacán. “La mezcla de esas tres corrientes me llevaron a elaborar mi estilo y a pensar en la música como forma de vida”.
 
Los polizones o norteños, no solo acercaron a Junior con la música urbana de los Estados Unidos, también le trajeron su apodo. “Los bonaverenses que iban a Estados Unidos se mezclaban mucho con los boricuas (puertorriqueños), y empezaron a adoptar mucha jerga de ellos, entre esas  el sobrenombre de ‘El Caballo’, que es para referirse a las personas que son muy buenas en lo que hacen”. Junior se convirtió en ‘El Caballo’ de la música y los norteños se encargaron de mover la economía de la ciudad generando empleo a través de las inversiones que hacían con el dinero que traían.
 
A principios de los 90, a su regreso del norte, Freddy Williams, enamorado de la música, volvió con la intención de crear un grupo, se puso a la tarea de cazar talentos y cuando lo consiguió, formó el grupo los Generales RyR, quienes se convirtieron en la agrupación más representativa de la región y fueron el impulso de quienes venían siguiendo sus pasos. “Ahí empezó realmente esa tendencia de la música urbana -asegura ‘El Caballo’- pero no ha habido ese apoyo cultural y todos los artistas han surgido a punta de autogestión, emprendimiento propio, porque nunca han habido proyectos culturales, el tema de cultura en Buenaventura se limita al tema ancestral y las marimbas, que además tampoco han ido más de ahí, han sido pañitos de agua tibia y más que todo la secretaría de cultura ha sido como una caja menor de los alcaldes de turno en Buenaventura”.
 
Su carrera tuvo que posponerse, Junior viajó a Cali para estudiar publicidad, pero por problemas económicos, tres semestres después abandonó la universidad. “Me canse de irme caminando y no tener plata para las fotocopias”. Pero antes de irse, uno de los profesores le dijo: “Junior vos sos un tipo bueno en la música, te hemos visto el talento. Te aconsejo que dejes la universidad en stand by, anda pa’ la calle, fórmate como cantante y con eso conseguís para que te pagues la universidad y podas graduarte”.
 
“Y la verdad, yo le hice caso a ese profesor” recuerda Junior. Así decidió hacer de la música su proyecto de vida. Solo y a su suerte, como su natal Buenaventura, Junior empezó a escribir canciones y a grabar en cassettes para llevar a las discotecas. Pero le primera respuesta que recibió fue: “nosotros no necesitamos cantantes, necesitamos un deejay”.
 
“Ah no pues, yo también soy deejay”, recuerda entre risas.
 
Entre la lista de canciones que ponía en la discoteca empezó a mezclar las suyas y la gente reaccionaba positivamente, tanto que un día uno de los dueños de la discoteca le dijo:
 
— Y esa canción con la que la gente tanto se alborota ¿quién la canta?
 
— La canto yo
 
— ¿Cómo así? —. Respondió sorprendido su jefe.
 
Y así fue como empezó. Las presentaciones se hicieron cada vez más recurrentes, en diferentes lugares, con más público. Y la gente conoció a Junior en Cali, Buenaventura, en todo el Valle del Cauca y en el pacífico. Luego sus canciones con aquella mezcla de salsa y rap comenzaron a sonar en Bogotá, Sur América, Estados Unidos y hasta Europa. Sin embargo, volvió a la universidad a terminar su carrera, se lo había prometido a su padre antes de fallecer: “Él siempre me dijo que por encima de todo la academia”.
 
La música se convirtió en la herramienta para seguir el legado que su abuela le había inculcado, el orgullo, la identidad por sus raíces, el amor por Colombia y por África, por sus costumbres y por la riqueza cultural que se ha generado desde la conquista de América. De la música urbana se quedó con las letras sociales, con las que quería llegar a su gente pero a ritmo de vacilón, con la alegría que lo caracteriza, con esa sonrisa que nunca se le borra.
 
Vino su empresa cultural Metiendo mano Records, nombrada así en honor a Tura (abreviación que utiliza para referirse a Buenaventura), “porque allá eso es metiendo mano -afirma el cantante y continua-  además no es cantar por cantar y que la gente baile y que la Salsa Choke, sino que también la gente vea ese contenido  histórico, cultural y de ahí todo lo que desprende”.
 
 
Junior quiere una revolución a través de la cultura, que es para él la mayor riqueza del principal puerto de Colombia. Sueña que su ciudad sea tan importante como otras ciudades portuarias en el mundo, quizás Barcelona, Lima o Río de Janeiro; que se vea reflejado en la ciudad y en las condiciones de vida de sus habitantes el resultado del 60% de las exportaciones del país.
 
“En Buenaventura lo que está pasando es que explotó una bomba que se creó a través del abandono social, la falta de educación, la falta de empleo, la salud, vivienda digna y eso le ha hecho escoger a los jóvenes otras vías como proyecto de vida”, explica el cantante.
 
La ciudad está geográficamente muy bien ubicada para el tráfico de drogas, armas y demás, y para esas operaciones se necesitan personas y cuando se cuenta con más del 60% de desempleo no es difícil conseguir quien se arriesgue. “Yo he sido testigo y he escuchado muchas historias de esas  -explica- y ahí es cuando terminan inmersos en el conflicto, haciendo parte de esos grupos al margen de la ley y salirse de esos grupos es muy difícil, o continuas o te matan a ti o a tus familiares, y por eso es que el tejido social en Buenaventura se ha venido dañando y hoy por hoy hablan de las “casas de pique” que son un resultado del abandono social”.
 
Sus letras son la declaración de su lucha, aunque: “la gente no entiendo el compromiso, el objetivo y el discurso que hay detrás de las canciones. Mucha gente solamente dice: ah no, los manes que cantan bacano, y les llega hasta ahí, hay otros que han ido más allá y se han dado cuenta que detrás de Junior Jein hay toda una región, un clamor popular”.
 
Así lo demuestra una de sus primeras canciones, llamada Pueblo, que escribió en Tumaco, en el año 2005, después de una inolvidable experiencia en tarima. “Yo me monte a la tarima y se montaron unas mujeres, yo empecé a cantar ‘hasta abajo, hasta abajo’; cuando una de las mujeres se fue bajando el pantalón y quedó en tanga en la tarima. Era la hija del alcalde, entonces el alcalde dijo que me vetaran, que me tenía que bajar de la tarima, yo mientras tanto le empecé a decir al público: ‘el alcalde dice que me baje, ¿ustedes qué dicen’, y ellos respondía ‘que siga, que siga’, entonces dije: ‘Aquí el que manda es el pueblo, yo estoy aquí por el pueblo, no por usted (alcalde) que es solo un administrador, cuando el pueblo me diga que me baje yo me bajo’”, y así nació la canción y demostró Junior su carácter y su vocación.
 
En las pasadas elecciones, junior decidió comenzar una carrera política. “La solución no es quejarse sino también proponer” asegura, y se postuló para la Cámara de Representantes por la circunscripción especial de comunidades afro descendientes con el respaldo de la exsenadora Piedad Córdoba, a quien había conocido en 2010 recaudando fondos para los damnificados por el terremoto de Haití.
 
“Hicimos un trabajo muy bueno a nivel nacional pero desafortunadamente en la registraduría los votos no aparecen e investigando nos damos cuenta que hay un fraude sistemático electoral, los votos no aparecieron, ni los de mi familia” sentencia. Se quedó sin puesto y con la decepción del fraude, pero continua su lucha, esta vez por las curules Afro que fueron ganadas por representantes que nada tienen de afro.
 
 
 
De vuelta a la música, su caballito de batalla, Junior fue invitado junto con otros artistas de Buenaventura a hacer una canción por su tierra, por la paz, y cantó:
 
La situación en Buenaventura se asemeja al Congo
 
eso dice el defensor del pueblo y los de la ONU
 
esto no es de marchas, de canciones o protestas
 
con inversión social, esto se supera
 
en Colombia importa más  el Caribe y la capital
 
la lesión de Falcao y el puto mundial
 
el graffiti de Justin Bieber en Bogota
 
y a nadie le duele mi Turin Turan
 
“Cualquier artista quisiera ganarse un Grammy, pero lo que yo quisiera es que mi música llegara a todos los rincones del mundo y que la gente conociera del pacifico, a los afro colombianos” dice Junior, mientras recuerda todas esas cosas que lo hacen amar y extrañar a su ‘Tura’, las bebidas artesanales, el desayuno con tapao de pescado,  “un pargo rojo con plátano cocido y una agua de panela, eso no tiene comparación -dice mientras se saborea-, es una tradición que es de Buenaventura y el que no ha desayunado de esa forma no sabe lo que se está perdiendo”, las canchas donde soñó con ser Freddy Rincón, el sancocho para recargar fuerza y energía en la galería,  el centro de la ciudad, la catedral,  el magnífico atardecer y el cariño que le profesa su gente.
 
Su lucha es incansable, “Buenaventura es un paraíso olvidado, a nosotros nos han dejado que nos rebusquemos con las uñas”, por eso mantiene vivo el legado de su abuela Inés, fortaleciendo el sentido de pertenencia, generando identidad, luchando contra el racismo e impregnando al mundo de puro vacilón, mientras sueña: “una Buenaventura linda, donde en cada esquina se sienta el currulao, el olor del chontaduro y que estén los niños moviendo el guasá”, que Tura se convierta en un lugar de paso obligado, que la gente se sienta tan complacida y bienvenida como él.
 
Buenaventura, que por sus precarias condiciones está siendo comparada con el Congo, es en realidad diferente y eso es lo que canta Junior.
 
No somos millonarios, somos diferentes
 
Somos alegres, somos diferentes,
 
No somos malos, somos diferentes,
 
Somos pacíficos, somos diferentes.
 
 
Fuente: Las2orillas.com Por: Sara Kapkin Sierra

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