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Ellas, Son las Heroinas de Buenaventura

Carolina* tiene 22 años. Es madre soltera. Junto a sus padres y su hijo de cuatro años es desplazada de la violencia. Vivían en Puerto Merizalde, un sector rural de Buenaventura, Valle del Cauca, y la guerrilla de las FARC los sacaron hace más de dos años de su territorio.

Rosa*, una negra de ojos grandes, de 35 años, también es víctima del conflicto armado que vive desde hace un par de décadas la ciudad que todos llaman ‘Bello Puerto del Mar’. Familiares suyos han muerto a causa de la guerra que por el territorio se libra en Buenaventura.

Carolina y Rosa viven en el sector La Playita, una de las zonas más conflictivas en materia de seguridad de la ciudad. Rosa ha vivido toda su vida allí. Carolina llegó hace dos años huyéndole a la muerte. La Playita queda en la Comuna Uno y es un sector que los mismos habitantes de la ciudad catalogan como altamente peligroso. La ley y el control total de la zona están en manos de los grupos alzados en armas. 

Las dos mujeres hacen parte de un grupo de personas que desde hace tres meses son compañeros de clases dentro de un programa llamado ‘Bachillerato Pacicultor’, un modelo educativo flexible aprobado por el Ministerio de Educación Nacional y  que fue diseñado para atender falencias educativas, principalmente de mujeres víctimas del conflicto.

En Buenaventura, debido a la guerra por el territorio entre paramilitares, guerrillas y actualmente bacrim (bandas criminales), las manifestaciones del conflicto han llegado a límites sangrientamente exagerados. Aunque la opinión pública ha conocido algunos hechos escabrosos, como las ‘casas de pique’, líderes sociales de la región indican que lo que hasta ahora se ha podido conocer es una pequeña parte de lo que realmente pasa en el puerto.

“Aunque los hombres son el mayor número de víctimas y victimarios del conflicto, son las mujeres: madres, hijas, esposas y hermanas quienes después de llorar y enterrar a sus muertos, cargan con el peso de esta guerra”, le dijo a KienyKe.com una líder social del Valle del Cauca. “Por eso es que ellas son más víctimas que cualquier otro”, concluye.

Glenda Ruiz Segura es la coordinadora del bachillerato pacicultor en Buenaventura. Esta iniciativa educativa llegó a la región hace tan solo un par de meses. Glenda es licenciada en etnoeducación, una especialidad que asocia los saberes ancestrales, culturales y autóctonos de un territorio con la educación tradicional.

Glenda es de Buenaventura. También ha sido víctima del conflicto. Familiares suyos han muerto en la guerra de su tierra. Se capacitó en Bogotá específicamente para trabajar en los sectores más inseguros de la ciudad puerto, “con el único objetivo de poner un granito de arena para que la paz se empiece a visualizar desde su territorio… porque un pueblo con educación es un pueblo donde habrá paz”, dice.

KienyKe.com dialogó con la coordinadora del programa para el ‘Bello Puerto del Mar’ quien contó que escogieron el sector La Playita por las condiciones sociales del lugar. Glenda fue una de las partícipes del XVII Encuentro Regional para la Paz, ERP, que se llevó a cabo en Buenaventura el 10 y 11 de septiembre.

Los grupos delincuenciales al servicio de ‘Los Urabeños’ y de ‘La Empresa’ controlan la Comuna Uno. Los residentes de este sector tienen medidas cautelares debido a las amenazas de los grupos delincuenciales.

Los habitantes de La Playita no pueden estar en las calles después de las seis de la tarde y nadie después de esa hora puede entrar o salir del sector. Las fronteras invisibles son muy cerradas. Pueden variar en menos de tres cuadras. Es una comuna donde se han llevado a cabo descuartizamientos en las llamadas ‘casas de pique’.

“Hicimos la convocatoria puerta a puerta. A pesar de la presencia de los grupos alzados en armas recorrimos todo el sector de La Playita invitando a la ciudadanía, especialmente a las mujeres en extra edad para acceder a la educación convencional. El proyecto gustó y contó con la participación de varias de ellas. También llegaron algunos hombres”, indicó.

El bachillerato pacicultor cuenta en Buenaventura con más de 80 participantes. Menos del 10% son hombres. La edad de las y los estudiantes va de los 18 hasta los 58. “En Buenaventura es muy difícil encontrar a alguien que indirecta o directamente no haya sido víctima del conflicto, así que podemos decir que todos lo que hacen parte de este proyecto educativo son víctimas de la violencia”, dice la coordinadora.

Todos ingresaron al mismo curso: a sexto grado. Una de las condiciones es que los alumnos sepan leer y escribir. Para dictar las clases los profesores se desplazan hasta la zona. En total son cuatro los etnoeducadores que enseñan en La Playita; cada uno de ellos tiene a su cargo en promedio a 20 alumnos. “Las materias que enseñamos son las mismas que se dictan en el bachillerato tradicional pero la diferencia es que estas se articulan con competencias necesarias y específicas para la vida diaria de una persona con las problemáticas sociales, políticas, económicas y de seguridad de la región.

“Ellos aprenden las matemáticas, las ciencias naturales, las sociales, el lenguaje y todas las demás que realmente necesitan y que pueden utilizar para salir adelante más fácil”.

En dos años estas 80 personas serán bachilleres y si el Estado sigue apoyándolos y brindándoles educación, según Glenda, varios de ellos podrán seguir una carrera universitaria;  mientras eso ocurre, en el barrio La Playita, donde las casas son de madera y los niños corren descalzos sobre la tierra caliente, las madres, esposas y hermanas de asesinos hacen tareas reunidas con las madres, hermanas y esposas de los muertos.

*Nombre cambiado a petición de la fuente.

Fuente: KienyKe.com

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