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La extorsión en la galería de Buenaventura llega a límites increibles

El comercio es la principal víctima del aumento de este delito. ¿Qué hay detrás de las recientes muertes de comerciantes en la plaza de mercado del Puerto?
 
Martes 19 de agosto: desconocidos asesinan en la Calle Sexta de Buenaventura a Fernando Martínez, un vendedor de plátanos de la galería Pueblo Nuevo.
 
Miércoles 20 de agosto: el carnicero Rubelio Ramírez muere luego de que un sicario le dispara en plena galería.
 
Jueves 21 de agosto: matan a Llinny Dairon Obregón, otro carnicero del sector de Pueblo Nuevo.
 
Tres atentados en tres días. Tres víctimas. Tres comerciantes. Un solo móvil: la extorsión.
 
Estos recientes asesinatos aumentaron el temor entre los habitantes de Buenaventura, quienes denuncian que aquellos que se niegan a cancelar las ‘vacunas’ impuestas por los delincuentes terminan pagando con su vida.
 
Y es que ya ha ocurrido. Entre enero y agosto de este año, en el Puerto han asesinado a 14 comerciantes, de los cuales algunos eran víctimas de extorsión.
 
Mientras que decenas de propietarios de negocios han preferido huir antes de pagar una ‘vacuna’ o ser asesinados por los extorsionistas. Informaciones de inteligencia revelan que unos 60 comerciantes se han visto obligados a salir de Buenaventura por temor al ‘boleteo’.
 
Esta grave situación, sin embargo, no se refleja en las cifras de la Policía. Desde el 1 de enero hasta el 26 de agosto, en los balances de la institución solo aparecen 34 denuncias por este delito.
 
Aunque el capitán Alexánder Roncancio, comandante del Gaula de Buenaventura, insiste en que las personas están denunciando más que antes, pues para el mismo periodo del año pasado solo se habían reportado once casos.
 
Los dueños de la extorsión en Buenaventura siguen siendo las bandas criminales los ‘Urabeños’ y la ‘Empresa’. Este año el Gaula ha capturado a 37 miembros de estos grupos que se dedicaban a este delito. Aunque las autoridades advierten que la delincuencia común utiliza la ‘franquicia’ de estas organizaciones para sembrar terror y extorsionar al comercio.
 
‘Vacunas’ disfrazadas
 
A Llinny Dairon lo mataron al frente de la iglesia de Pueblo Nuevo. Allí, en plena galería, a las seis y media de la mañana, se escucharon los disparos. El joven de 27 años estaba descargando unas patas de res en su negocio, cuando un hombre, vestido de negro, lo asesinó y siguió caminando por toda la plaza, en medio de vendedores y clientes.
 
La muerte de Llinny, dicen, estaba anunciada. El hombre decidió no seguir pagando el ‘impuesto’ que le cobraban para dejarlo comercializar la carne en esta galería de Buenaventura.
 
Un investigador del caso revela que el joven, que desde hace dos años distribuía patas y cabezas de res en Pueblo Nuevo, empezó pagando una cuota de un millón de pesos, luego le subieron a dos millones; hasta que en los últimos días le pidieron tres millones, una cifra a la que Llinny se resistió. Entonces lo amenazaron de muerte. Y cumplieron.
 
Llinny fue el último carnicero asesinado, pero no el único. En los últimos dos meses en el Puerto han matado a otras tres personas que se dedicaban a comercializar este producto en la galería de Pueblo Nuevo.
 
El primer caso ocurrió el 17 de junio, cuando apareció muerto el comerciante de carnes Luis Fernando Arboleda. La víctima fue reemplazada en el puesto que tenía en la galería por Nilson Silva, quien fue asesinado 17 días después. Y en agosto mataron a Rubelio Ramírez.
 
¿Qué hay detrás? El comandante de la Policía de Buenaventura, coronel Miguel Correa, explica que, luego de las investigaciones, se ha logrado establecer que existe un “hilo conductor” entre estos homicidios. “Se está presentando un monopolio de ciertos productos de la canasta familiar. Monopolio de las carnes, los plátanos, las gallinas, los quesos.
 
Entonces, ciertas personas cobran un supuesto impuesto a la venta, para permitir que otros comercialicen los productos”, afirma el coronel Correa.
 
Es decir, si alguien quiere llegar a vender carne en la galería tiene que pagarle una ‘vacuna’ al dueño de la comercialización de ese producto. Y el que no paga, no tiene derecho a vender.
 
Aunque la Policía no revela quiénes serían los personajes que se han adueñado del mercado de las galerías, algunas fuentes sostienen que las bandas criminales estarían detrás del cobro de las ‘vacunas’ disfrazadas de impuestos.
 
Las autoridades, por ahora, iniciaron controles en las galerías, para identificar quiénes están detrás de los recientes hechos violentos. En un operativo que se realizó en la galería Pueblo Nuevo, la Policía identificó a 65 personas que desde las cinco y media de la mañana estaban rondando el lugar, pero no eran ni proveedores ni comerciantes ni cargueros. “Parecía que estuvieran cuidando a alguien”, dice el coronel Correa.
 
En los alrededores de la plaza de mercado se rumora que esos sujetos corresponderían a grupos de “seguridad privada” que se encargan de cuidar los productos y verificar que los comerciantes paguen un precio para vender.
 
Tenderos acosados
 
Primero empiezan con una libra de arroz. Luego con una bolsa de leche, un frasco de aceite, una lata de atún. Así, de a poquito, todos los días, terminan haciendo un mercado al mes.
 
De esta forma, los miembros de las bandas criminales han obligado a los tenderos de Buenaventura a alimentarlos. Y es obligado porque aquel que se niegue a “colaborarles”, luego recibe la visita de hombres armados que le recuerdan que no hay opción.
 
Entonces, este tipo de extorsión se ha convertido en la más común en Buenaventura, un puerto donde cada barrio puede tener hasta 20 o 30 tiendas.
 
Aunque las supuestas ‘vacunas’ que se están cobrando en la galería sí llegan a ser millonarias, los delincuentes también han recurrido a la microextorsión a pequeños y medianos tenderos.
 
El Comandante del Gaula de la Policía dice que, a diferencia de otras ciudades donde las extorsiones son muy altas, en el Puerto se traducen en remesas. “No exigen una suma significativa, sino que van a las tiendas y piden cosas para comer en el día”.
 
Solo que esas ‘vacunas’ disimuladas también dejan pérdidas millonarias. Así le ocurrió, por ejemplo, a un tendero del barrio La Playita. El hombre, por temor, nunca se negó a entregarles lo que le pedían a aquellos jóvenes que llegaban a su negocio escondiendo las armas debajo del pantalón. En tres meses, perdió cinco millones de pesos. Hoy ha logrado tener abierto el negocio porque se trasladó a la Zona Humanitaria de Buenaventura, donde los habitantes le han cerrado el paso a los violentos.
 
Otros, sin embargo, han tenido que huir. En la Comuna 12, por ejemplo, se estima que unos 50 tenderos cerraron para siempre sus negocios.
 
Ofensiva contra extorsionistas
 
La Policía, ante el clamor angustioso de los comerciantes, desplegó ayer una ofensiva contra la extorsión y el ‘boleteo’ en Buenaventura.
 
Cerca de 150 uniformados se tomaron sectores como la galería José Hilario López de Pueblo Nuevo y las calles Valencia y La Virgen, donde se estaría presentando este delito.
 
En los operativos fueron capturadas dos personas, una de ellas por haberse fugado de la cárcel donde pagaba una pena por el delito de porte ilegal de armas fuego.
 
En la ofensiva de ayer se realizaron registros a 1200 personas, 300 vehículos de servicio público y particulares y 80 motocicletas.
 
El comandante de la Policía de Buenaventura, coronel Miguel Correa, indicó que “vamos a combatir este flagelo y no permitiremos que el comercio sea perjudicado por los delincuentes”.
 
Elpais.com.co

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