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La historia de vida y el triste final de Lina Marulanda

Lina Marulanda fue imagen de importantes marcas de ropa, accesorios, jabones y vehículos, una de las modelos más cotizadas del país.

Problemas del corazón y de tipo empresarial marcaron los últimos días de la modelo y presentadora.

Aquellos que conocían a Lina Marulanda de verdad sabían que desde niña había decidido construir su mundo de una manera tan metódica y privada que sólo ella tenía el orden y las instrucciones para armar el rompecabezas.

Por eso, será muy difícil saber con certeza las causas de su trágico deceso, el jueves 22 de abril, cuando decidió acabar con su vida lanzándose del sexto piso del edificio en el que vivía en la zona del Antiguo Country, norte de Bogotá.

No hay palabras, sólo un silencio entre los suyos, quienes seguramente tratan de atar algún cabo suelto, de confirmar si hubo alguna palabra de más, algún gesto que no se adivinó a tiempo; pero no, a Lina no le gustaba quedar en evidencia.

Ni siquiera su maquillador, Álex Ramos, a su lado desde hace ocho años, percibió algún indicio de que algo la estaba atormentando: «Hace dos semanas me la encontré. Nos abrazamos, nos dijimos que ambos estábamos trabajando mucho. Me contó que estaba feliz con su matrimonio. No noté nada raro. Incluso hablamos de planes futuros en campañas y desfiles».

Segunda ruptura matrimonial
Pero la realidad era que Lina Marulanda estaba enfrentando un doloroso proceso de separación del empresario barranquillero Carlos Oñate, un amor de adolescencia, cuando tenían 13 y 17 años, con el que se reencontró años después de su primer divorcio (con Felipe Chacón).

Sus ganas de formar un hogar ideal eran enormes. Tanto que en una entrevista con la revista Aló, Lina dio hasta los nombres de los cuatro hijos que quería tener con Oñate.

El amor volvió a su vida en un momento trascendental, cuando dejó de presentar las noticias del entretenimiento de Caracol y se concentró en construir sus propios proyectos; cuando se le midió a la posibilidad de hacerse socia de una empresa para abrir su propia tienda; cuando el alcalde Samuel Moreno la convirtió en la moderadora de sus programas de TV e hizo radio; cuando Yamid Amat le pidió que regresara al Noticiero CM&, e incluso, cuando a través de su teléfono le llegaban ofertas de empresas para que fuera su imagen.

El mundo de Lina era ordenado, estaba clasificado tan claramente que incluso sus pocos amigos podrían definirse con un perfil: todos se parecen. Amantes del humor negro, del reguetón, insistentes con la idea de crear, de ser los primeros y los mejores, de madrugar más que los que madrugan, de correr más que los que corren: «‘Hay que seguir, hay que seguir’, decía siempre Lina ante las adversidades», cuenta Hernán Puentes, su fotógrafo de confianza.

Por eso, en días previos a su muerte trabajaba intensamente en su nuevo proyecto empresarial: un local de perfumes, cremas y accesorios llamado ‘La Miscelina’.

‘La Flaca’ que no paraba
Así era Lina, ‘la Flaca’: una máquina que no concebía la posibilidad de detenerse, que podía acelerar su ritmo de producción para hacer todo.

Cuando estaba en Caracol Noticias (del 2003 al 2007) se levantaba a las 4 a.m. para ir al gimnasio y cumplir con sus tareas como presentadora y publicista (en el equipo de mercadeo del Canal).

No tenía problema en sacrificar sus tiempos, sus horas de sueño y hasta los momentos con los suyos para que la vida funcionara como quería.

Y cuando las cosas no le gustaban se le notaba en los ojos. Esos enormes ojos cafés que también parecían cambiar de color cuando soltaba una de sus sonoras carcajadas.

Pero últimamente no estaba tranquila, relatan varios de sus amigos más cercanos.

«Estaba insegura porque sus socios le hicieron una mala jugada, se le salió de las manos el negocio en el que había puesto todo el empeño para que fuera exitoso», dijo el presentador Iván Lalinde, su mejor amigo.

Hace dos años, Marulanda decidió asociarse con los dueños de la joyería Turmalina & Durando para abrir un local en la zona rosa de Bogotá. Y todo indica que su fracaso en este negocio, por causas no del todo claras, la golpeó mucho: «Venía mal porque se había retirado de su sociedad Turmalina & Durando (…) y eso la tenía también afectada», narró una de sus mejores amigas, la actriz Alejandra Azcárate, con lo cual, a los problemas del corazón se habrían sumado unos de tipo económico.

Una mujer de carácter fuerte
Sus maneras eran tan radicales que no tenía inconveniente en levantarse furiosa en medio de una reunión, en alzar su voz gruesa cuando estaba en desacuerdo o, con toda su generosidad, abalanzarse dando pequeños brincos para abrazar a aquel que la había convencido con una buena idea o que le había dado una buena noticia.

«Hay que ser realistas y decir que ella era caprichosa y terca, sostiene Alejandra Azcárate, que le gustaba hacer las cosas a su manera y peleaba por sus ideas. Con lo amigas que fuimos, varias veces discutimos, no para dejarnos de hablar, pero sí defendiendo cada una su criterio».

De eso, seguramente, también pueden dar fe las monjas del Santa María, el colegio de Medellín en el que estudió sus primeros años y donde comenzó a dar muestras de su carácter.

Pero en las últimas semanas esta recia mujer estaba triste, lucía más delgada de lo habitual y había vuelto a ver al psicólogo de toda la vida: «Él se había convertido en ese amigo que lo escucha a uno y Lina estaba en un tratamiento», reveló Iván Lalinde.

El miércoles Azcárate hizo todo lo posible para ver a su amiga: «Le escribí y le dije: ‘flaca, tengo la tarde libre, veámonos’. Y ella me insistió mucho en que no podía. Me dijo que necesitaba y quería estar sola. Le dije que cuando quisiera hablar ahí iba a estar».

Al día siguiente un mensaje a su celular le dejó claro que esa charla ya no sería posible.

‘Esto es una lección de vida’
Iván Lalinde, amigo de Lina Marulanda, afirmó: «Esto es una lección de vida. Las apariencias no lo son todo. Ella podía ser la mujer hermosa, la modelo, la famosa, la empresaria, la afortunada, pero su corazón estaba carente de cosas sinceras.

Tenía el amor de sus padres, pero estaba insegura con su matrimonio y con su vida económica y eso la llevó a una depresión profunda».

Las últimas dos horas de vida de la modelo
Según fuentes allegadas al caso, el jueves Lina Marulanda estaba en su apartamento con sus padres, que habían viajado de Medellín para acompañarla en los duros momentos que pasaba por su separación. La modelo se encontraba muy deprimida.

Desde hacía cuatro años venía recibiendo tratamiento médico y psicológico por cuadros de depresión severos. Pero hace 15 días, el médico que la asistía, también según fuentes de la investigación, le había suspendido los medicamentos antidepresivos porque había notado una mejoría importante en el estado de su paciente.

Hacia las 9 a.m. Lina Marulanda se encerró en su cuarto y sus papás le golpearon la puerta en varias ocasiones, sin obtener respuesta. A las 10 a.m. la llamaron de nuevo. Tampoco contestó.

Alrededor de las 11 a.m. algunos de los habitantes de los apartamentos de los primeros pisos oyeron un fuerte ruido. Instantes después, el portero llamó por el citófono y les informó a los padres de Lina que su cuerpo estaba en la rampa que conduce al parqueadero interno del edificio.

A los quince minutos llegaron los paramédicos y confirmaron su deceso.
Tomado de El Tiempo.com. Con reportería de Olga Lucía Martínez Ante, Luz Adriana Velasco, Ronald Mayorga y Carlos Guevara.

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