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Oda al negro

Discreto, atemporal y sofisticado, el negro vuelve a erigirse como símbolo de la elegancia y despliega toda su magia para ofrecer una imagen tan vanguardista como clásica.

Con el beneplácito de los gurús de la moda, el negro, la ausencia de color, se impone en el vestidor femenino para tornarlo más sobrio, más sofisticado y más femenino. “Una mujer nunca se sentirá poco o demasiado vestida con un traje negro”, dice Karl Lagerfeld.

El negro estuvo ligado íntimamente al luto y a los uniformes del servicio del hogar hasta que, en 1926, Coco Chanel lo integró en la vida cotidiana de la mujer urbana con la creación de la “petite robe noire”, un vestido con largo a la rodilla, cuello a la caja y mangas entalladas, de gusto exquisito y muy favorecedor.

Una prenda sencilla, de líneas puras y sobrias y concebida para lucir delicados complementos y resaltar el encanto femenino que, a día de hoy, es un clásico de la moda y la pieza favorita de la mayoría de las mujeres.

A partir de ese momento, el negro, que se convirtió en la bandera de la exquisitez, también se instaló en las prendas de las divas de Hollywood. Muchas actrices de los años 40, 50 y 60 se rindieron ante su calidez y su elegancia.

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