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Pascua: hermosura de mujer

Protagonistas en la alborada de Pascua, las mujeres son la hermosura de la resurrección. Este año, celebrando el triduo pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, particularmente he encontrado a mujeres y recibido enseñanzas. 

 

La primera en la acción litúrgica del jueves santo, en una capilla de Buenaventura. Es tradición de la Iglesia católica que en la eucaristía del jueves santo, conmemorando la institución de la Eucaristía, se haga una representación sobria y sencilla de la última cena, con el conocido gesto del lavatorio de los pies.

Según el relato del evangelista Juan (Jn 13,1-15), Jesús antes de la cena lavó los pies a sus discípulos. Mucho más que humildad, estaba el signo del don de su vida para hacer mejor la existencia de los demás. La tradicional actuación prevé a 12 varones representando a los discípulos y el sacerdote en el papel de Jesús. En esta capilla se presentó un caso particular; a los varones que la frecuentan no les gustó de hacer de discípulos y en lugar de varones se han presentado 12 mujeres. No hay problema, al final, el tema no es de género (masculino o femenino) sino de identidad en la fe (discípulo/a del Señor). Evocando esta representación del lavatorio de los pies me han venido a la memoria muchas conocidas historias de mujeres: sufrimientos, abusos, desprecios, violencias, abandonos… Así que me pareció muy oportuno que en medio de un machismo generalizado (también presente en la Iglesia católica), se ofreció a las mujeres este signo de respeto, de consideración, de entrega. 

 

Pies benditos de mujeres, bañados y besados, recuerdo de la cena del Señor, enseñanza de otra mujer que con besos y lágrimas, honoró el cuerpo de Jesús (Jn 12,3).

 

Otra enseñanza en la gran vigilia pascual, corazón y cumbre de estas celebraciones litúrgicas, compartiendo la celebración con mujeres, con las internas de la cárcel de Buenaventura. Fue muy significativo que, como en el relato evangélico, las mujeres han sido las primeras en conocer la resurrección. En verdad, por razones organizativas de la cárcel, hemos tenido que adelantar la celebración de la vigila: en las primeras horas de la tarde, ya que no se podía realizar en la noche. Creo que nadie en la diócesis celebró antes de ellas la nueva libertad del resucitado. 

 

Las mujeres, biologicamente connaturales a la vida, guardan la gracia de la maternidad, vida entregada para hacer crecer la vida. La Pascua es una gran maternidad, la más grande que habría podido existir. Desde el vientre de la tierra nace la vida verdadera. Dios, autor de la vida, la ofrece a todos. El día de Pascua nos hace entender la calidad de esta vida. Una calidad tan fuerte y hermosa que derrota hasta la muerte. 

 

Entre los daños de los conquistadores españoles hay que considerar también haber traído una fe católica muy equivocada. Nos llenaron de estatuas de yeso y nos hicieron entender que el sufrimiento hasta la muerte era más importante que un amor hasta la vida eterna. Así que nos quedamos muy centrados en el viernes santo (memoria de la muerte de Jesús), sin salir adelante hasta la belleza de una vida nueva (el domingo de resurrección). 

 

Que las mujeres, con su hermosura, nos ayuden a salir del equivoco, a levantar la piedra de todas las esclavitudes que nos sepultan, a vivir de verdad.

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