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Así avanza y alista el entorno local el proyecto de oro Soto Norte – Sectores – Economía

Así avanza y alista el entorno local el proyecto de oro Soto Norte - Sectores - Economía



En los últimos cinco años, tras la llegada del fondo árabe Mubadala, el proyecto aurífero conocido ahora como Soto Norte, en California, Santander, a cargo de la Sociedad Minera de Santander (Minesa), tuvo un replanteamiento radical con el objetivo de ser viable.

Ahora pasó a ser 100 por ciento de minería subterránea, que comienza a 2.640 metros sobre el nivel del mar (una altitud como la de Bogotá), y no utilizará cianuro porque, mediante un proceso de flotación, el producto será un concentrado polimetálico de oro, plata y otros minerales valiosos. Es decir, será un material primario vendido a compradores extranjeros, quienes lo convertirán en lingotes por su cuenta.

Incluirá un programa de coexistencia, con la responsabilidad no solo de compensar las zonas que se intervengan, sino de recuperar áreas que por años han sido explotadas por mineros tradicionales e informales, sin ningún tipo de estándar o control.

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Bajo esas características, Minesa está tramitando, desde enero de 2019, su licencia ambiental, a la que agregó respuesta en enero pasado a 107 requerimientos de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla).

Pero de forma paralela, y con la confianza en que el proceso de licenciamiento surtirá su trámite de forma exitosa, al estar por lo menos a 1,5 km de distancia de la línea que delimita el páramo de Santurbán, la compañía ya viene realizando actividades en otros frentes, con el fin de tener ‘trabajo adelantado’ para la fase de construcción de la mina y de toda la infraestructura asociada para la producción.

Dicha fase se iniciaría en 2021 y tomará, según Alfonso Palacios Castilla, geólogo geomecánico sénior de Minesa, unos 4 años.

De acuerdo con Gustavo Cabrera, gerente sénior de Sostenibilidad de Minesa, el gran reto del proyecto es materializar como oferta de valor la posibilidad de hacer una transformación socioeconómica en el territorio de forma integral, ya que se podría multiplicar por cuatro el PIB per cápita de California.

“Si se compara, en Tona, que es parte de la provincia de Soto Norte, que tiene un PIB per cápita de 20.000 dólares al año, producto principalmente de la siembra de cebolla, el de California y Suratá bordea los 3.500 dólares al año”, asegura.

En este sentido, para California y Suratá, puntos donde se proyecta la mina y planta de producción, respectivamente, no solo se planea hacer minería, sino también agroindustria, servicios y manufactura, ya que la propuesta es apostar por un modelo de minería multiproductiva que haga viable otras actividades alrededor de la extracción.

Se inicia formación local

Por ello, y a pesar de dificultades recientes a la entrada de una reunión con empresarios en Bucaramanga, para mostrarles las oportunidades de negocio que habrá con el proyecto, en la zona de influencia, donde hay una arraigada tradición minera, el trabajo de Minesa está en aprovechar al máximo las posibilidades económicas.

Esto, no solo para lograr la licencia social, sino para pasar a la confianza y apropiación del proyecto por parte de la gente, incluyendo la compensación en el área de influencia y recuperación de la zona de la quebrada La Baja, en la que aún hay minería artesanal e informal, que todavía usa mercurio.

Minesa calcula que en total se extraerán, en los 21 años que durará la fase de producción, unos 9 millones de onzas de oro, es decir, 410.000 onzas al año, equivalentes a 13 toneladas de oro al año y a 220.000 toneladas de concentrado polimetálico del mineral.

Según Cabrera, el proyecto ya tiene en marcha un programa de coexistencia minera, al que ya se han vinculado 160 socios a través de la cooperativa Calimineros, para que la minería tradicional conviva con la gran minería.

Jorge Abad Maldonado, gerente de Calimineros, sostuvo que el pasado lunes 9 de marzo se inició el entrenamiento, con el Sena, en minería subterránea, como parte del apoyo que les dará Minesa.

La idea es que unos 300 mineros que están hoy en zonas cercanas a la quebrada se unan, y que Minesa les ceda una parte del título para que trabajen y se formalicen realizando la producción con la técnica de flotación y, de esa manera, puedan ser independientes y legales, para eliminar el mercurio.

“Serán socios, pero en una operación independiente. Estamos finalizando el proceso del contrato para cederles un área en la que trabajen”, dice Palacios al explicar que aunque la empresa dará el apoyo técnico necesario, la responsabilidad ambiental está cobijada por el título de Minesa, con obligaciones claramente definidas para las partes.

El plan se apoya en los 22 programas de manejo ambiental propuestos a la Anla, de tipo socioeconómico, para demanda de bienes y servicios, toda vez que, de un esquema de transaccionalidad, se pasará a un enfoque de minería sustentable en el que se hacen inversiones socioeconómicas de mayor calado, que tienen que ver con los impactos que genera el proyecto y los diferenciales en términos de salud, educación, saneamiento, infraestructura social y productiva, que representan un desafío mayor.

Especies nativas, factor clave

Aunque el proyecto Soto Norte no usará cianuro ni mucho menos mercurio, hay un riguroso plan de tratamiento del agua proveniente de la humedad que se le retire al material sobrante antes de disponerlo técnicamente en un área de Suratá (será un relave arenoso con solo 15 % de humedad). Además, estos residuos, dispuestos a través de un esquema revegetalizado de terrazas, tendrán una geomembrana impermeable en la parte inferior, para que el agua lluvia no se filtre al subsuelo, sino que se conduzca a unas plantas antes de su disposición final.

Leidy Gélvez, líder de programas de manejo ambiental de Minesa, explica que el proyecto se replanteó para generar el mínimo impacto, ya que de una extensión inicial de 18 hectáreas en California, el plan se concentrará en 8, a las cuales se suman 154 hectáreas en Suratá, para un total de 162 hectáreas.

En esta zona, las coberturas vegetales ya han sido intervenidas de tiempo atrás con potreros y cultivos. Y agrega que por toda el área que se intervendrá, Minesa tendrá la obligación de compensar 404 hectáreas. “No es compensar por compensar, ni con cualquier especie”, señala. A ello se sumarán las compensaciones voluntarias en sitios en los que se ha venido haciendo minería históricamente, pero en los que los mineros locales han dejado sobrantes de mercurio y cianuro. A la fecha, Minesa ya ha retirado más de 300 toneladas de estas arenas, en un período de seis años.

Y para recuperar estas áreas, Gélvez sostiene que en el plan de trabajo se plantea contratar firmas locales, ya que es la gente de la zona la que conoce la vegetación nativa y las especies que son mejores para el ecosistema.

ÓMAR G. AHUMADA ROJAS
Subeditor de Economía y Negocios – EL TIEMPO



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