Así es el «duro» día a día en Venezuela, donde los precios suben todos los días

Foto EFE

Hay varias realidades en Venezuela. La que viven familias como la de María Ávila, quien habita en un barrio popular en San Diego, en el Estado de Carabobo, y la que afrontan hogares de un estrato bajo, medio y alto.

Lo primero que le ha tocado hacer a María es cambiar su dieta: consume harina, arroz, pasta, muy poca carne o pollo y ni hablar de verduras y frutas. Estos productos son prohibitivos, pues todo se compra por millones.

Por ejemplo, una libra de arroz vale 2 millones de bolívares, la pasta 2,5 millones de bolívares y la harina otros 2 millones. El kilo de carne cuesta 5 millones de bolívares, el pollo vale 4 millones de bolívares y un litro de leche 3,8 millones. El problema es que el salario mínimo está en 5,19 millones de bolívares y aunque el gobierno de Maduro le ha hecho nueve incrementos desde 2017, no alcanza.

Pero todo sigue subiendo. Se estima que la inflación diaria es del 2,8 %, cerca del 200 % mensual y más de 40.000 % anual.

María Ávila es venezolana, tiene dos hijas y, cuando puede, trabaja en algunas casas para ganar algo de dinero y aportar para la comida de la familia.
Foto El País

“Mi esposo era chofer y ganaba 300.000 bolívares, eso no es nada. Ahora viaja a Colombia para vender estantes, mesas de plástico y otros productos. Trabajo en casas de familia cuando puedo, porque tengo dos hijas que cuidar. Para ir a trabajar tengo que viajar en el ‘cochino’ (camión) que cuesta 10.000 bolívares. Tardo hora y media en llegar a mi destino”, relata esta madre venezolana.

Cabe destacar, que un dólar oficial al cambio está en 119.900 bolívares, pero en el mercado paralelo cuesta 3,3 millones de bolívares.

En la casa de María casi no se consume leche, menos yogures y mucho menos dulces. Una barrita de chocolatina vale 1 millón de bolívares y una Nutella cuesta 34 millones de bolívares. “Tengo un vecino que vende cebolla, tomate, ají, pimentón y en general hortalizas y verduras en el mercado y como que yo le cuido a su hijo porque sale muy temprano en las mañanas, él me paga con algunos productos”.

“No tengo casa propia. Vivo en la casa de mi madre donde tenemos un espacio para nosotros. No pagamos servicios públicos y lo más barato que tenemos es el plan celular, son 30.000 bolívares, ya que prácticamente trabajamos para medio comer”, dice.

Hace menos de un año María Ávila pesaba unos 80 kilos, ahora está en 50 kilos.

Una economía en picada

La economía de Venezuela viene de capa caída desde hace varios años y se estima que en los primeros tres meses del 2018 la reducción del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 12 %, arrastrada por la baja producción de petróleo.

De acuerdo con información del Parlamento venezolano, la contracción de la actividad económica desde 2012 hasta el primer trimestre de 2018 es del 42 %, una cifra que se refleja en el “empobrecimiento acelerado de las familias venezolanas”.

“Esta no es una economía dolarizada, pero todo se mueve según esta moneda. Si sube el dólar negro todo amanece más caro. Esto es una locura, a veces difícil de entender y de explicar”, cuenta Alexandra Echeverri, una caleña que vive hace más de 20 años en el vecino país.

“Yo vivo en un edificio que tiene 44 apartamentos y quedamos 22, el resto de familias se han marchado. Tenemos dañado un ascensor y no se ha podido arreglar porque nadie tiene para repararlo. Pero en Venezuela también hay gente con mucho dinero. Vendo ropa interior y esta semana vino alguien y me compró varios productos y pagó 180 millones de bolívares, lo cual es toda una fortuna”, dice.

Un juego de ropa interior en Venezuela cuesta unos 20 millones de bolívares, una Coca Cola 1,7 millones, extraer una muela cordal vale 16 millones de bolívares y una llanta para un carro unos 72 dólares.

“Nosotros montamos un negocio para sostenernos, no para darnos lujos y no hemos dejado de comer que es lo vital. Mi esposo trabaja con la Cantv, que es como decir el antiguo Telecom en Colombia. Hace unos 20 años eso era un puesto envidiable. Él gana 15 millones de bolívares, pero con eso se puede comprar apenas un cartel de huevos de 5 millones, un kilo de carne que cuesta 5 millones de bolívares y ni siquiera un yogur que vale 10 millones. Para medio vivir se necesitan entre 300 millones de bolívares y 400 millones, hay gente que vive de las remesas del exterior, pues cualquier dinero que llega de Colombia es una fortuna acá, pero muchos viven en la pobreza”, dice Alexandra.

Un guacal de cerveza en Venezuela vale unos 20 millones de bolívares es decir, 4 salarios mínimos.

Los que toman whisky tienen que comprarlo en dólares.

“Hoy los venezolanos tenemos un salario que no supera un dólar por mes”, dijo en un reciente debate el diputado Carlos Valero.

Asimismo, la legisladora Tamara Adrián explicó que el ingreso mensual percibido por la mayoría de los empleados en ese país equivale a un “uno por ciento de lo que ese salario permitía comprar en el año 1997”, antes de la llegada al poder de la revolución bolivariana.

“Con 5.100.000 bolívares usted no puede comprar ni un kilo de carne o un pollo por mes. Hoy una persona que recibe el salario mínimo está condenada a la pobreza”.

Se estima que más del 80 % de los trabajadores formales que aún quedan en Venezuela reciben entre uno y tres salarios mínimos al mes y, afirmó, “la mayoría de este grupo son mujeres destinadas a sobrevivir con sueldos de miseria”.

Esto ha llevado a que hasta las universidades públicas ya no tengan profesores en ejercicio.

Les pagan en promedio “200.000 bolos la hora, lo que no alcanza ni para un chicle. La gente prefiere ponerse a hacer tortas porque estas se pueden vender entre 30 millones y 60 millones de bolívares”, señala Alexandra Echeverri.

Lo mismo sucede con los colegios: los públicos no sirven, dicen algunos venezolanos, y los privados están “carísimos”.

“Al cambio un colegio privado puede costar como 15 millones o 20 millones de bolívares al mes y si la familias tienen dos o tres hijos, eso es mucha plata. Este es un país totalmente ilógico, no sé, son realidades muy tenaces las que vivimos”, dijo.

Desde hace 19 días trabajadores del Gobierno, de diferentes sectores, protestan en Venezuela.

Denuncian el deterioro de los hospitales públicos, la pérdida del poder adquisitivo, así como la falta de inversión en materia transporte y en la industria eléctrica.

El pedido es común: quierenmejoras salariales. Los protagonistas de este conflicto aspiran devengar entre 50 y 300 veces más de lo que perciben en la actualidad.

El gremio de profesores universitarios propuso al Estado una tabla salarial que empiece con 300 millones de bolívares como ingreso mínimo y termine con 1500 millones.

El País

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