Así se cazaban y quemaban las brujas en Dinamarca – Entretenimiento – Cultura


El fuego crepita y una mujer chilla mientras las llamas abrasan su cuerpo. En las entrañas de la ciudad de Ribe, en el oeste de Dinamarca, un museo hace revivir el período oscuro de la caza de brujas.

Situado en la casa de un exinquisidor, a la vuelta de una pintoresca calle de esta ciudad medieval considerada durante mucho tiempo como la capital de la brujería del reino, el museo narra las persecuciones generalmente olvidadas en los libros de historia.

Retrata una sociedad luterana muy creyente y supersticiosa, donde la magia, el miedo y la desconfianza se entrelazaban para alejar la ira divina.

En las diez salas de exposición, escobas, amuletos, muñecas y calaveras se alternan con instrumentos de tortura y reproducciones animadas de los juicios, al ritmo de una música sobrecogedora: nada mejor para sumergirse en la caza de brujas europeas que tuvo lugar sobre todo en el siglo XVII.

En esa época en Europa, «100.000 (personas) fueron procesadas por brujería y 50.000 quemadas. Dinamarca contabiliza 1.000 (condenadas a muerte), lo cual es bastante en relación al número de habitantes», un millón en aquel entonces, explica a la AFP una de las responsables del museo, Louise Hauberg Lindgaard, especializada en la historia de la brujería.

Museo de las Brujas en Dinamarca

Según la historiadora, la severidad del reino escandinavo en esta zona se debe al ensañamiento de un rey, Christian IV (1577-1648).

En 1617 decretó la primera ley contra la brujería, que envía a la hoguera a quienes practiquen magia negra. En los ocho años siguientes a su adopción, las persecuciones hicieron estragos y cada cinco días se quemó a un brujo.

Para el monarca, como para muchos de sus contemporáneos, sobre todo su cuñado Jacobo Estuardo, rey de Escocia y luego de Inglaterra, otro defensor de la persecución de brujas, se trata de garantizar su poder pero también de dar la imagen de buen cristiano preocupado por sus súbditos.

En el siglo XVI, el filósofo francés Jean Bodin «dijo que si un rey no perseguía a las brujas, él era el único responsable de todos los horrores que se abatieran sobre estos súbditos, por lo tanto (los soberanos) consideraban su responsabilidad» librar al reino de las magas», recuerda Hauberg Lindgaard.

En ese momento, cualquier cosa podía servir de pretexto para una denuncia y los acusados acababan ante un tribunal civil.

El museo, inaugurado a fines de junio, atrajo a casi 10.000 visitantes durante el primer mes.

«A la gente le encanta ver todo lo que está relacionado con la brujería, novelas, películas y series de televisión y también aspectos más históricos como la caza de brujas (…), vemos en nuestros visitantes las ganas de entender ‘lo que realmente pasó'», asegura la investigadora.

Se enteran de que «mayoritariamente en Dinamarca y en el resto de Europa eran mujeres, pero al contrario de lo que mucha gente cree, hasta uno de cada cuatro era un hombre».

«El condenado solía ser una anciana, soltera que vivía al margen de la sociedad, bastante pobre», añade la historiadora.

Para Mathilda, una danesa de 21 años, es una oportunidad para descubrir una historia desconocida y sus ramificaciones europeas.

«Es muy emocionante oír hablar de esto, aprender que no solo ha sucedido en Dinamarca, sino en muchos otros países», señala.

El museo tampoco escapa a la historia. El edificio fue construido a finales del siglo XVI por un hombre cuyo papel fue determinante en siete juicios de brujería, tres de los cuales acabaron en la hoguera.

Fundada en la época vikinga, Ribe está rodeada de muchas leyendas: «en el pasado, se pensaba que aquí se enseñaba la brujería.

También es la ciudad danesa con más juicios de brujas», explica Hauberg Lindgaard. En 1652, Anna Bruds fue la última bruja en ser quemada allí.

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