BAJO FUEGO

Buenaventura. Fotografía tomada de la cuenta de YouTube de Julián Andrés Quiceno Carmona.

La realidad de Buenaventura en cuanto a la violencia ha superado cualquier expectativa. Grupos delincuenciales llevan varios años apoderados de la ciudad donde el motor de todos ellos ha sido el tráfico de drogas. Lamentablemente esa Buenaventura pacífica de antaño sólo ha quedado en el recuerdo y ya hace parte de la historia del puerto.

Cuando yo era joven, siempre se decía que la juventud de Buenaventura era caldo de cultivo para la delincuencia debido a la falta de oportunidades que había en la ciudad. Por allá en los 70s y 80s, quienes lograban terminar el bachillerato y tenían la oportunidad de continuar los estudios universitarios eran relativamente muy pocos. Para esa época sólo existía una pequeña sede satélite de la Universidad del Quindío. Si se quería ser profesional había que salir de la ciudad y trasladarse a Cali o a otras capitales. Desafortunadamente la pobreza de la población del puerto no permitía que la mayoría de los jóvenes tuvieran esa oportunidad. A pesar de todas las dificultades, los bonaverenses nos caracterizábamos por ser gente de paz.

Las aspiraciones de muchos jóvenes de los barrios más humildes de Buenaventura eran poderse embarcar como polizones en los buques cargueros que atracaban en el terminal marítimo. Muchos de ellos lograron su objetivo y terminaron en puertos como Nueva York después de viajar por varias semanas escondidos en contenedores. Otro tanto no tuvieron éxito bien sea porque los descubrían y los bajaban del barco o morían en el intento asfixiados o por falta de comida. La idea de salir de esta manera de Buenaventura buscando un futuro mejor, marcó muchas generaciones de jóvenes.

Podré sonar a disco rayado reiterando lo siguiente en varias de mis columnas, pero el abandono del Estado colombiano se ha convertido en una deuda histórica que ha condenado al habitante de Buenaventura y de todo el Pacífico. Una condena que ha arrastrado a la población a los índices de violencia que hoy se vive en la ciudad.

Buenaventura tiene uno de los desempleos más elevados del país. Cifras oficiales hablan de un 30% de desocupados, aunque no hay datos actualizados, pero se calcula que la población desempleada puede rebasar el 50%, una cifra realmente escalofriante para una ciudad de medio millón de habitantes y con altos índices de pobreza y miseria. La principal fuente digna de empleo era Puertos de Colombia, pero dejó de serlo cuando el presidente César Gaviria lo privatizó. El estado no hizo ninguna inversión para generar nuevas fuentes de empleo y la pobreza se agudizó aún más. Era el comienzo de la década de los años 90s.

A nivel social tampoco se han hecho las inversiones para que los bonaverenses tengan una vida digna. El acueducto que existe es insuficiente y el agua se raciona a diario desde siempre. En mi niñez y juventud, pasábamos hasta más de una semana sin que llegara el agua. La gente tenía que ir por ella a los ríos cercanos o esperar la lluvia. Muchos de los barrios en Buenaventura han sido fruto de invasiones, sin ningún tipo de planeación y las respectivas dificultades para proveerlos de servicios básicos como alcantarillado, acueducto, energía, andenes o calles pavimentadas.

Por años, la población de Buenaventura ha sido víctima de un Estado racista y de una clase política local corrupta, pero hoy la historia le está haciendo una cuenta de cobro a esta región. Además del azote de la pobreza, hoy se suma el castigo del narcotráfico y la violencia. Buenaventura se ha convertido en un punto estratégico para la salida de la droga por el Océano Pacífico, generando toda una orgía de violencia y muertes con las horrendas casas de pique donde literalmente picaban y desaparecían a la gente, las matanzas de líderes sociales y los asesinatos por los ajustes de cuentas de las bandas de delincuentes. Ya se han hecho célebres grupos como La Empresa, La Local y más recientes los Shotas y los Espartanos, responsables de las más recientes masacres y desplazamientos forzados de personas dentro de la ciudad. Hoy Buenaventura está bajo el fuego de todos estos criminales que tienen aterrorizada a la población. Futuro incierto para una ciudad abandonada a su suerte por un país y unos dirigentes que sólo les preocupa el funcionamiento del terminal marítimo.

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