Bélgica tardó un buen rato en domar a Japón. Son insoportablemente intensos los nipones: corren por todos los balones, se multiplican en las coberturas, difícilmente desordenados, dueños de una técnica depurada.
Pero, de picardía, nada. Le falta calle a los japoneses. No se sabe muy bien dónde se aprende a ser granuja, pero definidamente no en las disciplinadas escuelas de fútbol de Japón. Sin embargo, con sus armas, los chicos de Nishino se lo pusieron difícil a los creativos belgas.