Ciberseguridad, el mayor reto de las monedas digitales | Finanzas | Economía

Los avances tecnológicos que está experimentando la sociedad también se traducen al ámbito financiero, donde las criptomonedas y las monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) auguran un amplio universo transaccional para los años por venir.

(Lea: El bolívar perdió la mitad de su valor tras un año de reconversión). 

En un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), la institución recogió los avances que están teniendo distintos bancos centrales alrededor del mundo frente a las CBDC y los retos a los que deben poner la lupa, entre esos, la ciberseguridad.

En primer lugar, es preciso aclarar que las CBDC son las versiones digitales de sus pares físicas emitidas y reguladas por los bancos centrales, un factor que le resta la incertidumbre de volatilidad y seguridad que pueden generar sus contrapartes, las criptomonedas.

Según un recuento del rastreador de monedas centrales del Atlantic Council evidencia que en la actualidad hay más de 112 países en vías de desarrollo, estudio o puesto en práctica su versión digital monetaria.

Pero no fue hasta hace poco que la investigación sobre las CBDC proliferó a nivel mundial, impulsada por los avances tecnológicos y la disminución en el uso de efectivo. Los bancos centrales de todo el mundo ahora están explorando sus beneficios potenciales, incluida la forma en que mejoran la eficiencia y la seguridad de los sistemas de pago”, señaló Andrew Stanley, miembro del personal de Finanzas y Desarrollo de la institución financiera.

De acuerdo con el conteo del Atlantic Council, los 112 países se dividen de esta manera: 11 ya han lanzado su iniciativa (diez de ellos en América); otros 15 desarrollan pilotos; 26 países están en desarrollo; 46 más están investigando; un decena está inactiva y otros dos la cancelaron.

Es importante resaltar que entre los diez proyectos que ya están presentes en América, sobresale el caso del Banco Central del Caribe Oriental (ECCB, por sus siglas en inglés), con la iniciativa ‘DCash’, la versión digital del dólar del Caribe Oriental, la moneda común que comparten Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas; y Anguila y Montserrat.

(Además: Regulación tecnológica, entre las necesidades de la era digital). 

Los otros proyectos en curso son en Jamaica ( Jam-Dex) y Bahamas (dólar de arena).
El mayor número de países está en el grupo de los que se encuentran investigando los beneficios de estas monedas digitales. Entre esos, se encuentran Colombia, Chile, Perú, EE. UU., México o el propio Reino Unido.

“Si bien una CBDC puede tener muchos beneficios potenciales en papel, los bancos centrales primero deberán determinar si existe un caso convincente para adoptarlos, incluso si habrá suficiente demanda. Algunos han decidido que no, al menos por ahora, y muchos todavía están lidiando con esta pregunta”, señaló a su turno el investigador Stanley. 

Sea cuidadoso con las redes de wifi a las que se conecta.

Archivo particular

El experto del Fondo Monetario Internacional señala que los bancos centrales deben evaluar “muy bien” los riesgos que pueden desencadenar la emisión de estas monedas, como una crisis financiera o un refuerzo de sus sistemas de ciberseguridad para evitar ataques masivos.

Los usuarios pueden retirar demasiado dinero de los bancos a la vez para comprar CBDC, lo que podría desencadenar una crisis. Los bancos centrales también deberán sopesar su capacidad para gestionar los riesgos que plantean los ataques cibernéticos, al tiempo que garantizan la privacidad de los datos y la integridad financiera”.

Ahora bien, el nivel de riesgo va a depender de la variante de moneda digital que el banco central elija, ya que cada uno de los modelos proporciona diferentes propiedades en escalabilidad, requisitos de red o privacidad de los usuarios.

(Vea: ¿Banco central para criptomonedas? Esta es la propuesta que se estudia). 

Dependiendo de la elección de este diseño, entre algunos de los riesgos futuros pueden estar una mayor dificultad para revertir transacciones fraudulentas; un incremento en la dependencia de terceros o una reducción en la supervisión regulatoria de las entidades financieras.

PORTAFOLIO

Fuente de la Noticia

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