Redacción BL
Finalizado el año 2023, las cifras de actividad económica dictan un panorama que obliga a pensar en los efectos sobre el empleo a lo largo del 2024. El PIB en 2023 habría cerrado con una tasa de crecimiento alrededor del 1,3% y los pronósticos para el 2024 no distan positivamente de ese número, quizás con algunas décimas adicionales.
Ese contexto de bajo crecimiento supone riesgos sobre el nivel de ocupación del país y sobre la capacidad de generar nuevos puestos de trabajo, aún más con el negativo resultado de la inversión en la que las estimaciones de cierre de año se aproximan a un -10%, y que, con el rezago natural sobre el empleo, configura un escenario crítico para el mercado laboral del país en el futuro próximo.
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En buena hora, para 2024 se prevé un contexto macroeconómico relativamente más favorable que permite sentar un punto de partida para la reactivación. Hay dos buenas señales. La primera, una tendencia de reducción de la inflación hacia un cierre de 2024 que marcaría una variación anual de 5,5%.
Y la segunda, una correspondiente moderación en las tasas de interés en un escenario de recortes de la tasa de política monetaria hacia el 7% a diciembre de 2024.
Obras en vías
Además de la necesidad imperante de reactivar la economía, la inversión y las fuentes de empleo, el 2024 arranca con nuevas administraciones locales y departamentales. Una coyuntura que sin duda es una oportunidad para hacer de las ciudades y las regiones un instrumento fundamental en la ecuación para dinamizar el aparato productivo del país y generar empleo.
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Del amplio grupo de acciones que las ciudades pueden implementar este año para contribuir con la reactivación, ya sea en sus planes de desarrollo o a través de estrategias de inversión y/o mejoramiento institucional, quiero destacar tres.
En primer lugar, acelerar la inversión y ejecución de proyectos de infraestructura urbana de equipamientos como colegios, centros deportivos, dotación de espacios públicos y demás edificaciones para la oferta social del Estado, ayuda a mitigar la pérdida de puestos de trabajo y mueve la economía local.
Puente Juanchito
En segundo lugar, la puesta en marcha de programas regionales de vivienda que concursen y sumen con los esfuerzos del Gobierno Nacional aceleran la inversión de los hogares y generan un motor para dinamizar 34 sectores económicos con más de 170 ramas productivas y con cerca de cuatro empleos entre directos e indirectos por cada vivienda que se construye.
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Ahora bien, es claro que la restricción fiscal de las regiones puede ser una barrera, pero también vale la pena resaltar que en desde el punto de vista urbano, social y económico, tanto la vivienda como la infraestructura complementaria, ranquean los primeros lugares en la priorización de un gasto público bien focalizado y con impacto oportuno en el bienestar de los ciudadanos.
Y desde el punto de vista institucional, el tercer ejemplo son los trámites y procedimientos que enfrenta el tejido empresarial formal para el desarrollo de sus actividades. En los proyectos de vivienda hay cerca de 120 trámites en un sinnúmero de entidades, muchas de ellas carentes de coordinación y capacidad técnica, asociados a la cadena de urbanismo y construcción.
Esto se convierte en un pesado desincentivo a la inversión y un cuello de botella crítico para la ejecución de los proyectos. Una apuesta por simplificar, racionalizar, automatizar y darle tiempo cierto y responsabilidades institucionales serias a los trámites es una estrategia clave para reactivar la actividad productiva, con costo fiscal, en la mayoría de los casos, nulo.
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Estos ejemplos evidencian las oportunidades que tienen las ciudades para priorizar acciones que impacten positivamente sus entornos económicos en el corto y mediano y plazo. Vale la pena recordar que en el valor agregado del país predominan por su peso las actividades económicas urbanas, y que además del alcance nacional que pueda darse desde la política económica a la reactivación, debemos incluir a los nuevos alcaldes y gobernadores en la construcción de estrategias que permitan tener ciudades contracíclicas.
EDWIN CHIVIRÍ
Gerente de Camacol Bogotá y Cundinamarca.
