Está resultando difícil para la economía de la ciudad. En concierto con la decisión de Beijing de cerrar su frontera con Hong Kong, los cables de conexión de la ciudad tanto con China como con el resto del mundo se han cortado efectivamente a medida que los viajeros internacionales, sujetos a una cuarentena de dos semanas, se han reducido a un mínimo.
Danny Lau, cuya organización representa a las pequeñas y medianas empresas de la ciudad, dijo que sus miembros “no pueden ver el final de este túnel negro”.
HONG KONG PARECE LENTO EN COMPARACIÓN CON CHINA
Pero además del sistema legal común que quedó de la época colonial y una moneda convertible, hay otra área en la que Hong Kong aún se distingue del continente: su indulgencia cuando los funcionarios infringen las reglas.
Un brote de alrededor de 150 casos de la variante Delta al otro lado de la frontera en Guangdong en agosto de 2021 dejó a 11 funcionarios sin trabajo, en un ejemplo de las docenas de funcionarios chinos sancionados por brotes de COVID-19 en el país.
En Hong Kong, por graves que hayan sido los brotes de COVID, los funcionarios en general se han quedado quietos durante la pandemia, incluso ahora con el aumento de casos en la ciudad.
El mes pasado, después de los primeros casos comunitarios de Omicron, se supo que 15 funcionarios habían asistido a una fiesta de cumpleaños de karaoke en violación de las normas gubernamentales. Posteriormente, los invitados dieron positivo.
