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¿Cómo fue la relación de Carlos Gaviria con Uribe y Petro? – Partidos Políticos – Política

¿Cómo fue la relación de Carlos Gaviria con Uribe y Petro? - Partidos Políticos - Política


Han pasado cinco años desde el fallecimiento de Carlos Gaviria Díaz (Sopetrán, Antioquia, 1937-Bogotá, 2015) y sus palabras son citadas con frecuencia en los debates de actualidad. Bien sea para reivindicar sus liberales sentencias de la Corte Constitucional, su ideario que los sectores de izquierda reivindican o la necesidad de apelar a la palabra y al argumento antes que a la barbarie que amenaza en cada esquina.

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La periodista y escritora Ana Cristina Restrepo Jiménez (Medellín, 1970) construyó un retrato detallado de un hombre de espíritu libre y conciencia liberal, agnóstico irredento, lector voraz, melómano empedernido, dueño de una memoria prodigiosa y un humor cáustico. La obra incluye, además, un capítulo del abogado Santiago Pardo Rodríguez, en el que se analizan los ocho años durante los cuales Gaviria fue magistrado de la Corte Constitucional. EL TIEMPO habló con ella.

En la distancia, ¿quién era Carlos Gaviria?
Carlos Emilio Gaviria Díaz es, lo digo en presente porque sus sentencias, conferencias y escritos están vivos, un hombre que nació en Sopetrán, Antioquia, fue criado por su abuela Ana Holguín, una liberal a toda prueba, y su madre, Maruja Díaz, una maestra rural. Agnóstico, hijo, padre, esposo, abuelo, abogado, profesor, magistrado, político y filósofo por vocación.

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Tenía el don de la palabra…
Sí. Un conferencista y maestro extraordinario. Por eso, su legado es básicamente oral.

¿Por qué usted cree que él es tan importante?
Es un hombre libre que defendió las libertades ciudadanas en una sociedad profundamente conservadora e hipócrita. Su legado consiste en haber abierto todas las puertas posibles a las libertades individuales: eutanasia, dosis mínima, aborto (salvamento de voto), entre otras. Ante todo, un hombre sensible que quiso humanizar las leyes.

Ya mayor, lo tentó la política. ¿Cómo definía él esta actividad tan distinta a la intelectual?
Como el arte de la simulación: “Es una actividad tan irracional que tú te das cuenta de que los hábitos mentales y emocionales que cultivas en la academia, el pensamiento coherente, responsable, ilustrado, bien respaldado, en la política son una desventaja”. Y sea dicho de paso que le molestaba disfrazarse, cuando lo hizo por ejemplo para la revista SoHo (caracterizó a Papá Noel y fue uno de los doce apóstoles en la Última Cena) fue más por burlarse de sí mismo o para hacer un énfasis de carácter político en alguna coyuntura nacional.

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Cada sentencia, cada conferencia, cada palabra que queda de él es hoy luz para mirar la realidad actual

¿Cómo cree que él evaluaría la realidad de hoy?
No puedo hablar por él, nunca me atrevería, ni más faltaba. Intuyo que leería entre líneas el guion de la puesta en escena de la realidad política actual, con múltiples actores, de izquierda, centro y derecha, instrumentalizados por un único director, perverso, que juega a estar escondido tras bambalinas. A pesar de que todo el público de la obra sabe desde dónde actúa.

Pero en sus acciones sí dejó su huella política para ser vista hoy…
Cada sentencia, cada conferencia, cada palabra que queda de él es hoy luz para mirar la realidad actual. Lo único que sí puedo afirmar sin duda alguna es que seguiría estando a favor de las personas, las acciones y las instituciones que buscan la paz y la reconciliación del país.

En un país con tanto horror, ¿cómo logró Gaviria posicionarse como un referente solo con el pensamiento, la reflexión?
“Los límites de mis palabras son los límites de mi mundo”, esas palabras de Ludwig Wittgenstein, filósofo austriaco a quien Gaviria estudiaba con disciplina y fervor, nos permiten imaginar el mundo que él trató de construir, basado en el poder del lenguaje, de darle sentido a cada palabra dicha. Dar sentido a las palabras no es un asunto menor en un país en el que se mata por hablar y se hace hasta lo imposible para que no tengan voz las minorías o quienes se apartan con sus ideas del statu quo.

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¿Esa virtud la labró en su experiencia como maestro?
Fue un camino guiado por la academia, por su vida académica y por las relaciones humanas. En todos los aspectos de su vida siempre fue maestro, no solo frente a un tablero, y, en ese sentido, era su curiosidad extraordinaria sumada a una memoria prodigiosa las que le permitían no solo conocer, sino entender, asociar, reflexionar y proyectar.

Por lo que usted investigó, ¿cómo fue la relación Carlos Gaviria-Álvaro Uribe?
Tuvo diversas etapas, casi todas de cara a la opinión pública. La relación empezó en los años setenta, en la Universidad de Antioquia: el alumno Álvaro Uribe faltaba con frecuencia a la clase de Carlos Gaviria para ir a reuniones del directorio liberal. En una oportunidad, su profesor le anunció: usted se ha trazado la meta de ser presidente y lo va a lograr.

¿Y luego?
Después, como gobernador de Antioquia, el alumno condecoró a su maestro con el Escudo de Antioquia Categoría Oro; en una carta de agradecimiento al mandatario departamental, Gaviria dijo: “El gobernador fue mi alumno aventajado y tal vez lo que más ha alentado nuestro aprecio mutuo han sido las discrepancias constantes, existentes entre ambos de tiempo atrás, claras, pero cordiales y civilizadas”.

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Pero después, en la campaña de 2006, se enfrentaron durísimo…
En esa ocasión se encontraron como contendores en condiciones absolutamente desiguales y con recursos discursivos y tácticas publicitarias casi opuestos. Consuelo Gaitán recuerda: “Fue una campaña muy sucia, llena de calumnias, dijeron que la pensión más alta era la de Carlos Gaviria: completamente falso. Les tocó rectificar, la herida se cierra, pero la cicatriz queda”.

Durante la campaña presidencial para su reelección, el candidato-presidente se negó a asistir a debates con su maestro

¿Hubiera sido muy interesante verlos debatir?
Durante la campaña presidencial para su reelección, el candidato-presidente se negó a asistir a debates con su maestro.

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¿Cómo valoró Gaviria lo que sería su alumno Uribe como presidente?

En mayo de 2002, la periodista Margarita Vidal le preguntó a Gaviria: “¿Qué pasaría si, como parece, gana Álvaro Uribe?”. Y él contestó: “Si gana la presidencia, vamos a entrar en un estado que es casi inconcebible, de intensificación de la guerra. Vamos a padecer rigores más violentos de los que hasta ahora hemos padecido”. Hoy, si revisamos las cifras de las muertes en combate, las reales y las simuladas o ‘falsos positivos’, podemos ver que más que una respuesta fue una premonición.

Volviendo al libro, usted siempre admiró a Gaviria en vida, ¿cómo hizo para escribir de él sin romper ese vínculo?
Honrar con un escrito la vida de un ser humano como él es un reto inmenso, pero lo es aún más cuando se escribe sobre alguien que ya está muerto y quienes lo conocieron, admiraron y amaron siguen vivos: bajar del pedestal a un monumento como él para mirarlo a los ojos es un acto desafiante, de confrontación y admiración, y a la vez de piedad con la condición humana. Esta narración implicó decisiones muy difíciles sobre la aproximación a la vida privada del personaje, fue un trabajo muy duro y doloroso plantearme una distancia frente a una persona que quiero y admiro, pero era necesario para poder narrarlo.

Foto:

Andrea Moreno. EL TIEMPO

¿Por qué a un hombre tan brillante como Carlos Gaviria no le fue bien en la política, al menos como muchos evalúan su paso por el Congreso?
En un homenaje que le ofreció la Universidad de Antioquia a Gerardo Molina, Carlos Gaviria, como oferente, dijo en su discurso: “A las personas hay que aceptarlas como son, el paquete completo, Gerardo Molina ¿tan inteligente, pero tan mal político? ¡No, ese es el paquete completo!”. Pues bueno, podemos aplicar el mismo discurso para la vida de Gaviria: ¡ese es el paquete completo!

Sinceramente, ¿a él sí le gustaba la política?

El ejercicio de la política le robaba a Carlos lo que más reclamaba su espíritu: el silencio y la soledad elegida para leer y estudiar. Eso lo explica todo. En la campaña presidencial, en cambio, sí rompió moldes.

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Desde la distancia, ¿qué errores encontró usted en el manejo de su campaña que no le permitieron llegar más lejos?
Son varias las razones, no todas relacionadas con él mismo: aunque ha cambiado bastante, Colombia continúa siendo un país muy conservador, de derecha, en el cual el pensamiento de izquierda ha sido profundamente estigmatizado, relacionado con la lucha armada; Carlos Gaviria jamás aprobó el uso de las armas por más que sus opositores publicaran videos editados para hacer creer a la opinión pública lo contrario. Carlos era un hombre de pensamiento liberal y, además, agnóstico: dos ‘pecados’ que todavía no les perdonan a los políticos en este país.

Carlos Gaviria

Y, claro, la eterna división de la izquierda…
Así es. La izquierda ha sido fragmentada desde hace muchos años; en aquella coalición de fuerzas de izquierda que fue el Polo Democrático Alternativo hubo una unión pasajera que no duró mucho: esa fragmentación siempre ha sido capitalizada por la derecha.

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¿Y el papel de Gustavo Petro?
Los egos en la política son aniquiladores en todos los espectros de la política y en la izquierda colombiana sí que ha sido cierto: en ese sentido, y de acuerdo con la manera en que Carlos vivió esa época y como lo recuerdan algunos de sus copartidarios, la actitud de Gustavo Petro y su incompatibilidad con Carlos Gaviria hicieron imposible la unión de fuerzas. Poner los intereses propios sobre los del partido era una actitud de Petro que Gaviria no lograba entender, ni frenar ni soportar.

ARMANDO NEIRA
EDITOR DE POLÍTICA

Fuente de la Noticia

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