Cómo trabajar exitosamente con tu socio más importante

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Hace algunos años, tuve la oportunidad de conocer a Howard Schultz, el emprendedor detrás de Starbucks, cuando dio una plática a un grupo de emprendedores en California. Schultz estaba de gira promocionando su libro El desafío Starbucks, cómo Starbucks luchó por su vida sin perder su alma. Dio una charla preparada, describiendo cómo a finales de los 2000 logró sacar a Starbucks de su crisis de sobre expansión y pérdida de identidad. Habló sobre cómo reclamó su posición como CEO, cerrando cientos de tiendas y modernizando otras cuantas, y cómo un día decidió cerrar las 7,100 ubicaciones en Estados Unidos durante tres horas para que los baristas pudieran tomar un curso para aprender a preparar el espresso perfecto. En lugar de condenar su crecimiento, Starbucks regresó a ser un lugar agradable al que ir a relajarte y a tomar una buena taza de café.

Era una gran historia, pero sonaba a un comunicado de prensa, le faltaba pasión. No había conectado con los emprendedores que estaban sentados. Yo quería escuchar consejos sobre cómo ser un mejor emprendedor, y sabía que no era el único.

Después de la plática, Schultz abrió una sesión de preguntas y respuestas. La última resultó ser la correcta para lograr que Schultz se abriera. Un emprendedor se levantó y dijo algo así: “Schultz, yo te admiro realmente. Tienes una gran historia y un gran producto que compro todos los días. Pero cuando platicabas sobre la lucha de Starbucks durante los momentos difíciles, no pude relacionarme. Después de todo, tú ya tenías millones de dólares en la cartera, mientras que el resto de los emprendedores que estamos en esta sala estamos batallando en serio. Estamos intentando descifrar cómo vamos a pagar la nómina y mantener a nuestras familias al mismo tiempo. Así que Schultz, no me veo reflejado en tu historia”. Dio las gracias y se sentó.

La habitación estaba en silencio.

Schultz atravesó el escenario y le dijo al emprendedor: “Yo soy exactamente igual que tú. Déjenme contarles una historia”.

Entonces, el multimillonario CEO se convirtió en el Schultz de hace 30 años, un emprendedor con muchas ganas, igual que todos nosotros. En 1981, Schultz era como cualquier otro niño de Brooklyn, buscando su oportunidad y trabajando para una fábrica de café sueco. Cuando llegó a Seattle por primera vez, hizo una llamada para venderle algo a Starbucks y ahí decidió que él quería trabajar para Starbucks.

Eventualmente, logró persuadir a sus fundadores que lo contrataran para el área de marketing, pero cuando los dueños no aceptaron su idea de instalar un bar de espresso, se mudó a Europa y adquirió los derechos de una marca de café llamada Il Giornale. Regresó a Seattle para buscar financiamiento para abrir su primera cafetería Il Giornale. Trabajaba sin sueldo mientras que su esposa Sheri estaba embarazada de su primer hijo.

Su suegro llegó a la ciudad y le pidió salir a dar un paseo. Caminando, le dijo “Mi hija tiene siete meses de embarazo y su esposo no tiene un trabajo, tiene un hobby. Quiero pedirte de la manera más honesta, con mucho respeto, que consigas un trabajo”.

Schultz regresó a casa y le platicó a su esposa sobre la conversación que había tenido con su padre, diciéndole que creía que debía darse por vencido y buscar un trabajo de verdad. Y le preguntó a Sheri qué pensaba al respecto.

Ella le dijo que estaban juntos en esto, que creía en él, y que estaba segura de que podría reunir el dinero que necesitaba para su cafetería, y que no debía tirar la toalla. Eso era todo lo que él necesitaba escuchar. Era un riesgo enorme, casi irresponsable, pero consiguió el financiamiento y unos años después compró Starbucks.

Lo que entendí en ese momento fue toda una revelación: Como yo había tenido la idea de negocio o el título elegante, creía que era la persona más importante en cada empresa que había arrancado. Pero aprendí que la persona más importante en cada empresa era la persona que me esperaba en casa todos los días.

Esta persona es el CVO, Director de Ventilación (Chief Venting Officer, por sus siglas en inglés). Emprender es un trabajo muy solitario y suele hacerte sentir que no tienes nadie con quién hablar. Entonces, ¿qué haces? Vas a casa a “ventilarlo” con tu pareja.

El trabajo de ser el esposo, familiar o mejor amigo de un emprendedor no es nada fácil. Estas personas atraviesan nuestros triunfos y pérdidas junto a nosotros y en ocasiones, sus finanzas están en riesgo igual que las nuestras. Y por lo general, los damos por sentado.

Como Schultz, aprendí que el éxito de cualquier empresa empieza en casa. El principal trabajo de cualquier emprendedor, y el más importante, es estar en la misma página que su pareja. Si no están de acuerdo, solo hay dos posibles resultados cuando las cosas se pongan feas: o el negocio sufre, o la relación sufre. Aquí te dejo las cosas en las que necesitas asegurarte de estar en la misma sintonía que tu pareja:

¿Cuántos riesgos financieros están dispuestos a tomar?

Si estás arrancando un nuevo negocio, probablemente estés usando tu propio dinero. Tú y tu pareja necesitan estar de acuerdo en cuánto dinero están dispuestos a arriesgar para seguir tu sueño.

¿Cuánto tiempo te van a permitir dedicarle?

Para lanzar y construir un negocio exitoso, hay momentos en los que tienes que comprometerte primero con la empresa y luego con tu familia. Eso no significa que tu familia sea menos importante, sino que habrá periodos de tiempo en los que ambos estén de acuerdo en que esto es algo en lo que debes estar al cien por ciento, por el bien de su futuro en común.

¿Qué tanto quiere saber tu pareja (o estar involucrado) en el negocio?

Ser un emprendedor puede ser un trabajo solitario. Habrá ciertas cosas que no quieras compartir con tus inversionistas y ciertos problemas que debes mantener fuera del radar de tus empleados o amigos. Así que llegas a casa y lo ventilas todo. Pero probablemente haya un límite sobre qué tanto quieren escuchar al respecto, tanto tu familia como tu pareja; aprende dónde está esa línea.

No importa qué tan comprensiva sea tu pareja, tienes que prepararla para los retos que vas a enfrentar mientras construyes tu negocio. Y lo más importante, tienen que estar alineados sobre los riesgos que están dispuestos a tomar, el tiempo que ambos están dispuestos a invertir, y la estrategia de comunicación que funcione mejor para los dos.

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