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¿Cómo va el Everton de James y Yerry? (Opinión)

¿Cómo va el Everton de James y Yerry? (Opinión)


Febrero 05, 2021 – 10:47 a. m.
Por: Manuel Rodríguez Lloreda – @ManRodLlo

La Premier League está más picante de lo usual. En esta temporada ha ratificado su estatus de mejor liga del mundo, y nos está dejando la campaña más apasionante en muchos años. Apretada arriba, llena de sorpresas, de revelaciones, de partidazos. Y dentro de este enjambre de pirotecnia y talento, de morbo y de brillo y de fútbol puro, hay un equipo extraño.

Extraño porque su entrenador es un italiano de mil batallas y mil títulos, que optó por aceptar el reto de su vida en el ocaso de su carrera y dirigir al club más humilde que jamás dirigió. Extraño porque en cancha hay dos colombianos que, mal que bien, lideran al equipo. Uno alto y cabeceador, alegre, bailarín y macizo. El otro cerebral, fino, de zurda brillante, que lleva la diez (y nueve) en la espalda.

Es un equipo raro porque, si bien parece ir con paso firme, si bien está muy cerca de puestos europeos, a veces se le pierde el fútbol. A veces parece no tener espíritu, ni juego en conjunto, y le cuesta sangre hacer gol. A veces cae derrotado en casa con el West Ham o el Newcastle, y deja a los hinchas dudando si el viejito italiano en el banquillo o el zurdo colombiano en el campo realmente son tan especiales como dicen.

Que quede claro, sin embargo, que el Everton no es un ‘equipito’, como se le ha llamado mucho en redes, usualmente (qué curioso) por las mismas personas que tildan a James de sobrevalorado y a Mina de exfutbolista.
Es un equipo armado, que defiende bien, que le ganó ya al Chelsea, al Leicester, al Arsenal y al Tottenham. Y que, en una Premier que está más pareja y más difícil que nunca, compite y pelea arriba.

Ahora, el equipo sí tiene varios problemas, y deberá intentar resolverlos si pretende tener un buen remate de temporada. Las más grandes dudas pasan por algunos jugadores. Richarlison cada cuanto deja pinceladas de talento brasilero, pero a fin de cuentas no produce, no es ni goleador ni asistidor. André Gomes juega con una displicencia frustrante. Por eso está en el Everton y no en el Barcelona.

El delantero Calvert-Lewin, que estaba imparable a principio de temporada y marcó once goles en once partidos, se secó por completo. Recién el miércoles pudo marcar por primera vez  en liga desde el 5 de diciembre. Era de esperarse, pues si bien tiene una fuerza física notable, es un ‘nueve’ muy limitado técnicamente y no tiene creatividad en su juego. Necesita servicio, y si el equipo no funciona, si el contexto no lo favorece (y fue lo que sucedió durante la lesión de James, el principal motor creativo), pues pronto se queda sin opciones de gol.

El arquero Pickford, por último, no da ninguna garantía. Es inentendible que siga siendo titular en este Everton, y menos aún en la selección inglesa. Quienes lo defienden apuntan a las dos o tres paradas fenomenales que hace por partido (que sí las hace), pero cada dos juegos comete un error garrafal que termina en un gol en contra. Para un equipo de este nivel, simplemente no es sostenible.

Y sin embargo, con todo y lo anterior, da gusto ver al Everton. Vale la pena madrugar y prender el televisor, no sólo porque es la Premier, sino porque estamos viendo al James de la selección: como conductor del equipo, como líder imaginativo, moviéndose por toda la cancha a placer, lo mismo retrocediendo para recibir y lanzar balones largos que entrando al área a esperar centros desde los costados.

Desde que regresó de su lesión ha jugado bien. ¿Ha sido espectacular? No. Ese bólido prendido en fuego que fue durante el primer mes de la temporada no lo volvimos a ver. Y es apenas normal. Los partidos empiezan a acumularse, los rivales ajustan, el nivel general de la competencia aumenta… todo se torna un poco más complejo. Pero tampoco han sido malos sus partidos. Al menos se le ve participativo, dinámico y metido en el juego. Y cada tanto nos deja un gol o una asistencia que atestigua su calidad superior. Su habilidad trascendente.

Además, a menudo se nos olvida que hace un año James no jugaba. Era un milagro que le dieran cinco o diez minutos cada fin de semana. No demos por sentado que hoy es titularísimo y clave para este equipo.

Es ilusionante, también, ver al Mina de hoy. A este Yerry renovado, mejorado, finalmente en un buen nivel que no le veíamos desde su paso por el Palmeiras. Se le ve un poco más seguro atrás, menos frágil en el uno contra uno, un poco más capaz de disimular su lentitud, y muy bien con el balón en los pies; muchas veces dándole buena salida al equipo con una conducción o un pase preciso.

Queda una mitad de temporada muy compleja. Entrarán en juego el calendario y la fatiga, y la plantilla del Everton no es muy extensa. Le ha faltado regularidad al equipo de Ancelotti, pero de a ratos se ve sólido, compacto y casi imparable. Si construye sobre las buenas sensaciones, si agarra una racha de buen juego y motivación prolongada (que la tuvo a principio de temporada), pronto podríamos ser testigos de un sueño extraño, como una fantasía esotérica que aún parece demasiado borrosa como para hacerse realidad: James y Mina, en el mismo equipo, jugando la Champions.



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