Con Bielsa de vuelta en el negocio, ¿puede el famoso flautista de Hamelin lograr el éxito en Uruguay?

El flautista de Hamelin está de vuelta en el negocio, listo para encantar a su próximo grupo de jugadores jóvenes y guiarlos hacia adelante, siempre hacia adelante: Marcelo Bielsa ha sido nombrado nuevo entrenador de Uruguay hasta la Copa del Mundo de 2026.

Significa que siete de las 10 naciones de CONMEBOL ahora son dirigidas por un argentino, incluido el ex asistente de Bielsa de Chile, Eduardo Berizzo. Brasil, aún sin entrenador, seguirá siendo una obvia excepción. Los otros dos, Ecuador y Perú, fueron dirigidos con éxito recientemente por argentinos. De hecho, tras las respectivas renuncias de Gustavo Alfaro y Ricardo Gareca, se rumoreaba que ambos países estarían interesados ​​en contratar a Bielsa.

Pero el hombre de 67 años siempre ha sentido una afinidad con Uruguay (su alto nivel cultural, su gentileza fuera del campo y su compromiso con la causa en el campo) y una vez que llamaron a la puerta, estuvo abierto a la idea. Es un lugar donde se siente como en casa. Este no es un trabajo en el que será necesario un traductor. Los matices del español florido e idiosincrático de Bielsa se entenderán fácilmente.

Los fanáticos de la Premier League conocerán a Bielsa principalmente de su tiempo con Leeds United, y pueden recordar su etapa en España con el Athletic Club. Según los informes, estaba en negociaciones para tomar el trabajo de Everton. Pero ciertamente es discutible que su mejor trabajo, y donde realmente se hizo un nombre, fue con las selecciones sudamericanas.

No era una figura especialmente conocida cuando se hizo cargo de Argentina en 1998. Cierto, el momento más importante, el Mundial de 2002, fue un rotundo fracaso. Pero su equipo se destacó en la calificación, arrasando con todo lo que tenían delante. Llegado el torneo, como la mayoría de los favoritos, Argentina simplemente no estaba lo suficientemente fresca para dar lo mejor de sí, un problema enorme en un estilo de juego que depende del dinamismo. Pero Bielsa renunció en un alto, poco después de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2004 en Atenas.

Su etapa de cuatro años con Chile (2007-2011) fue probablemente aún más impresionante. Se hizo cargo de un grupo de jóvenes muy prometedores (Chile había llegado a las semifinales de la Copa Mundial Sub-20 de 2007) que eran ambiciosos y estaban ansiosos por aprender. El fútbol chileno había carecido de una identidad histórica, pero era el lugar ideal para que Bielsa implementara sus ideas de fútbol de alta intensidad, alta presión, línea alta y proactivo.

Chile era el favorito de los neutrales en la Copa del Mundo de 2010, y al llegar a la segunda ronda disfrutó de su mejor torneo a excepción de 1962, que fue sede. Como reconoció el sucesor y discípulo confeso de Bielsa, Jorge Sampaoli, fue Bielsa quien sentó las bases para la primera medalla de plata de Chile, el triunfo de la Copa América de 2015.

Hay ciertas similitudes con la situación en la que se encuentra Uruguay actualmente. El reinicio realizado en el épico reinado de Oscar Washington Tabárez (técnico de 2006 a 2021) devolvió a Uruguay a la cima del fútbol. Un grupo de jugadores que llegaron durante los años de Tabárez y la corta permanencia de Diego Alonso ahora se preparan para dejar la escena después de cuatro apariciones consecutivas en la Copa del Mundo. Y el énfasis puesto por Tabárez en el lado Sub-20 significa que hay una cinta transportadora de talento, en números extraordinarios para un país con una población de solo 3 millones, lista para reemplazarlos.

Bielsa, entonces, tiene talento de sobra para trabajar. Algunos podrían pensar que Bielsa y Uruguay hacen un extraño calce, que La Celeste preferiría refugiarse en la defensa general que seguir el ejemplo de ataque de Bielsa. Esto es en parte verdad, en parte estereotipo. En 2003, Juan Ramón Carrasco estuvo a cargo de un breve pero fascinante hechizo de ultraataque, y una lección de los años de Tabárez es que el equipo es capaz de flexibilidad táctica.

Como suele ocurrir con Bielsa, la prueba es la respuesta tras el resultado negativo que siempre es una posibilidad en un modelo de juego de tan alto riesgo. Pero no es difícil imaginarlo construyendo un equipo en torno al dinamismo del centro del campo de Federico Valverde del Real Madrid, con Darwin Núñez del Liverpool delante de él y Ronald Araujo del Barcelona patrullando la línea de fondo.

Y tendrá una mirada larga y dura a la generación venidera. Bielsa está ansioso por hacerse cargo de la Sub-23 para la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024, que es un torneo importante para Uruguay.

El comienzo de la era moderna del fútbol se remonta casi con certeza a los Juegos de 1924, cuando los poco conocidos sudamericanos asombraron a todos los participantes en su camino hacia la medalla de oro. Cuando Uruguay repitió como medallista de oro en 1928, la idea de un torneo mundial de fútbol se hizo necesaria e inevitable.

Uruguay le da el mismo peso a esas dos medallas de oro que a sus títulos de la Copa del Mundo: el torneo inaugural de 1930 como anfitrión sobre Argentina y su histórico triunfo sobre el favorito Brasil en 1950, todo simbolizado por sus cuatro estrellas en la cresta.

El próximo año en París será el centenario de aquella primera medalla de oro, de vuelta en la misma ciudad donde se hizo historia. Entrenar al equipo con la esperanza de ganar un lugar es una gran responsabilidad, y también es una oportunidad para que Bielsa evalúe a los jóvenes y acelere a algunos de ellos hacia el primer equipo.

Y así, el flautista de Hamelín está listo para tocar su canción favorita, con la esperanza de liderar a Uruguay en un alegre baile desde el cono sur, pasando por París, y posiblemente alcanzar la gloria en la Copa del Mundo de 2026.

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