Uno de los retos más grandes que la EPS Famisanar ha tenido que enfrentar en sus 25 años de historia llegó de la nada el 11 de marzo de este año, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el nivel de propagación global de covid-19 permitía caracterizarla como una pandemia.
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Ese día, y por esta causa, Elías Botero Mejía, gerente de Famisanar, asistió a una reunión convocada de urgencia en el Ministerio de Salud, en la que se esbozó lo que se venía para el país, en términos de salud pública. “Ese mismo día establecimos, como primera estrategia, reunir un comité covid todos los días; no sabíamos cómo íbamos a afrontarlo realmente, pero empezamos por estipular que cada área de la compañía debía rodear a la gerencia de salud en todo”, recuerda.
¿Qué impacto le preocupó más al comienzo?
En ese momento no sabíamos cómo iba a ser la comunicación hacia nuestros 2’575.000 usuarios y con los prestadores para poder atender, con urgencia, todos los casos que se nos iban a presentar. También teníamos claro que con los recursos regulares seguramente no íbamos a lograr enfrentar la pandemia; por fortuna, el Gobierno, en el decreto que expidió para la emergencia, dejó contemplados dineros adicionales para apoyar al sistema de salud en esta crisis.
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¿Cómo resolvieron la atención de citas y procedimientos programados?
Nos apegamos a la directiva de la OMS, que recomendaba atender únicamente casos de extrema urgencia y en los que estuviera comprometida la vida; el resto de los esfuerzos debían concentrarse en atender casos de covid-19, lo mejor era no mezclar las dos cosas. Tuvimos que socializar esto con los usuarios y los prestadores. En un primer momento movimos todo lo agendado 30 días. Pensábamos que el encierro no iba a durar más. Y seguimos corriendo todo 30 días cada vez, siguiendo las directrices. A estas alturas, por fortuna, ya tenemos una prestación de servicios más oportuna.
¿Cómo manejaron a pacientes de atención inaplazable?
Eso no lo paramos. De hecho, empezamos a enviar a domicilio los medicamentos a la población con mayor vulnerabilidad; también iniciamos teleconsultas, teleasistencias y seguimiento telefónico a los pacientes. Al principio hacíamos más o menos 2.000 llamadas diarias y terminamos en 12.000; cambiamos el call center y contratamos con otros para poder atender todo; el área de tecnología de la compañía multiplicó sus esfuerzos y a través de todos los canales buscamos que los afiliados se comunicaran con nosotros, cuando tuvimos que cerrar los centros de atención.
Organizamos 120 equipos médicos que atendían casos por georreferenciación de afiliados de las cinco EPS, sin distingos, por toda la ciudad
Ese aplazamiento causó represamientos…
Claro, todos estábamos nerviosos de salir a la calle. Del tema de represamiento hemos estado enterando al Ministerio de Salud y a la Supersalud, porque empezaron a presentarse quejas de los usuarios. Ya empezamos a atender.
¿Qué pasó con los afiliados a la EPS que se quedaron sin trabajo y sin la posibilidad de seguir cotizando a salud en esta crisis?
El Gobierno sacó unos salvavidas para todas esas personas que estaban perdiendo sus empleos y no podían seguir cotizando en el régimen contributivo: pasaron al régimen subsidiado, pero siguieron cobijados por la EPS. En este modelo, que se llama movilidad descendente, llegaron a estar algo más de 420.000 de nuestros afiliados. Aunque la cifra empezó a bajar, gracias a que la gente ha ido recuperando sus fuentes de ingreso. Hoy tenemos alrededor del 22 por ciento de nuestra población, dentro del subsidiado.
¿Qué va a pasar con estas personas, cuánto tiempo van a seguir en esta modalidad?
Tienen un plazo determinado por la ley para permanecer en modalidad descendente; si no logran resolver su condición, deben pasar a una EPS del subsidiado.
¿Qué destaca del desempeño del sistema de salud frente a la pandemia?
La capacidad de los actores del sistema hace que puedan trabajar de manera coordinada. Por ejemplo: 5 EPS del contributivo (Famisanar, Compensar, Sanitas, Nueva EPS y Salud Total) generamos en marzo un convenio tripartito con la Secretaría de Salud del Distrito y contratamos unas IPS para atender Bogotá; el objetivo era no trabajar cada uno por su lado. Organizamos 120 equipos médicos que atendían casos por georreferenciación de afiliados de las cinco EPS, sin distingos, por toda la ciudad. Multiplicamos nuestros esfuerzos e hicimos más productivos los desplazamientos de esos equipos. El modelo se copió e implantó en otras regiones. También destaco el esfuerzo de todos los profesionales del sector, su entrega pese a los riesgos, y la capacidad de los prestadores para ampliar los servicios de UCI.
¿Cómo le va a la EPS?
Dentro del semáforo de peticiones, quejas y reclamos (PQR) de la Supersalud, Famisanar está en verde, dentro de las mejores. Nuestra red de prestadores está bien atendida en lo económico y los dineros que recibimos se irrigan al sistema. Las capitalizaciones de Cafam y Colsubsidio, nuestros socios, han sido claves en todo este proceso.
SONIA PERILLA SANTAMARÍA
ECONOMÍA Y NEGOCIOS
En Twitter: @soniaperilla