Coronavirus: ‘Necesitamos empoderar a los Estados y trabajar duro para contenerlos’ – Sectores – Economía

En ‘Alicia a través del espejo’, de Lewis Carroll, la protagonista corre una carrera junto a la Reina Roja. Hasta que, exhausta, la niña se percata de que no avanzan a pesar de lo mucho que corren. Le pregunta a la Reina, que le responde: “Aquí, como ves, necesitas correr con todas tus fuerzas para permanecer en el mismo sitio. Si quieres ir a otra parte, tienes que correr al menos el doble de rápido”.

¿Qué tiene que ver esto con uno de los economistas contemporáneos más laureados y prestigiosos del mundo, Daron Acemoglu? ¿Cómo se asocia la Reina Roja con la pandemia del coronavirus? ¿Y por qué uno de los autores del ya célebre libro Por qué fracasan los países cree que en estos tiempos de covid-19 la Reina Roja puede salirse de control?

El profesor del MIT sostiene que Estado y sociedad protagonizan una puja constante que les impide quedarse quietos –cual Reina Roja– bajo el riesgo de perder el equilibrio recíproco, según plantea en su último libro, El pasillo estrecho, y reafirma en diálogo con el diario La Nación, de Argentina.

Si prevaleciera el Estado, en su extremo podría convertirse en despótico y totalitario. Si prevaleciera la sociedad, al otro extremo esperarían el caos y la anarquía. ¿Y a qué viene todo esto con el azote del coronavirus?

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En ‘Por qué fracasan los países’, usted y James A. Robinson destacaron que la peste negra fue un punto de inflexión que rompió los equilibrios políticos y económicos. ¿Puede la pandemia actual ser otro ‘punto de inflexión’ similar?

Sí, creo que sí. Esta pandemia tiene un impacto enorme en nuestra vida social y económica. Por supuesto que ni remotamente tendrá el impacto demográfico que tuvo la peste negra. Pero el coronavirus desnudó cuán inadecuadas son muchas de nuestras instituciones y de repente expandió el rol del Estado en la economía y en la vida privada de las personas. A medida que la crisis se aplaque habrá reclamos para encarar distintos tipos de reformas institucionales, algunas bastante profundas. Cómo acabarán esos reclamos dependerá de las acciones de los líderes, de las actitudes de las élites y de la movilización de la sociedad. En mi opinión, la pandemia revela que necesitamos una red social más fuerte, mejor salud pública, mayor capacidad del Estado para coordinar acciones en tiempos de emergencia y mejor cooperación internacional. Después de la crisis tendremos gobiernos mucho más grandes y en muchos países los gobiernos habrán penetrado más profundamente en las vidas privadas de las personas. En algunos lugares, quizá veamos colapsar por completo la confianza en el Estado y en las instituciones democráticas debido a sus torpes respuestas a la pandemia. En otros, los gobiernos podrían tornarse más autoritarios y dominantes porque habrán desarrollado más herramientas de vigilancia y control de la población. Pero mi esperanza es que las mayores responsabilidades del Estado se cumplan en muchos países con mayor participación democrática de los ciudadanos, para que podamos mantener al Estado y a los políticos más controlados que antes.

¿Puede esta pandemia generar algún tipo de ‘destrucción creativa’, en un sentido más amplio que el del economista Joseph Schumpeter?

Apoyándome en mi respuesta anterior, pienso que sí, que es posible una ‘destrucción creativa política’. Muchos de los acomodamientos institucionales que emergieron de la hiperdesregulación y la ‘financiarización’ de las últimas tres décadas puede que sean dejados a un costado, y en su lugar comience a emerger una red social más fuerte y eficiente y el tipo correcto de instrumentos regulatorios.

Vayamos antes a los comienzos de esta pandemia. ¿Qué piensa del modo en que se movió China?

Creo que la respuesta china a la pandemia ilustra lo peor y lo mejor de sus instituciones. Por un lado, hemos visto a China lidiar con cuarentenas y distanciamiento social más exitosamente, testear personas y rastrear infectados de manera masiva mucho mejor que los gobiernos de Occidente, y luego logró reabrir su economía más rápidamente de lo que en estos momentos parece posible en cualquier lugar de Occidente. Por otro lado, la razón por la que este virus se convirtió en una pandemia es el mes y medio de inacción, ocultamiento y engaño por parte de las autoridades de la provincia de Hubei, y ahora también estamos viendo el uso draconiano de la vigilancia y del poder opresivo del Estado chino de un modo más audaz y manifiesto que antes del virus.

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Le recuerdo una cita de ‘Por qué fracasan los países’: “La experiencia china plantea varias preguntas interesantes sobre el futuro del crecimiento chino y, más importante, la conveniencia y viabilidad del crecimiento bajo un régimen autoritario”. ¿Puede la pandemia alterar de alguna forma el modelo chino vigente hasta ahora?

La visión ahora mismo en China y en muchas partes del mundo occidental es que las instituciones chinas han funcionado mejor que sus equivalentes en Estados Unidos o el Reino Unido. Hay algo de verdad en eso, pero solo en el sentido que planteé antes. Aun así, esa será la posición que sostendrá el Partido Comunista, tanto dentro de su país como en el exterior. Y hay muchos que son muy receptivos a ese mensaje. Así que imagino que el prestigio de China aumentará y el Partido Comunista trabajará más fuerte para exportar su modelo.

En un artículo reciente para Project Syndicate, usted describió al presidente Donald Trump como demagogo, narcisista, impredecible, polarizador y autoritario, y planteó la necesidad de un pacto social más amplio e inclusivo. ¿Puede ese pacto alcanzarse en la situación actual de Estados Unidos y del mundo? Y déjeme dar otro paso: ¿puede Trump ganar su reelección este año, incluso después de lo que ocurre en su país en estos momentos?

Desafortunadamente, pienso que Trump tiene todas las chances de ser reelegido. Estados Unidos está dividido y polarizado. Hay mucha desinformación. Ahora también hay mucho miedo e incertidumbre debido a la pandemia. Todas estas son condiciones que ayudan a los líderes autoritarios que promueven los miedos. Su reelección conllevaría otra crisis, quizá más existencial para el mundo que la del coronavirus. No estoy seguro de que las instituciones de Estados Unidos puedan soportar otros cuatro años de Trump.

En esa línea, usted escribió en un artículo posterior para ‘Foreign Affairs’ que “el coronavirus expuso el giro autoritario de Estados Unidos”, mientras que su democracia parece en retroceso. ¿Puede este giro autoritario ser una tendencia en otros países también? Estoy pensando en lo que ocurre en Brasil y México, por ejemplo…

En mi opinión, Trump es personalmente responsable de la pésima respuesta de Estados Unidos a esta crisis. Fue su vaciamiento de la administración norteamericana lo que contribuyó a la falta de respuestas entre enero y febrero de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) del Departamento de Salud. También la confusa comprensión pública de la pandemia le debe mucho a la desinformación que él difundió con sus declaraciones engañosas y sus mensajes inconsistentes. Igualmente falló por completo cuando se trató de adoptar una política consistente o de coordinar una respuesta más efectiva en todo el país. Todo esto fue posible gracias al giro autoritario del país. Hay poca resistencia a Trump, excepto por el Congreso, que está dominado por los demócratas, y por los estados gobernados por los demócratas. Y todo esto tiene claros paralelismos en México, Brasil y Filipinas. De hecho, pienso que el giro autoritario, junto con el debilitamiento de la experticia y la autonomía de la burocracia y de la imparcialidad del poder judicial, ya ha ocurrido en Filipinas, Hungría, Turquía, Brasil y México. Y puede que se expanda aún más.

Tras leer ‘El pasillo estrecho’, mi pregunta en el escenario global actual es: ¿acaso estamos empoderando demasiado a los Estados? ¿Pueden las sociedades controlar a sus gobiernos en tiempos de emergencia? ¿Cómo podemos evitar que la Reina Roja pierda el equilibrio y se salga todo de control?

Vivimos tiempos tumultuosos, inciertos y peligrosos. Necesitamos que el Estado juegue un rol mayor para reforzar la red de protección social, evitar que la gente caiga en la pobreza, rescatar a los comercios e incluso usar todo tipo de herramientas para rastrear quién está contagiado y cómo está esparciéndose la infección. Todo esto podría resultar una receta para un nuevo tipo de totalitarismo, sí. Pero no hay nada inevitable en todo esto. Como usted bien consignó, la Reina Roja podría venir a rescatarnos. Ese sería el caso si ante el crecimiento del alcance y el poder del Estado la sociedad se pusiera más alerta y compensara así el mayor rol del Estado. Después de todo, eso es exactamente lo que pasó en amplias partes de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, e incluso antes en parte de Escandinavia. No podemos ser complacientes cuando se trata del Estado y los políticos poniéndose dominantes. Pero también estaríamos cometiendo un grave error si atamos las manos de las instituciones estatales para lidiar con la crisis actual. Necesitamos empoderarlas ahora y trabajar muy duro para controlarlas y contenerlas.

Necesitamos que el Estado juegue un rol mayor para reforzar la red de protección social, evitar que la gente caiga en la pobreza, rescatar a los comercios

Finalmente, me atrevo a hacerle una pregunta demasiado amplia, sepa disculpar: ¿qué ve como posible escenario global poscovid-19?

Esa es una pregunta excelente. No lo sé. Habrá una reacción violenta contra la globalización. Después de todo, si el mundo estuviera menos globalizado o si la globalización estuviera menos desregulada, el virus quizá no se hubiera esparcido tan rápido desde China al resto del mundo. Por otro lado, estamos viendo cuánto vale la coordinación de políticas. Necesitamos más coordinación, por ejemplo, en el área de la salud pública. Estamos viendo cómo la carrera por encontrar la vacuna y los antivirales está recibiendo un impulso enorme gracias a la colaboración internacional. También nos estamos beneficiando al aprender cómo países como Taiwán y Corea del Sur han lidiado exitosamente con la pandemia, aunque desafortunadamente no todas esas lecciones fueron aprendidas en lugares donde las tradiciones tecnocráticas se han debilitado, como Estados Unidos. También nos estamos beneficiando del comercio internacional al recibir de China y Corea del Sur el equipamiento para proteger al personal de la salud y kits de testeo. Así que es posible, después de todo, que de las cenizas de esta crisis podamos construir una mayor cooperación internacional y otra forma de globalización más fructífera.

HUGO ALCONADA MON
LA NACIÓN (Argentina) – GDA

Nacido en Turquía en 1967, Daron Acemoglu se doctoró en la London School of Economics con apenas 25 años; al año siguiente comenzó a dar clases en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde continúa hasta hoy. Nacionalizado estadounidense, en 2005 recibió la prestigiosa medalla John Bates Clark, que se le otorga al economista con menos de 40 años que haya hecho aportes significativos al pensamiento económico. Es autor de varios libros, en 2012 publicó ‘Por qué fracasan los países’ junto con su histórico colaborador James A. Robinson, obra que se convirtió en punto de referencia mundial en los estudios de economía política. Acemoglu también es uno de los tres investigadores de la economía más citados en artículos académicos de la última década.

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