Redacción
Cada vez que se habla del empate entre Colombia y Unión Soviética, en el histórico 4-4 en el Mundial de Chile 1962, se mencionan a Efraín el ‘Caimán’ Sánchez, Lev Yashin o Marcos Coll; pero poco se habla de la primera joya que le dio Buenaventura a la Selección: Marino Klinger. El atacante fue el encargado de anotar el cuarto gol colombiano, sellando así la primera página dorada para nuestro país en una Copa del Mundo.
Klinger Salazar llevó la camiseta 17 en el seleccionado que dirigió Adolfo Pedernera. Hacía parte de una dupla demoledora en Millonarios, junto a Delio Gamboa; ‘Maravilla’ también estuvo en aquel plantel mundialista.
El hijo de Buenaventura fue el encargado de confirmar la primera hazaña cafetera en un Mundial. Después de los goles de Germán Aceros, Marcos Coll -olímpico- y Antonio Rada, apareció Klinger para el 4-4, eludiendo previamente a Yashin, la ‘araña negra’.
Marino, al igual que la Selección, no pudo brillar más en los Mundiales. Su selló lo dejó en Millonarios, siendo campeón cinco veces. Pero en su momento era un atacante letal, de casta, o como alguna vez dijo el ‘Cuca’ Aceros: era el Falcao de la época.
“Aparte de jugar bien con los pies, era tremendo cabeceador como lo es en este momento Falcao”, comentó el santandereano hace unos años.
Pero el pionero de los jugadores de Buenaventura en la Selección tuvo un final trágico. A sus 38 años, ya retirado del fútbol y dedicado a la odontología, Klinger falleció en un accidente automovilístico, mientras que manejaba su Renault 4 y su carro cayó en las aguas del río Cali.
