Bogotá, Colombia – La muerte de Catalina Gutiérrez Zuluaga, residente de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, ha provocado una ola de reacciones y revelaciones sobre el maltrato que experimentan los residentes de medicina en la institución. Entre las voces que se alzan para compartir sus experiencias, destaca la del doctor Rawdy Reales, conocido por su presencia en redes sociales y su libro Historias que curan.
Reales, a través de una publicación en su cuenta de Instagram (@soyrawdy), relató su vivencia de maltrato durante su último año de internado. Según su testimonio, fue víctima de abusos verbales y conductuales por parte de un coordinador de internado, quien era un coronel activo del Ejército. Este coordinador era conocido por su estrictez, altivez y prepotencia, y no dudaba en insultar a los estudiantes frente a los pacientes, calificándolos de «ineptos» e «inservibles».
Durante una rotación, Reales tuvo un enfrentamiento con un cirujano vascular que lo llamó despectivamente «costeñito». Reales, sin titubear, respondió con firmeza, exigiendo respeto por su nombre: «No es ‘costeñito’, es Rawdy Reales». Este acto de defensa personal generó un ambiente tenso y, según Reales, hizo que el coordinador de internado tomara represalias al hacer la ronda académica del día aún más exigente y difícil para todos los presentes.
Los compañeros de Reales, en lugar de apoyarlo, lo culparon por la actitud del coordinador. Una compañera le expresó que el grupo estaba molesto con él por haber provocado la reacción negativa del coordinador. Reales respondió que los estudiantes se habían acostumbrado a los malos tratos y habían normalizado la falta de respeto. En su opinión, deberían estar molestos con el docente, no con él, por exigir respeto.
La historia de Rawdy Reales destaca un problema más amplio dentro de la educación médica: la normalización del maltrato y la falta de respeto hacia los estudiantes. Reales terminó su relato lamentando que sus compañeros no entendieran la gravedad del maltrato recibido y que, en lugar de apoyarlo, lo culparan por defenderse.
La trágica muerte de Catalina Gutiérrez Zuluaga ha servido como catalizador para que otras víctimas de maltrato en la facultad de medicina compartan sus experiencias. Este caso subraya la necesidad urgente de revisar y reformar las prácticas internas en las instituciones educativas para garantizar un ambiente de respeto y apoyo para todos los estudiantes.
