Dolores Cabezudo, catedrática de Tecnología de los Alimentos, en una imagen del pasado mes de enero/ C. Manzano
La catedrática de Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Castilla-La Mancha, Dolores Cabezudo, apuesta por blindar la sanidad y dotarla de los medios suficientes que impidan cualquier agresión, regulando su relación con la industria farmacéutica garantizando las existencias para una atención rápida y eficaz. Esta gran investigadora española, actualmente jubilada, utiliza el ajedrez para describir lo que para ella será la nueva normalidad tras la pandemia: “Será como el resultado de una reñida partida de ajedrez en la que habrán interactuado las 16 piezas móviles (…) caminando con lógica por las 64 casillas del tablero. Puede destacar el jugador de las blancas o las negras y la partida puede durar una hora o una semana”.
Dolores Cabezudo entiende que la sanidad tras el coronavirus debe ir en sintonía con las prescripciones de la Organización Mundial de la Salud, «pidiendo a ésta un rigor actualizado». A su juicio debe contar con el número de sanitarios y establecimientos de calidad, por unidad de población, según los estándares científicos y sociales del estado de bienestar, pero aclara que debe ser una “única sanidad pública universal e intocable por la política de turno”. Apuesta, no obstante, porque sean los expertos quienes hagan revisiones periódicas para su mejora continua, es decir, especialidades más avanzadas, equipos materiales más exactos y rápidos, relaciones sanitario/paciente razonables, etc…
Para que no haya un empeoramiento, Cabezudo entiende que hay que blindarla y dotarla de los medios suficientes como para hacer frente a todo tipo de agresiones y regular su relación con la industria farmacéutica, garantizando las existencias necesarias para una atención eficaz y rápida. “¿No se nacionalizan los bancos, las minas,…? ¿No es la salud un bien primordial?”, se pregunta.
El monocultivo, fórmula peligrosa
La que fuera profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) entiende que los economistas han de proponer las acciones que combatan las consecuencias de la pandemia “y no caben opiniones de aficionada”. Aún así, asegura que “no hace falta ser experta para concluir que el monocultivo es una fórmula peligrosa económicamente y el turismo tiene muchos rasgos de monocultivo” por ello se inclina por un mayor número de empresas útiles y menos de aquellas que alimentan el consumo irresponsable, de las cuales Michael Sandel (Premio Princesa de Asturias, 2018) tiene todo dicho.
Sobre la protección del trabajo tras las nuevas relaciones surgidas o impulsadas con la pandemia, Cabezudo entiende que hay que seguir las pautas de la Organización Internacional del Trabajo, y una legislación laboral moderna concretada por los sindicatos, en dialogo con los empresarios.
En el terreno de la Educación le gusta hablar de hacia dónde le gustaría que fuera “porque el objetivo al que va es bastante malapata”. ¿Se puede estar un día y otro y al siguiente lamentándose la gente y los psiquiatras de las graves consecuencias del confinamiento en sus casas urbanas de los niños y adolescentes?, se pregunta. Y continúa, ¿por qué no recordar a los niños y adolescentes que abandonan sus países en pateras, o quedan confinados en campos de refugiados, o en barcos a la deriva? Educar adultos no es lo que la sociedad aplica a muchos niños por mucho que la escuela se empeñe en hacerlo mejor cada vez.
Hechos y no sospechas
Para los políticos actuales tiene una importante batería de recomendaciones: Que juzguen hechos y no sospechas, que estudien los asuntos y establezcan la importancia universal de los acontecimientos, -según la escala de los expertos- y que sean honrados al proponer alternativas útiles si no comparten las del gobierno de turno. Les pide que dejen los problemas de menor alcance y no tachen como inconveniente lo que ha dado resultado en muchos países. A su juicio, la política no es cuestión de grupos sino, por ahora, de Europa, ni se pueden hacer trampas, ni convertir el Parlamento en una partida de mus, con jugadores sin pizca de ingenio.
Con todo, “los políticos no llueven del cielo” asegura, por ello los ciudadanos han de discernir, al votar, entre los proyectos previsibles de unos y otros, no entre los que prometen. “Y aunque parezca una rareza decirlo, que no sean tan crédulos y se presten a difundir mentiras, falacias, desinformaciones y argucias para fomentar todo tipo de actitudes sociales perniciosas, como miedo, cansancio, o la iniquidad de “todos son iguales, que mas da”. No todos son iguales, -concluye- los que proponen una ayuda vital o renta básica a los que la necesitan para vivir, son distintos a los que tratan de impedirlo.
PREGUNTA.-Y la nueva normalidad tras la pandemia, ¿como cree que será?
RESPUESTA.- No estamos seguros de cuándo será el final de la pandemia y nos preguntamos cómo será todo después. Puede parecer un interrogante falto de fundamento pero es cierto que, aunque no sepamos la fecha, ocurrirá. No voy a decir que es un asunto muy complejo. Prefiero decir que la nueva normalidad será como el resultado de una reñida partida de ajedrez en la que habrán interactuado las 16 piezas móviles, dependiendo del lugar que ocupe cada una y del lugar que ocupen las demás, caminando con lógica por las 64 casillas del tablero. Es decir, puede destacar el jugador de las blancas o las negras y la partida puede durar una hora o una semana.
P.-Las relaciones humanas ¿cambiarán?
R.-Prefiero hacer un apunte de cómo deberían cambiar. Hacia la igualdad entre hombres y mujeres, entre trabajadores de distintos oficios, entre nativos y extranjeros, entre todos los hombres de buena voluntad.