EE.UU vs China: la carrera por la tecnología verde

Gilles Moëc (AXA IM) | En vísperas del día mundial del Cambio Climático, el economista anticipa una nueva ‘guerra’ entre China y Estados Unidos por el liderazgo en la tecnología verde.

 

“Las dinámicas internacionales importan en el paso hacia la descarbonización de China. Pekín se enfrenta en estos momentos a rechazos no solo de Estados Unidos, sino también cada vez más en Europa, donde la actitud hacia la inversión china se está volviendo notablemente más fría. En este sentido, alinearse con Bruselas en las políticas de carbono puede ayudar a la geopolítica china”, explica Gilles Moëc.

 

“Pero pasar al cero neto no es solo una estrategia defensiva para China. Pekín ve esto como otra herramienta para acelerar la transición de su economía más allá de un modelo de crecimiento extensivo y asegurar el liderazgo global en la próxima “revolución industrial”. China ya está muy avanzada en industrias ecológicas clave como son los paneles solares. En su rivalidad con Estados Unidos en la extensión de la frontera tecnológica global, el gigante asiático puede capitalizar la negativa de Estados Unidos hasta ahora de embarcarse a nivel de política federal en la transición verde. China podría convertirse en el principal productor de innovación tecnológica verde”, subraya el economista jefe de AXA IM.

 

En este sentido, el experto adelanta los cambios que pueden producirse si Biden gana las elecciones en EE UU. “Si Joe Biden es elegido presidente de Estados Unidos, es muy probable que el poder del gobierno federal del país norteamericano se canalice hacia un objetivo similar sobre las emisiones de carbono. Así, si bien la centralidad de la agenda verde – y la inversión verde – en su programa se debe mucho a un electoralismo táctico (esto le permite llegar a las bases más radicales del Partido Demócrata sin que implique la aplicación de impuestos más altos, que podría asustar a los moderados), el pensamiento estratégico también está en juego.

 

En nuestra opinión, el ala moderada de los demócratas está totalmente de acuerdo con el análisis elaborado por Larry Summers hace unos años. Su discurso de estancamiento secular se basa en una desaceleración de la innovación tecnológica que afecta el crecimiento de la productividad. A medida que el crecimiento del PIB potencial se desacelera, también lo hace el tipo de interés de equilibrio, lo que reduce el espacio para que la política monetaria ayude. El apoyo fiscal sostenido es lo que se necesita en este modelo. Canalizar dólares procedentes del Gobierno hacia inversiones verdes no estaba en las recomendaciones políticas de Summers, pero es consistente esta práctica. Con frecuencia escuchamos en Estados Unidos que la “revolución verde” podría desempeñar el papel que tuvo el programa espacial en las décadas de 1950 y 1960 para impulsar la productividad en el país. En este sentido, para trazar otro paralelo con esa etapa, es probable que el liderazgo en la tecnología verde se convierta en otra fuente de rivalidad entre Estados Unidos y China.

 

El papel de la UE en el cambio climático

 

El experto de AXA IM también analiza el papel de la UE en la lucha contra el cambio climático, cuyo alcance en lo que se refiere a la reducción de emisiones de carbono es muy limitado. “En ese momento la UE por sí sola ya no puede contribuir mucho. Su intensidad de carbono ya es baja y lograr cero neto no movería mucho el dial global”, subraya Moëc. Sin embargo, el papel de la UE puede ser geopolítico, empujando a China a moverse hacia la descarbonización y, en cadena, también a EE UU: “Creemos que la alineación de la UE y China en el “cero neto” aceleraría la transición verde en todas partes a través de dos canales. Primero, el sistema de comercio mundial se volvería cada vez más hostil para los productores intensivos en carbono. En segundo lugar, un esfuerzo de inversión verde tanto en China como en la UE apoyaría la innovación tecnológica, aumentando la disponibilidad y reduciendo el coste de las técnicas de producción que ahorran carbono para todos, incluidos los «rezagados» actuales en este frente. No es demasiado tarde (…).

 

El suministro de innovaciones tecnológicas verdes es otro canal de transmisión de esta cascada internacional. A menudo ha habido burlas hacia la UE por haber apoyado masivamente la generación de energía solar, lo que provocó importantes importaciones de China. Habría sido mejor para la economía de la UE si los proveedores locales hubieran podido responder a la demanda. Desde la perspectiva de las normas comerciales, la fuerte subvención de China a sus propios productores era problemática. Aun así, el precio de los paneles solares ha caído significativamente para todos a medida que ha crecido el mercado. Esto ha generado un “bien público” para la lucha contra el cambio climático en todas partes. La incorporación de China a la UE en materia de inversión verde impulsará la «frontera tecnológica verde» y reducirá el precio de las nuevas técnicas disponibles para todos. Por supuesto, si Estados Unidos y su capacidad de innovación también se unen, el ímpetu sería aún más fuerte.

 

China, imprescindible para frenar el calentamiento global

 

Gilles Moëc explica qué es imprescindible que China se sume a la lucha contra el calentamiento global: “El 22 de septiembre, China anunció su intención de ser neutral en carbono en 2060, solo 10 años después de la Unión Europea. El gigante asiático fue un país que se comprometió en el acuerdo de París y que había mostrado su compromiso para cooperar a nivel internacional sobre el cambio climático desde la década de 1990, pero Xi Jinping tomó el camino de ir mucho más allá de lo acordado en 2016. El motivo más relevante tras este movimiento audaz probablemente sea que China no puede tener los ojos cerrados ante las consecuencias que el cambio climático provocaría y, ​​dada su participación en las emisiones globales de carbono (30% en 2019), es una de las pocas entidades políticas en el mundo cuyas propias decisiones pueden tener de forma independiente un impacto significativo en la trayectoria del calentamiento global.

 

En pocas palabras, el tamaño de China hace imposible que Pekín evite las consecuencias del cambio climático por sí mismo si no reduce drásticamente sus propias emisiones. Contar con el resto del mundo no puede funcionar. El «Free-riding» no es una opción. El economista jefe de AXA IM recuerda la preponderancia china en la emisión de dióxido de carbono: “China es, con mucha diferencia, la economía líder más intensiva en carbono del mundo, que se mide por las emisiones de CO2 por unidad de PIB. Ha habido una convergencia significativa hacia los niveles occidentales, pero en 2019, la economía china todavía era 3,5 veces más intensiva en carbono que la UE y el doble que en Estados Unidos. Combinado con su crecimiento más rápido del PIB, esto hace que la emisión de CO2 de China en 2019 fuera un tercio mayor que la del país norteamericano y que la de la UE combinados” y advierte: “Por supuesto, reducir la dependencia del carbón barato y de producción nacional para la generación de energía no será fácil ni rápido. La reciente incorporación de grandes centrales eléctricas de carbón en China sugiere que la estrategia aún no está aclarada. No obstante, nuestro punto de vista es que, aunque ya se ha perdido mucho tiempo, todavía hay un camino viable”.

Fuente de la Noticia

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