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el ‘científico loco’ que pudo cambiar al mundo

Quién fue Nikola Tesla: el 'científico loco' que pudo cambiar al mundo


En nuestra serie Emprendedores Legendarios exploramos quiénes fueron esos hombres y mujeres de negocios que han transformado al mundo e inspiran a los líderes modernos. 

La figura de Nikola Tesla se ha vuelto muy popular en internet. En las redes sociales podemos ver la figura del genio solitario que es pisoteado por los poderosos. Se dice que Thomas Edison hizo una campaña de desprestigio en su contra, que Guillermo Marconi le robó el crédito y el premio Nobel por la radio, y que el industrial George Westinghouse creó un imperio basado en sus ideas.

Sabemos con certeza que Nikola Tesla fue inventor, ingeniero mecánico, físico y promotor de la electricidad comercial; un revolucionario en el campo del electromagnetismo.

Nacido en la actual Croacia en 1856 –curiosamente durante una tormenta eléctrica–, Tesla estudió en la Universidad de Graz, en Austria, y después se trasladó a Estados Unidos, donde empezó a trabajar bajo las órdenes de Edison como ingeniero eléctrico.

Gracias a su gran intelecto, comenzó a avanzar muy rápidamente en la empresa. En su autobiografía afirma que en 1884 se le ofrecieron 50 mil dólares por rediseñar los motores ineficientes de Edison. No obstante, cuando pidió el pago por su trabajo, Edison le contestó: “Tesla, usted no entiende el humor estadounidense”.

Poco después renunció y, en 1886, fundó su propia compañía, Tesla Electric Light & Manufacturing, pero fue expulsado de ella por los inversionistas. En 1887 construyó el primer motor de inducción alimentado con corriente alterna y después empezó a trabajar con Westinghouse.

Tesla investigó lo que después se conoció como rayos X usando su propio tubo de vacío, y se percató del daño que causaban cuando no se les manejaba con cuidado. Una de sus propuestas más famosas fue la de crear un “sistema mundial de transmisión de energía eléctrica sin cables” basado en la conductividad de la Tierra.

Edison y Tesla se enfrascaron en la guerra de corrientes. El inventor de la bombilla eléctrica contrató a Harold P. Brown para investigar la electrocución y desarrollar la silla eléctrica –que emplea la corriente alterna de Tesla– y, así, darle mala fama.

No obstante, W. Bernard Carlson, autor de Tesla: Inventor of the Electrical Age, considera que más que enemigos mortales, Tesla y Edison eran el Bill Gates y Steve Jobs de su época. Uno el brillante vendedor, y el otro el visionario tecnológico.

El inventor croata se trasladó a Colorado Springs, Estados Unidos, para hacer experimentos con alta tensión. También observó señales que creyó provenían de Venus y Marte, por lo que muchos lo consideran el precursor de la radioastronomía.

En 1900 tuvo que vender su laboratorio para pagar deudas, y la última etapa de su vida la pasó peleando con Marconi por la patente de la radio. Falleció en la pobreza en un cuarto de hotel a la edad de 86 años.

El “científico loco” de Tesla

Este genio era una persona por demás peculiar. Hay quienes aseguran que tenía síndrome de Asperger por los largos periodos en los que se retraía en su laboratorio. También se piensa que era obsesivo compulsivo por su entrega al trabajo, tanto así que, para no distraerse, permaneció célibe toda su vida.

En su autobiografía, el inventor aseguraba que en su niñez experimentó visiones de haces de luz ante sus ojos; estas experiencias venían acompañadas de momentos de inspiración. Hoy se sabe que la condición de la sinestesia –cuando una persona oye colores y ve sonidos– presenta síntomas similares.

Tesla también tenía memoria fotográfica, pues podía recordar libros completos. Su pensamiento era visual, es decir, era capaz de visualizar un invento con gran detalle y en tercera dimensión –incluyendo las medidas– antes de empezar a dibujarlo.

Entre sus muchas excentricidades destaca su disgusto por ciertos objetos redondos; no le gustaban las perlas y se negaba a hablar con mujeres que las portasen. Tenía miedo a los gérmenes y era extremadamente cuidadoso con la higiene, pues de adolescente casi muere de cólera. Le tenía fijación al número «3» y en sus últimos años aseguró que se había enamorado de una paloma blanca.

Hoy Nikola Tesla es sinónimo de genialidad poco comprendida (no es casualidad que Elon Musk llamara con su apellido a su compañía de autos eléctricos) y del pequeño emprendedor que fue aplastado por un competidor gigante. 

Fuente de la Noticia

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