Redacción
Daniel Njoroge Karomo se despertó con un gran estruendo y una nube de polvo.
Corriendo afuera, encontró la casa de metal corrugado de sus padres aplastada debajo de un bloque de apartamentos de cinco pisos que se había derrumbado en la ciudad keniana de Ruaka mientras dormían.
«Tratamos de trepar, tratamos de arrastrarnos para sacarlos», dijo a Reuters el hombre de 36 años, mientras el marco de madera de la cama de sus padres aún sobresalía de los escombros. Cinco horas después del derrumbe del jueves pasado, los equipos de rescate sacaron los cuerpos de sus padres.
“Es muy doloroso”, dijo Karomo, enojado por lo que llamó “negligencia” que había permitido que continuara el desarrollo del bloque a medio construir a pesar de que la familia advirtió al gobierno del condado de Kiambu que el edificio no era seguro.
El derrumbe en Ruaka, al noroeste de Nairobi, fue uno de los tres edificios que se derrumbaron en una semana en la capital y sus pueblos satélites, que se están expandiendo rápidamente a lo largo de las colinas cultivadas alrededor de una de las ciudades de más rápido crecimiento de África.
La corrupción generalizada en los procesos de planificación y los estándares de construcción deficientes son una mezcla tóxica, dicen los funcionarios de la industria.
La Inspección Nacional de Construcción descubrió en 2018 que la mayoría de los edificios que había auditado no eran seguros. Decenas de kenianos han muerto en derrumbes durante la última década.
Los precios altísimos del acero y el cemento brindan a los desarrolladores más incentivos para tomar atajos o agregar más pisos sin garantizar que las estructuras puedan soportar el peso adicional.
El domingo, más de 100 personas fueron evacuadas de una cuadra en la ciudad de Ruiru después de que los residentes reportaran grietas que se habían ensanchado a tres pulgadas debido a las fuertes lluvias.
Doce horas más tarde, los pilares delanteros y las paredes del edificio de dos años cedieron. Una excavadora estaba ocupada desmantelando el bloque el lunes mientras los lugareños y los policías de la estación de enfrente observaban cómo se derrumbaban trozos de concreto.
“Todo esto comenzó antes que ayer. El propietario estaba tratando de reparar las grietas, pero se podía ver que el edificio se estaba hundiendo día a día y había más grietas por todas partes”, dijo Charles Kamau, de 22 años, que vivía al lado y tenía una choza afuera que vendía servicios de telefonía móvil.
El gobernador de Kiambu, Kimani Wamatangi, dijo que las investigaciones preliminares sugerían que el derrumbe que mató a los padres de Karomo se debió a «mala mano de obra» y que el propietario, que fue arrestado el lunes cuando intentaba huir del país, había seguido construyendo a pesar de que las autoridades detuvieron las obras en mayo.
El equipo responsable de las aprobaciones e inspecciones en Kiambu se disolvió y todos los edificios del condado serán auditados, agregó Wamatangi en un comunicado.
La lucha por sacar provecho del auge de la construcción ha engrosado las filas de desarrolladores dispuestos a sobornar a los funcionarios de planificación para obtener permisos y evitar el escrutinio profesional, según George Arabbu de la Asociación de Arquitectura de Kenia.
La tasa actual, dijo Arabbu, oscila entre 50.000 y 100.000 chelines kenianos (414-818 dólares) para la aprobación de pequeñas parcelas individuales hasta “millones de chelines” para sitios más grandes y complejos.
Algunos condados han probado la digitalización de los procesos de aprobación, pero los funcionarios locales exigieron volver al sistema manual, dijo Arabbu.
“Tenemos buenas leyes, buenos sistemas pero terribles oficiales y desarrolladores deshonestos”, agregó. “La gente simplemente gasta dinero para que se vean bien (los bloques de apartamentos), poniéndole lápiz labial a un cerdo. Es un desastre.»
De vuelta en Ruaka, Karomo dijo que un aficionado pudo ver que las columnas que sostienen el edificio ahora colapsado estaban mal alineadas y que la mezcla de cemento se veía demasiado acuosa.
Mirando el montículo de concreto mientras se realizaba un servicio conmemorativo en un patio adyacente, dijo que había instado a sus padres a mudarse a otra propiedad, pero se negaron.
“Siempre estuvieron aquí”, dijo Karomo, señalando la casa de sus abuelos a unos metros de distancia, que también resultó dañada.
