EL EGOÍSMO

Desde hace algunos años he podido reflexionar sobre el egoísmo como esencia de todos los seres humanos. Acciones de personas en la calle, en medios de transporte público, en la atención de servidores públicos, políticos, dirigentes empresariales, empleados de empresas privadas y hasta entre amigos y familia. Acciones donde siempre hay presencia de lo egoísta que somos.

Cuando te alejas de tu país de origen, sin importar las circunstancias que te llevaron a emigrar, y regresas después de varios años, descubres que ese egoísmo que era parte de tu vida cotidiana era una cosa impresionantemente grande. Peco por generalizar, cuando mi único referente para hacer esta comparación de un antes y un después es Colombia.

En el 2013 y después de 6 largos años por fuera del país, pude regresar a Colombia. Por supuesto que fue un choque brutal al ver a mis hermanos envejecidos, ver nuevos miembros de la familia que me habían convertido en no sé cuántas veces tío-abuelo. Pero el mayor choque lo tuve afuera, en la calle, cuando me enfrenté a una Santiago de Cali cambiada por el MIO, a falta de avenidas amplias, ver más angosta una calle 5ª y un desorden descomunal del tráfico, el cual con los años ha empeorado.

También me enfrenté a hacer ciertas compras, entendiendo que ya no tenía ni idea del valor del peso y me costó – me sigue costando cada vez que viajo – acostumbrarme a nuevos billetes y a aprender a diferenciarlos para no ir a pagar más de la cuenta al confundir un billete de $2,000 con uno de $20,000. En fin, no es lo que quiero describir, pero hace parte de ese choque cuando llegas a tu país de visita por unos pocos días después haber emigrado años atrás.

En los viajes que he hecho a Colombia he tenido la oportunidad de hacer diligencias en notarías, bancos y otras empresas donde me han exigido copias ampliadas de mi cédula de ciudadanía. En esos momentos me he preguntado, por qué la necesidad de ampliar la cédula y, lo peor, acaso no sería atención al cliente que ellos mismos le hicieran una copia a mi documento de identidad. Pero no, y es ahí donde uno empieza a ver que hasta el sector financiero y el notarial quieren ahorrarse hasta el costo de una simple fotocopia de tu cédula. De acuerdo a la definición de egoísmo de la Real Academia de la Lengua Española, es el “Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás”.

Egoísmo es una palabra derivada del latín ego que en su etimología se refiere al yo y al alter ego, la cual unida al sufijo ismo conforman la palabra egoísmo que hace referencia a ese excesivo amor por uno mismo y centrado en su propio interés sin importar el los demás. 

Y es que la raza humana es egoísta por naturaleza, pero en países como Colombia ese egoísmo se ha elevado a la enésima debido a varias circunstancias. Por ejemplo, el ejercicio de la política, que en vez de haberse convertido en lo que debe ser, ese trabajo buscando el bienestar de los demás y de la comunidad, se ha transformado en una práctica egoísta donde se vela por el bienestar del político y por los intereses del conglomerado económico que lo financia en cada campaña electoral. Otro ejemplo ha sido el narcotráfico, que tristemente cambió la cultura del colombiano imponiendo la ley de pasar por encima de los demás y donde la vida comenzó a tener un valor mínimo cuando no se trata de la mía. La suma de las dos anteriores ha hecho que la corrupción se haya convertido en el estandarte descarado de lo que somos, algo que sabemos que se ha esparcido como una pandemia, pero que el mismo sistema se ha encargado de mantener. Y por último, la pobreza, fruto de la desigualdad, la injusticia, las prácticas políticas corruptas y el cambio de genes hecho por el narcotráfico de pasar por encima del otro, incluso eliminándolo. No es gratuita la selva en la que se han convertido las ciudades colombianas donde sobrevive el más fuerte, donde esa sobrevivencia ha llevado a la gente a invadir con sus mercancías los espacios públicos reduciendo los andenes a una mínima expresión. O qué dicen de quienes, sin importarles un carajo, parquean su vehículo atravesándolo en las aceras y donde el peatón se ve abocado a bajarse al carril de los automóviles con todo el riesgo que eso implica.

En fin, serían muchos los ejemplos que desde la simpleza nos harían ver como una raza egoísta, a veces no nos percatamos porque estamos inmersos en esa dinámica de país, pero cuando tienes un tiempo para salir y luego regresar, te das cuenta que en vez de mejorar como colombianos, lo que hemos hecho es convertirnos cada vez más en una raza invivible entre nosotros mismos y donde buscamos destrozar al otro sin importar cómo lo hacemos, pero donde lo que importa soy Yo mismo, ese Yo que sólo piensa en sí mismo. Más egoístas no hemos podido llegar a ser.

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