El gas natural en la lucha contra la pobreza | Finanzas | Economía

Hace un par de semanas el parlamento europeo le otorgó la categoría de energía verde al gas natural, razón por la cual fue incluido en la lista de actividades económicas medioambientalmente sostenibles, conocida como Taxonomía de la UE, por sus beneficios ambientales, como: reducciones hasta del 99% de material particulado fino y óxidos de azufre, 70% en dióxidos de nitrógeno y reducciones del 30% y 50% de dióxido de carbono frente a otros combustibles.

(Lea: El 17,5% de los emprendedores de Bancamía se encuentran en pobreza). 

Esta resolución representa un hito para la industria dado que el gas natural es una fuente de energía que combina beneficios ambientales y económicos, que lo hacen relevante para habilitar y acelerar la transición energética; sin embargo, un aspecto del que poco hablamos es el del rol del gas natural en el frente social, más concretamente de su papel en las acciones y estrategias de combate a la pobreza y en su contribución al cambio social para el logro de un país más equitativo.

En Naturgas identificamos al menos tres aspectos fundamentales de las condiciones de vida de los hogares o canales del bienestar a través de los cuales el gas natural puede actuar como herramienta clave para la reducción de la pobreza, la desigualdad y la inseguridad alimentaria.

El primero de ellos tiene que ver con una noción de bienestar multidimensional, y es la masificación del servicio de gas natural para reducir la pobreza energética y la pobreza de tiempo. Para tener un contexto, en los últimos 20 años Colombia pasó de tener 1,9 millones de usuarios a más de 10,5 millones, es decir 36 millones de colombianos que hoy se benefician del gas natural. Cerca del 60% de estos usuarios están concentrados en estratos 1 y 2, es decir, el país registra casi un 80% de cobertura en áreas donde hay perímetro de red y un 67% del total de hogares de Colombia tiene conexión a gas natural. No obstante, el uso de leña, madera o carbón de leña como combustible para cocinar mantiene un alto porcentaje de uso en pleno siglo XXI.

De acuerdo con datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), realizada por el Dane en 2021, el 27,8% de los hogares en las zonas rurales remotas del país, seguido de un 21,8% en las zonas rurales cercanas, e incluso un 14% en áreas de grado intermedio de urbanización, utilizaban leña, madera o carbón como fuente de energía para cocinar, hecho que implica graves daños a la salud. Por esta razón, cada vez que se sustituye la leña por el gas natural como combustible para cocinar, es posible superar una privación de pobreza energética. Adicionalmente, los hogares que usan la leña como fuente energética deben destinar mucho más tiempo para cocinar en comparación con un hogar promedio que utiliza gas natural. Un mayor acceso al gas natural también tendría un efecto potencial en el bienestar social en términos del uso del tiempo de los hogares.

El segundo canal es por la vía del bienestar monetario, la masificación del servicio de gas natural en zonas urbanas y rurales ayuda a reducir gastos en los hogares más pobres y vulnerables gracias a que ofrece tarifas económicas, y cuenta con una alta disponibilidad y aplicabilidad como servicio público, factores que permitirían elevar la capacidad de los hogares más pobres para la compra de otros bienes y servicios.

(Además: Estos serían los ingresos de la clase alta en el país). 

Finalmente, el tercer canal hace referencia a las condiciones propicias para garantizar una seguridad alimentaria a la población. El gas natural sirve como insumo para la producción de fertilizantes como la urea, la cual permite proteger la seguridad alimentaria de un país. De acuerdo con la FAO, las tensiones geopolíticas, como la guerra de Rusia en Ucrania, generó una fuerte alza en sus precios hasta llegar a la escasez, lo que detuvo su producción, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria; cuyos efectos en los mercados globales afectan más a los países con mayores niveles de pobreza.

Es importante enfatizar en el punto que quiero traer en esta columna: una expansión asequible del gas natural en Colombia, tanto en las áreas donde hay perímetro de red como en aquellas en las que no, conllevaría a elevar el bienestar de la población por un canal multidimensional, monetario y de seguridad alimentaria.

Como fuente de energía, el gas natural es la pieza más consistente con la transición energética, la reducción de la pobreza y la desigualdad, además, puede ser un vehículo de cambio social, pero su ampliación no se logra con piloto automático. Para que sea posible, el Estado y la industria tenemos que llegar a acuerdos que permitan consolidar una estrategia que involucre las señales adecuadas, los ajustes correctos a la regulación y la ejecución de una infraestructura pertinente para este fin.

La estrategia de reducción de pobreza que demandan estos tiempos de cambio social exige la participación activa no solo del sector público sino del sector privado y la comunidad. Una estrategia de expansión del gas natural tanto en las áreas donde hay perímetro de red como en las zonas rurales puede ser un objetivo común con efectos virtuosos en la transición energética, pero, sobre todo, con un balance adecuado en los frentes económico, ambiental y social.

El Plan Nacional de Desarrollo puede ser un espacio propicio para empezar a construir este importante plan.

Luz Stella Murgas
Presidenta de Naturgas.

Fuente de la Noticia

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