Redacción
Como lo expresan Thomas, Fressoli y Lalouf (2008), “nuestras sociedades son tecnológicas, así como nuestras tecnologías son sociales. Somos seres sociotécnicos” (p.12), para establecer dicha relación, con el propósito de exponer que no solamente son los artefactos que están en el entorno, también es su uso y apropiación para producir conocimiento.
También, Thomas, Fressoli y Lalouf (2008) agregan que, “todo lo que se vincula a su existencia, desde la más simple de las comunicaciones verbales hasta el complejo acto de leer este libro” (p.9), tiene repercusiones sociales. No se pueden tratar los dos términos de manera aislada.
Todo está vinculado y la evolución se evidencia con las expresiones cotidianas.
El consumo de medios de comunicaciones y el mismo uso de las herramientas conllevan a diversas necesidades comunes e individuales.
No obstante, para Álvarez, Martínez y Méndez (s.f.) el “desarrollo técnico no está encaminado a cubrir únicamente las carencias, sino que procura satisfacer las necesidades de carácter supraorgánico, aquellas relacionadas con el deseo (p.2).
Por esta razón, se puede afirmar que, “la dimensión tecnológica atraviesa la existencia humana. Desde la producción hasta la cultura, desde las finanzas hasta la política, desde el arte hasta el sexo” (Thomas, Fressoli y Lalouf, 2008, p.10).
Acciones diferenciales y sociales
Sin duda alguna, el impacto de la tecnología y sus cambios sociales son permanentes. Por ejemplo, la pandemia por el Covid-19 llevó a que las personas modificaran sus hábitos y costumbres, tal y como lo indican Álvarez, Martínez y Méndez (s.f.) al mencionar que “el hombre puede realizar un gran número de actividades tecnológicas que le permiten posibilidades de acción diferentes” (p.5).
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Estas expresiones se reconfiguran al integrar términos con significados y significantes, propias del signo lingüístico. Aunque cada cultura es diferente, la democratización y globalización ha posibilitado que se usen palabras provenientes de otros lugares o que se construyan localmente, para llamar e identificar, de una u otra manera, a los procesos que observamos.
Por ejemplo, el uso de términos como troll, streaming, spam, followers y big data, entre otros, se han tomado el contexto popular para denominar e identificar ciertos elementos que ocurren en escenarios virtuales.
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Asimismo, actualmente, la interacción y la interactividad se entremezclan para el relacionamiento con las máquinas. Antes, era fácil diferenciar los dos conceptos, ahora es complejo por la integración, automación e implementación de inteligencia artificial en la cotidianidad. ¿Hablamos con personas o con máquinas?
Por tal motivo, Thomas, Fressoli y Lalouf (2008) determinan que “las relaciones entre humanos y artefactos nos llevaron, en un viaje de causas a efectos, a reconstruir un laberinto heterogéneo de hombres y máquinas, de grupos sociales y sistemas tecnológicos” (p.12).
Referencias
- Thomas, H., Fressoli, M. y Lalouf, A. (2008). Actos, actores y artefactos Sociología de la tecnología. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.
- Álvarez, A., Martínez, A. y Méndez, R. (s.f.). De la diversidad cultural al imperativo tecnológico. En Tecnología en Acción (págs. 1-8).
