El Tarzán de la vida real murió en la civilización

El hombre murió a los 52 años como consecuencia de un cáncer de hígado.

Uno de los iconos más conocidos de la ficción y los dibujos animados para niños es el de ‘Tarzán, el hombre de la selva’, un personaje humano criado por micos en la selva.

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Aunque para muchos resulte increíble que un caso semejante se dé en la vida real, en las últimas horas se conoció la historia de Ho Van Lang, un hombre que vivió en lo más profundo de la selva vietnamita durante 40 años y al cual una vez lo llevaron a vivir con más personas en una aldea, no aguantó el impacto y se murió fruto de un cáncer. Lea lo más llamativo e insólito de su increíble historia.

“Un niño con fuerza sobrehumana”

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Si hubo alguien lo suficientemente ágil socialmente para acercarse a este hombre nativo de lo salvaje fue el explorador español Álvaro Cerezo, una de las personas que pudo conocer a Tarzán en sus 2 facetas: en la selva y en la civilización para forjarse una opinión que reúne, en una sencilla oración, lo que Ho Van Lang era: “Se trata de alguien con una personalidad similar a la de un niño, pero con habilidades sobrehumanas”, afirmó.

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Y es que vivir en la selva por tanto tiempo dotó al Tarzán de la vida real de habilidades de supervivencia como la caza y la agricultura pero, al mismo tiempo, también lo salvó de una serie de comportamientos que son comunes en el mundo real.

Un nativo de la lejana Vietnam

Ho Van Lang proveniente de Vietnam, una nación asiática que ha estado sumergida en varios conflictos armados desde los años 70. En medio de esta coyuntura, los padres de Tarzán huyeron de Hanói (la capital) para refugiarse en una isla remota cubierta de mar, maleza y animales salvajes.

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Mientras esto ocurría, Ho era apenas un niño que creció en este ambiente hasta su adultez: alejado de otras personas y sin más protección que los taparrabos y sombreros artesanales que le fabricaban sus padres. Al menos así fue hasta que después de 40 años, ya con su madre muerta y su papa enfermo, se trasladó a una aldea más poblada para que algunos especialistas de la salud se hicieran cargo de la salud de su papá.

Un cambio de vida que lo terminó enfermando

A pesar del esfuerzo descomunal que le representó a Tarzán y a su familia mudarse a la aldea, no hubo poder humano que salvara la vida de su padre, quien falleció al poco tiempo de abandonar la selva en 2013.

Ya sin nadie en su vida, y como si se tratara de un segundo nacimiento, Ho comenzó una segunda vida como artesano en la aldea. Reemplazó el taparrabos por camisa y pantalón, y la caza de animales por la agricultura, la pesca artesanal y la fabricación de algunos artilugios con base en produ-ctos agrícolas.

Dos años después de estar inmerso en su nueva vida, el explorador Álvaro Cerezo lo contactó (ya lo había hecho cuando vivía en la selva) para llevarlo por unos días a su hábitat natural.

La idea de Cerezo era que él reflexionara sobre cuál de los 2 mundos era mejor para él, a lo cual, un humilde y poco expresivo Tarzán (dadas sus limitaciones lingüísticas), respondió que habían cosas que le gustaban mucho del mundo civilizado, como lo amistoso de los animales y la comida, aunque, eso sí, nunca terminó de acostumbrarse del todo.

Murió lejos de su selva natal

En noviembre del año pasado, Van Lang fue diagnosticado con cáncer de hígado, una enfermedad degenerativa que terminó por reducirlo hasta quitarle la vida durante la última semana, según informó su amigo Cerezo.

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Desarrollar esta enfermedad, según comentó el explorador, fue debido a un consumo excesivo de comida procesada y de alcohol, 2 productos cotidianos del mundo real a los que el organismo de Tarzán no estaba acostumbrado en su remota isla (foto) llena de búfalos, frutos salvajes y pescados por doquier.

Miguel Vivas Trochez – [email protected]

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