El trabajo en casa mitigó el golpe al mercado de las flores | Economía

“Las flores son un alimento para el alma”. En medio de las dificultades generadas por la pandemia del coronavirus, esta frase se convirtió en el salvavidas de los floricultores colombianos en el mercado mundial, a la hora de enfrentar la peor crisis económica de la historia.

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Así lo evidencia el balance del negocio de las exportaciones de flores en 2020 que, a pesar de ser un producto agropecuario y que no hace parte de la canasta básica en ningún país, ha logrado sobrevivir a los efectos de la pandemia.

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Y es que desde comienzos de año llegaron las primeras señales de la crisis que se veía venir. En febrero, cuando China estaba en el pico del contagio de la enfermedad, empezó a cancelar sus pedidos a todo el mundo. Igual sucedió con Japón (segundo mercado más importante de Colombia) y Corea (comprador con alto potencial). Además, se cerraron los vuelos y se restringió el acceso a esas naciones. El panorama era caótico.

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Augusto Solano, presidente Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), dice que el sector inició el año muy bien, porque San Valentín se celebró a mediados de febrero, y hasta ese momento la situación en Estados Unidos, el principal mercado de Colombia, era normal. “En los dos primeros meses del año las exportaciones crecieron 7%, mientras que en todo el 2019, el sector subió 1,1%”.

La covid-19 invadió al resto del mundo, y la mayoría de los principales clientes de Europa cerraron sus fronteras. Mientras tanto, Colombia seguía produciendo flores, pero no había a quién vendérselas, razón por la cual toneladas de las 1.400 variedades que se cultivan en el país tuvieron que ser destruidas y convertidas en compostaje (abono orgánico).

El problema radicaba en que a los productores les salía más caro abandonar los cultivos que mantenerlos. Además, en su momento, el gobierno colombiano le dio un espaldarazo a sector, incluyéndolo en la lista de las 34 excepciones del cierre obligatorio de la actividad productiva. “Eso fue fundamental”, explica Solano. “Afortunadamente, las ayudas del Gobierno han sido claves para las empresas que calificaron a esos beneficios”.

Sin embargo, en el mercado estadounidense, donde se comercializa el 80% de las rosas colombianas, los supermercados permanecieron abiertos. Esa fue una buena noticia en medio del caos, ya que a través de este canal se vende el 60% de las flores en ese país.

SIN VENTAS Y CON SOBRECOSTOS

En los dos primeros meses de la pandemia, el panorama de los floricultores era desolador.

Los cultivos seguían generando gastos, pero las exportaciones habían caído 80%. Los costos operativos crecieron porque los empleados había que transportarlos en buses con el 50% de aforo, es decir, que fue necesario contratar el doble de vehículos. Además, en las áreas de poscosecha se adecuó la infraestructura por temas de protección.

“Las inversiones en bioseguridad eran altas y las ventas mínimas”, dijo Solano. El gremio diseñó unos protocolos rigurosos. “Hoy podemos decir que no ha habido ni una sola persona que haya fallecido por esta causa. Los contagiados son unas 250 personas de un total de 150.000 empleos que genera el sector”.

Pero en medio de la crisis, el trabajo en casa generado por la nueva normalidad laboral, ayudó a que los consumidores de Estados Unidos incluyeran las flores en el mercado.

Quienes se fueron a trabajar desde sus casas se dieron cuenta de que un arreglo floral es una ayuda sicológica para mitigar los efectos del encierro.

“Como la gente está todo el tiempo en su residencia, optó por mejorar el ambiente interno, y qué mejor que un buen arreglo de flores”, asegura Solano. Entonces, las ventas reaccionaron y las exportaciones colombianas mejoraron, aunque continuaban siendo significativamente inferiores a las de antes de la pandemia.

Por su parte, el segmento de los eventos sigue muy afectado, pues matrimonios, grados, cumpleaños, y otras celebraciones dejaron de hacerse en sitios especiales o se aplazaron.

De la misma manera, congresos, convenciones, ceremonias de concursos y premios, reuniones académicas, institucionales, empresariales, artísticas, culturales y sociales fueron suspendidas, y las flores también perdieron ese voluminoso mercado.

DÍA DE LA MADRE DEBERÍA SER TODOS LOS DÍAS

Al llegar el Día de la Madre, en mayo, la demanda recibió otro empujón. Sorpresivamente, los pedidos se extendieron por dos semanas más. Luego vino el verano y, de acuerdo con Asocolflores, las ventas de esta temporada han estado por encima de lo normal, debido a que gente permanece en sus casas porque el turismo ha estado cerrado.

Pese a esta recuperación, las tarifas de la carga aérea aumentaron debido a la reducción de los vuelos y a la competencia generada por el transporte de artículos de la salud. “Eso nos sacó del mercado de Australia durante la temporada del Día de la Madre, porque las tarifas pasaron de 5 dólares el kilo a 15 dólares, señala el presidente de Asocolflores. Lo grave de esta situación es que las tarifas de transporte siguen siendo altas.

En medio del caos, y tras la caída de 15,7% de la economía colombiana en el segundo trimestre, los floricultores sienten que han salido relativamente bien librados. De hecho, no hay ni un solo caso de quiebra, aunque muchos han visto afectado su patrimonio, se han sobreendeudado y están en una situación difícil. “Los más importante es que sostuvimos el empleo”.

Fuente de la Noticia

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