En Cauca y Huila comunidad y excombatientes recuperan sendero ancestral – Cali – Colombia


Quienes han llegado a ver la laguna de La Magdalena, la describen como un espejo de agua hermoso, donde se refleja el azul cielo mismo. Solo se accede por un sendero ancestral donde antes hubo ecos de guerra y miedo.

Este espacio, de siete hectáreas, donde brotan, entre otros, el río Magdalena, alejado del ruido de las ciudades, que la convierten en un santuario natural, hace parte del legendario Macizo Colombiano, donde comparten territorio Cauca y Huila. Es el territorio conocido como Estrella Fluvial porque sirve de fábrica del 80 por ciento del agua en el país.

La Magdalena queda dentro del perímetro del Parque Nacional Natural Puracé en la vereda San Antonio del municipio huilense de San Agustín. El páramo, divide a los dos departamentos.

Para llegar allí, hay que recorrer un camino ancestral, que data de la Colonia y por el que, muchos dicen, pasó el conquistador Sebastián de Belalcázar, en sus rutas como fundador de Cali, Popayán y Ciudad de Quito (Ecuador).

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Este sendero casi inaccesible, rodeado por frailejones y musgos, antes utilizado para la guerra colombiano, donde se movieron el Ejército y grupos guerrilleros o paramilitares, fue reacondicionado por 260 hombres y mujeres, entre los que se encuentra comunidad de más de 10 veredas y 11 excombatientes de las Farc con sus familias, que ahora lo convirtieron en un camino de paz.

El trabajo de rescate en este corredor se desarrolló durante cinco días y fue apoyado por la Alcaldía de San Agustín, la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).

La recuperación del sendero que conduce a la laguna del Magdalena, no sólo permitirá recuperar un patrimonio ecológico y arqueológico en el suroccidente colombiano sino que además, hará que turistas y campesinos de la zona, puedan llevar víveres a sus hogares.

“Hemos recuperado un camino que desde hace 12 años no se le daba mantenimiento. Es un sendero muy importante para el turismo y el desarrollo de dos departamentos
como son el Huila y el Cauca. Este es un pequeño mantenimiento, pero vamos a seguir trabajando”, dice Arnulfo Males, líder comunitario en la zona.



Otras amenazas son la minería ilegal, la presencia de cultivos de coca y la fumigación con glifosato.

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La laguna de la Magdalena está en el Nudo de las Papas en el Macizo Colombiano, que a su vez es conocido como Nudo de Almaguer y más allá es considerado un ecosistema de incalculable importancia hídrica, climática, paisajística, biótica y humana. En 1978, La Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró como Reserva de la Biosfera Constelación Cinturón Andino.

Este camino con un recorrido de 45 kilómetros, parte del sitio Alto de Quinchana, en San Agustín, Huila, y va hasta el corregimiento de Valencia, en el municipio de San Sebastián, en Cauca. Cubre una extensión de 4,8 millones de hectáreas.

Según la delimitación realizada por la Corporación Regional del Cauca (CRC), esta ecorregión se compone de 89 municipios de siete departamentos, de los cuales 28 le
pertenecen al departamento caucano. Allí se originan las cordilleras Occidental y Central y nacen las cinco arterias fluviales más importantes del país: los ríos Magdalena, Cauca, Patía, Caquetá y Putumayo, que a su vez alimentan los océanos Atlántico y Pacífico, y el río Amazonas.

El Macizo, al ser una zona rica en agua y ecosistemas, también es productora de diversos productos agrícolas que aportan de manera significativa al desarrollo social y económico de las regiones.

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Yesid González Duque, director general de la CRC, señala que este territorio se ha visto amenazado por la presencia de sistemas productivos no compatibles con las capacidades del suelo, la baja sostenibilidad ambiental, la perdida de cobertura vegetal, la deforestación y procesos de erosión.

“Dado lo anterior es necesario la implementación y fortalecimiento de acciones interinstitucionales para proteger y emplear sustentablemente los ecosistemas estratégicos , como medio para reducir la degradación ambiental, conservar el patrimonio ambiental regulando y orientando el aprovechamiento sostenible de los ecosistemas estratégicas, preservando su potencial hídrico, controlando las presiones extractivas, propiciando el desarrollo ecoturístico e impulsando el pago por servicios ambientales”, dice el funcionario.

Otras amenazas son la minería ilegal, la presencia de cultivos de coca y la fumigación con glifosato.

El 10 por ciento de sus habitantes son indígenas, el 7,5 afrodescendientes y el 83 por ciento campesinos y mestizos. La pobreza por el abandono estatal y la violencia a causa de los grupos armados, ha hecho que la mayoría se desplacen a zonas cada vez más altas de la Cordillera Central, perdiendo su base alimenticia central.

Hemos recuperado un camino al que desde hace 12 años no se le daba mantenimiento

Además, en todo el macizo la vivienda es precaria y la cobertura de servicios de agua y alcantarillado, también. En muchos poblados ni siquiera hay energía.

Hace algunos meses, organizaciones sociales han venido mostrando su preocupación por el inicio de las obras para la construcción de la denominada “Pequeña Central Hidroeléctrica Guchicono”, entre los municipios del Patía (El Bordo), La Sierra y La Vega e intervendrá los ríos Guachicono y Putis.

El líder ambiental y campesino Óscar Salazar mencionó que en la revisión a la licencia ambiental concedida aparece que en la zona no hay ninguna actividad antrópica. “Lo que significa que se desconoce la existencia de las comunidades que viven alrededor de los afluentes y que son quienes han cuidado este recurso durante años”.

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El llamado del director de la CRC, es a entender al Macizo Colombiano como “tierra de agua y biodiversidad” y reconocer su importancia para el país.

“Generando siempre los espacios que fortalezcan el diálogo social y la concertación, en el marco del enfoque diferencial, aportando a una paz estable y duradera”, finalizó.

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MICHEL ROMOLEROUX
Especial para EL TIEMPO
POPAYÁN

Fuente de la Noticia

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