Hace unos días, Fedesarrollo, uno de los tanques de pensamiento económico más prestigiosos del país, reportó que Colombia se encuentra desde marzo pasado en recesión.
Sería la segunda ocasión en un lapso de 44 años que la economía nacional experimentaría una crisis de esta naturaleza tan severa. La primera vez habría sido hace poco más de 20 años, entre el segundo trimestre de 1998 y en el segundo trimestre de 1999.
Esta declaración de Fedesarrollo, en cabeza de su director Luis Fernando Mejía, parte del análisis de los datos e indicadores para determinar no solo los ciclos económicos, sino sus “picos, valles, duración y profundidad”.
El centro de estudios determinó que desde 1977 Colombia ha experimentado seis ciclos económicos, dos de los cuales han presentado recesión.
En la economía colombiana la fase expansiva de este ciclo dura en promedio 20 trimestres, mientras que la contractiva se extiende por 9 trimestres.
Fedesarrollo concluye que Colombia alcanzó el más reciente pico de actividad económica mensual en el pasado mes de febrero. Esto señala el fin de una expansión que inició en junio de 2016 y el “inicio de una recesión a partir de marzo de 2020”.
Si bien no hay discusión en que una recesión implica un período de descenso en la actividad económica, hay distintas formas de “determinar” su ocurrencia. Comentaristas y analistas usan con frecuencia una definición práctica: dos trimestres consecutivos de caída en el producto interno bruto de una economía.
No obstante, otras aproximaciones complementan los datos del PIB. Por ejemplo, el National Bureau of Economic Research (NBER) en Estados Unidos, define recesión como una “caída significativa en la actividad económica, extendida por toda la economía, normalmente visible en la producción, el empleo y otros indicadores”.
En junio, el NBER anunció que el pico de la actividad económica en Estados Unidos ocurrió en febrero pasado, el mismo mes que en Colombia. Ese punto marcó el fin de la más larga fase de expansión de la producción norteamericana desde 1854: 128 meses desde junio de 2009.
El análisis de Fedesarrollo toma este abordaje y define la recesión de la economía colombiana, reconociendo la “naturaleza excepcional del choque causado por la covid-19”. Ha sido precisamente la pandemia del coronavirus, cuyo impacto en la demanda y en la oferta ha sido global, el factor que hundió en recesión a la gran mayoría de los países del mundo.
El estudio técnico de los ciclos de la economía colombiana proveerá valiosas conclusiones que seguramente podrán traducirse en mejores políticas. Por ahora, no se necesitan esas definiciones académicas para que el Gobierno, los hogares y la empresas no solo experimenten en carne propia las consecuencias de la recesión, sino también protagonicen la recuperación de las actividades productivas.
Dada la crisis atípica que ha generado la pandemia, no hay mucha claridad para estimar cuánto durará este fase. Ante estos anuncios, la atención de los actores públicos y privados no debe dejar de concentrarse en la senda de reactivación.
Los indicadores reflejan tanto que la economía nacional tocó fondo en abril como que la mayoría de los sectores productivos han venido experimentando una tendencia a la reactivación al igual que el empleo.
Blandir esta definición de recesión de Fedesarrollo contra la gestión del Gobierno Nacional con objetivos políticos en un año preelectoral como 2021 sería oportunista. Debatir las distintas medidas económicas del Gobierno, así como monitorear el ritmo en que avanzan las 486 iniciativas del plan de reactivación, constituyen caminos más productivos para medirle el pulso a este proceso.
Francisco Miranda Hamburger
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