Y el fútbol siguió sin los hinchas en las tribunas…
Como si nada, se jugaron y se juegan los torneos, los clásicos, se coronan campeones y hay celebraciones. La peste del covid-19 hizo que los estadios se vaciaran. El público y ese poder mágico que se le entregaba quedó reducido a sonidos pregrabados e imágenes superpuestas con un simple efecto televisivo.
Ni los hinchas influían en los partidos, ni eran ‘el jugador número 12’ ni los dueños de los equipos ni…
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En esta economía de mercado son simples clientes de una industria que los reclama con urgencia para venderles un producto que se envuelve en el papel celofán colorido de la pasión y el amor incondicional.
Los más fanáticos se creían lo más importante en el estadio porque con sus cantos, banderas y gritos supuestamente ‘achicaban’ al rival y daban ese factor teórico de ventaja conocido como localía.
Foto de la final de la liga 2020.
En los últimos meses ha hecho carrera que la localía perdió importancia en la Liga local porque no hay público en los partidos. Recurro a los datos que compila con rigor y dedicación Orlando Ascencio, mi compañero subeditor de Deportes en este diario, para que con cifras, con indicadores, se mida si esa “percepción” es real. Como referencia inmediata se compararon cifras promedio de las dos Ligas disputadas en el 2019, ambas con hinchas en los estadios, contra los datos de los partidos disputados en el 2020 durante la veda de público por la pandemia.
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Así, en el 2019 los equipos locales ganaron el 43,85 por ciento de los triunfos, frente al ¡44,5 obtenido por ellos mismos sin gente el las graderías! Las victorias visitantes también se incrementaron: del 23,2 por ciento al 25,2. Hubo menos empates: 32,9 contra 30,6 por ciento. Variaciones estrechas.
En el 2019 los equipos locales ganaron el 43,85 por ciento de los triunfos, frente al ¡44,5 obtenido por ellos mismos sin gente el las graderías!
Hay viejos estudios en Europa y Estados Unidos que aseguran que ese “factor de la localía” no se impone por el conocimiento de la cancha o el clima o por la presencia de los hinchas. Aseguran que radica en que los árbitros, de manera consciente o inconsciente, pitan más fácil y rápido a favor del local.
En las Ligas del 2019 con público los locales recibieron en promedio 2,79 tarjetas amarillas por juego y los visitantes, 29,6; contra 2,4 y 2,6 por partido a puerta cerrada. La misma proporción. Hubo un incremento más significativo en las expulsiones para los locales, que se elevaron de 0,13 por partido a 0,2, contra las visitantes que quedaron prácticamente igual, pues se redujeron apenas de 0,19 a 0,18 por partido.
Subió también el porcentaje de penaltis a favor de los visitantes, que pasó del 0,12 al 0,23 por juego. En los locales se mantuvo: 0,19 a 0,2 por partido.
¿Será que el VAR es el responsable de este incremento? La hipótesis no es de fácil comprobación, pues solo hubo dos juegos con VAR por fecha.
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El fútbol sin público en los estadios no es lo mismo, pues hay menos color y fiesta (¡también, menos violencia!) y, fundamentalmente, porque los equipos dejan de ganar la plata de las taquillas, pero en nuestra Liga es básicamente igual en resultados y desarrollos.
Es incorrecta esa idea de que por la ausencia relativa y romántica del público la localía ya no pesa. La Liga, el fútbol, el juego siguieron sin los hinchas en los estadios, como si nada, celebrando campeones y campeonatos con fanáticos de cartón y gritos pregrabados…
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
@MelukLeCuenta