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Geopolítica, pandemia y tecnología: La dictadura global

Geopolítica, pandemia y tecnología: La dictadura global

¿Cómo aborda el tema de la pandemia en su nuevo libro?

-En el libro de­muestro que la pan­demia tiene como objetivo im­poner una dictadura global tecnológica, gestionada por los filántropos y sus vigilantes, que serán, principalmente, los políticos, la prensa y los edu­cadores. Estos últimos consti­tuirían una clase de sacerdo­tes de la nueva sociedad que, ayudados por una parte de los ciudadanos, mantendrán el or­den público estable. El concep­to de libertad desaparecerá. No sería necesaria en el Felicismo, que es como llaman a su nue­vo orden mundial, presentado en la ONU por el nieto de Nel­son Mandela el pasado año. Si no eres feliz en su paraíso, se­rás declarado un enfermo, por inadaptado. El secretario de la ONU acaba de decir que nece­sitamos un gobierno mundial formado por la familia de la ONU, los grandes financieros y los bloques regionales. Como se ve, la democracia parlamen­taria ya no entra en sus planes. La “plandemia” es el chantaje de los grandes oligarcas recon­vertidos en filántropos. Ellos aseguran: “si no hacéis lo que decimos, vendrán otras pande­mias”. Ya tienen preparada la siguiente, será una crisis climá­tica.

Usted ha padecido censura. Wikipedia retiró su semblanza y, posteriormente, la retomó… para volverla a omitir en días recientes. Solo aparece una fo­tografía en blanco y negro. Us­ted no se enfrenta a una socie­dad secreta: sus miembros son figuras públicas, y entre ellas se encuentran Bill Gates y otros tantos.

–Con la pandemia se está cumpliendo lo que escribí en mi libro de 2010, Los amos del mundo están al acecho, censu­rado durante siete años en Es­paña. Me censuran en los gran­des medios de comunicación, quitan mis videos de YouTube, borran mis comentarios en las redes. El poder nos ha declara­do una guerra silenciosa, impi­de que conozcamos sus sofis­ticadas armas para que así no podamos defendernos. Yo re­velo sus perversas intenciones y metodología demostrándolo con el periodismo de investiga­ción y con mi tesis doctoral so­bre estas estructuras de poder. Como una Prometea contem­poránea, les robo el conocimiento para entregarlo a todos.

–¿Por qué China? Lo vimos con la pandemia de gripe A en 2009 y ahora otra vez: todo tiene su ori­gen en el gigante asiático. ¿Es esto casual o China juega un pa­pel central hacia la “nueva nor­malidad”?

–En los años setenta, David Rockefeller y Henry Kissinger, promotores de este nuevo orden mundial, se enamoraron de la dic­tadura china. Es el modelo que el poder pretende implantar en el mundo: una élite gobernante ca­pitalista que maneja los destinos de una sociedad socialista-comu­nista, sin libertad de ninguna ín­dole. Con el Covid-19, el gobier­no de España ha dado pasos de gigante hacia una dictadura. Ha decretado leyes por las que la poli­cía puede entrar en nuestras casas con la excusa de la enfermedad y anulado los derechos fundamen­tales recogidos en la Constitución, como la libertad de prensa o de re­unión. La televisión es un Show de Truman que no refleja la verdad de las personas ni de los hospi­tales. Sólo pueden hablar en los medios los afines a la versión ofi­cial, el resto es vilmente atacado. Sánchez está al servicio de este plan de dominio internacional.

–¿Podría ahondar un poco más en el asunto de las pruebas chi­nas de Covid-19 que arrojan falsos positivos?

–Numerosos grupos de médicos y biólogos de todo el mundo es­tán denunciando el uso de prue­bas no específicas de Covid-19, que reflejan otros tipos de virus similares. Eso significa que las estadísticas publicadas son erró­neas y los medios de comunica­ción oficialistas censuran la voz de estos médicos. Y, ni aún ha­ciendo trampas, consiguen su­bir las estadísticas para justificar las medidas abusivas que piden la OMS y sus propietarios, como Bill Gates. Se confinan ciu­dades, arruinan países, matan a personas con proto­colos inadecuados.

¿Y la relación con la tecnología?

La tecnología se ha in­filtrado ferozmente en nuestras vidas. Quienes en algún momento la do­sificamos o, de plano, la eli­minamos porque nos quitaba tiempo, nos hemos visto social­mente presionados para alienar­nos a ella… y cabe esperar que de ésta se derive otra clase de tecnología relacionada con la detección del Covid-19, como se menciona en este libro. La lla­man tecnología de ‘vigilancia in­trusiva’ y es un precio que ten­dremos que pagar, según Alex Pentland, inventor de las cáma­ras de reconocimiento facial, por estar con nuestras familias y amigos. Mujeres y hombres ro­bots, desconectados de su alma, cerebros escaneados y hackea­dos, el internet de las personas y de las cosas. Es tener un ojo que todo lo ve dentro de tu cuerpo, en tu casa, en tu coche, en el tra­bajo. Si no cumples con las nor­mas, criticas a los gobernantes o protestas, serás eliminado ipso facto. Por eso es importante que nos rebelemos ahora ante este futuro infame. Cuando las leyes son injustas, desobedecer es un imperativo moral.

–¿Qué relación existe entre el coronavirus y el “exceso” de población que todo el tiempo sale a relucir en los discursos de los filántropos mencionados en sus libros?

–La élite tiene una ideología eu­genésica. Eso significa que se conciben a sí mismos como la clase superior y el resto somos una clase inferior. Su postura su­premacista es criminal y depra­vada. No es casual que los ancia­nos sean el setenta por ciento de los muertos. Les sobran. Y han advertido que los pobres serán más perjudicados aún. ¿A cuán­tos van a matar para construir su utopía? Bill Gates afirmó, en una conferencia en 2010, que el pro­blema de la superpoblación se solucionaría con vacunas y aho­ra pretende vacunarnos a todos. Si alguien cree que esto es ca­sual, simplemente está desinfor­mado.

–Para concluir: ha sido un ver­dadero triunfo obtener un ejem­plar físico de su libro. Nos han querido imponer el libro elec­trónico como alternativa para prevenir el virus, aunque consi­dero que es una medida extre­ma. Quienes no podemos o no queremos leer libros en la pan­talla la hemos pasado muy mal. ¿Diría que alejarnos de la lectu­ra, a quienes crecimos tocando y oliendo los libros, es otra estrate­gia para hacernos entrar al redil?

–Los hijos de los megarricos no usan tabletas ni libros digitales ni ordenadores porque sus pa­dres saben, basándose en lo cien­tíficamente demostrado, que la escritura a mano y la lectura de libros en papel potencia la inte­ligencia. Están generando a pro­pósito un distanciamiento enor­me entre clases sociales desde la escuela. Pregonan la igualdad, pero no para ellos.

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